MADRID Y LA DIPLOMACIA DEL “PERDÓN”
MADRID Y LA DIPLOMACIA DEL “PERDÓN”
Viví en Madrid dos años en
Madrid, entre 1991 y 1993. Fueron años de los estudios del doctorado en la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid
en la zona de Somosaguas, disfrute de su vida cultural, que tenía el último
aliento de la llamada “movida madrileña” que proyectó a personajes como el
cineasta Pedro Almodóvar y las cantantes Ana Belén y Alaska que es mexicana y,
claro, disfrute de la convivencia con otros iberoamericanos de la red abigarrada
de bares del Madrid de los Austrias.
Recuerdo haber leído en ese
entonces que solo en Madrid había más de 10 mil bares, pero lejos estaba de lo
que nosotros conocemos como bar, o mejor como cantina, pues el bar español, es
un espacio de convivencia, donde llegan los padres con los hijos, amigos o
vecinos para tomar un café, una “caña” de cerveza, un vermut para conversar
sobre cualquier cosa de interés común.
Es decir, el bar es un espacio
sociológico, donde se habla de todo y escasamente ves personas briagas. Renato
Ramírez, un amigo mazatleco, ya fallecido, alguna vez viajó a Madrid y lo
primero que hizo, como si estuviera en el puerto, fue buscar un bar y pidió una
y otra cerveza Mahou, cuando iba en la séptima, se acercó el administrador preocupado
y le preguntó: ¿Tienes algún problema por el que estas bebiendo tan rápido?
Aquel, sorprendido, dijo no, ¿Por qué me pregunta? Así era o es la familiaridad
en esos bares de barrio.
Pero, más allá de la “marcha”
madrileña, algo que hicimos un grupo de mexicanos, seguramente al calor de la
convivencia surgido fue constituir la Asociación de Estudiantes y Profesores
Mexicanos residentes en España, una asociación, que me han dicho, sigue existiendo
y brindando apoyo a los nuevos estudiantes y profesores que aterrizan de vez en
vez en la capital española, además, de tejer lazos culturales con instituciones
públicas y sociales y celebrar visitas a los pueblos de esta meseta de bellos
paisajes.
La primera mesa directiva de la
Asociación la presidió María de los Ángeles Fromow, una joven brillante que a
los 22 años se tituló como doctora en Derecho. Ya habilitada como presidenta estableció
vínculos con la embajada mexicana en España que, en ese entonces, tenía como
titular al destacado economista Jesús Silva Herzog quién había aspirado a la
candidatura presidencial junto a Carlos Salinas de Gortari, con la historia trágica
que ya todos conocemos.
Establecimos con él una relación
cordial lo que felizmente nos permitió una segunda escuela porque
periódicamente no veíamos en sede de la embajada que se encontraba a unos pasos
de La Casa de América y La Cibeles, o también para comer o cenar en algún
restaurante de la Plaza Mayor incluso, en algún departamento, de uno de los
compañeros, para conversar sobre los temas candentes de México.
Silva-Herzog, nos ilustraba sobre
lo que era el trabajo de la embajada, las relaciones los empresarios y
funcionarios del gobierno de Felipe González, con las universidades y centros
culturales, incluso, de su relación personal con el rey Juan Carlos de Borbón,
con quién disfrutaban de las bellas en las celebraciones de la Corte, hoy en el
exilio se le conoce su doble vida y hay quienes piden cárcel para este pícaro
de siete suelas.
Hago esta breve remembranza de mi
paso por Madrid y debo confesar que siento algo de nostalgia, pero también
alegría de que Quirino Ordaz, aun con toda la critica firme o infame, vaya a
despachar por donde han pasado embajadores de la talla de su pariente Amado
Nervo quién fue encargado de negocios Ad interim a iniciativa de Francisco
I. Madero y Venustiano Carranza, Alfonso Reyes, que tuvo la misma
responsabilidad de Nervo bajo el gobierno de Álvaro Obregón, y dos grandes
mazatlecos: Genaro Estrada, quién cumplió la función de embajador bajo el
gobierno de Abelardo Rodríguez y Rodolfo González Guevara, durante el gobierno
de Miguel de la Madrid y, entre otros, distinguidos intelectuales como el poeta
Enrique González Martínez y uno de los grandes politólogos que ha dado México, Enrique
González Pedrero, quién recientemente falleció y se le recuerda por su vasta obra.
Si Quirino no tiene tropiezos
insalvables y se confirma la designación por el Senado de la República, estaría
despachando en Madrid antes de finalizar el año.
Atrás quedará Sinaloa en manos de
Rubén Rocha, y él empezará la aventura diplomática, con el encargo nada fácil,
de conseguir que el rey Felipe VI pida “perdón” al pueblo mexicano por la “tragedia”
que representó la colonización de la antigua Mesoamérica.
Para empezar, habría que
preguntarse, si Quirino está convencido de ese perdón, yo creo que no, siendo
una persona muy ejecutiva, práctica, este tipo de políticos, no son dados a
pensar en clave de pasado.
Su filosofía es el aquí y el
ahora. Pero, puedo estar equivocado, y resulta que logra, lo que no pudieron Roberta
Lajous y María del Carmen Oñate, las dos últimas embajadoras, quienes no lograron
interlocución con el Palacio de la Zarzuela para tratar oficialmente el tema
que Quirino llevará como encargo.
Si, no, le quedará disfrutar caminar
sin guaruras y con su esposa, de la cocina, el buen vino y esas noches largas y
frías que, a nosotros, los estudiantes de los años noventa, nos han quedado
untadas en la memoria y la piel.
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