EL VENDEDOR DE SONRISAS
EL VENDEDOR DE SONRISAS
A Quirino Ordaz, nuestro
gobernador, se le dan las relaciones públicas.
Sabe del valor del apretón de
manos, la sonrisa amiga, la palmada suave, el comentario oportuno y el abrazo y
hasta la carcajada, cuando es necesario.
Rosy, su esposa, es su clic perfecto,
guapa, jovial, sonriente, amable y con una gran capacidad de hacer sinergia lo
mismo con la gente de la alta sociedad, como, con la gente sencilla, desvalida
y vulnerable, de esa que asiste por montones, a los centros de la DIF estatal,
buscando algún apoyo para aliviar sus males.
A lo largo de estos años he visto
a un Quirino entusiasta hasta en los peores momentos y eso lo trasmite, da
gusto tener un gobernador proactivo que a las 4 de la madrugada ya está hablando
a sus funcionarios y operadores, para tener el pulso del estado, y preguntar
por tal, o cual, asunto pendiente.
Nada se le olvida y hasta lo que
se le olvida, lo recuerda al tiempo.
Y así, se va a recorrer el estado
o viaja y vuelve el mismo día de la Ciudad de México, y sobre la marcha arma
agenda para lo siguiente.
No recuerdo a otro gobernador con
ese dinamismo, con esa energía y entrega por lo público, hay en él una pasión
de una juventud que no se les agota a sus casi 59 años.
Seguramente tiene sus defectos,
pero los tiene a buen recaudo y reserva, nunca una descortesía conocida en
público a sus funcionarios, menos a los gobernantes de la oposición o la prensa
que en general lo trata bien con o sin publicidad.
Ahí, están las fotos sonrientes
con políticos caraduras y el abrazo fraterno, con otros u otras figuras públicas
o no.
Quizá, eso explica, que ese don rápidamente
haya hecho clic con el presidente López Obrador quien tiene un gran olfato para
identificar al zalamero, y el hipócrita y a quien, es carne de traición.
Quirino, rápidamente, se lo echó
a la bolsa, cuando el tabasqueño percibió esa sencillez y capacidad de trabajo
al punto de que cuando algunos obradoristas sinaloenses percibían, deseaban,
apostaban, que ahora vendría la hora de la venganza -cierta, izquierda, siempre
está pensando en clave de venganza no de construcción social- de, ellos, a
través de su jefe político, lo primero que hizo AMLO fue hacer público su respeto
y reconocimiento por el sinaloense.
Y lo reiteró, una y otra vez, a
lo largo de años en la plaza pública, incluso, ahora al lado del propio Rubén
Rocha quién sabe leer muy bien los mensajes.
Entonces, está deferencia presidencial,
que no he visto ni siquiera con los gobernadores de Morena y, tampoco, con los
gobernadores de otros partidos que se sienten en desgracia. Ahí, está el caso
triste, el del michoacano Silvano Albores, a quien ni siquiera lo quiso recibir
en Palacio Nacional luego de las elecciones del 6 de junio y, este, luego de
hacerse una foto patética se fue con sus “evidencias” de la intervención del
narco a la sede de la CIDH y la ONU, donde protocolariamente lo recibieron y
regresó a México sin pena, ni gloria, y ahora lo espera el ostracismo político.
Hoy, algunos, se preguntan si esa
buena relación de Quirino con el presidente López Obrador, será el picaporte
para acceder al gobierno federal, a una
secretaria o una subsecretaria de Estado, y aquí hay que hacer primero la
lectura de los alcances de esa relación personal y si está trasciende o no al
gobierno que muy pronto llegará a su fin, yo percibo que hay una ventana
abierta, amistosa, y en la política mexicana, recordemos, la expresión “la
política se hace con los amigos”, con los de las confianzas, para bien o para
mal y eso no ha cambiado con AMLO, por el contrario, está firme basta ver los
nombres de los secretarios de Estado; pero, además, Quirino no olvidemos es un tecnócrata,
que sabe de finanzas, y en un medio, donde abundan los políticos puros, el
técnico con dotes de político cae de perlas.
Pero, mejor todavía, el presidente
López Obrador tiene en marcha una política silenciosa de trasvase de priistas y
panistas hacia el morenismo, la más reciente, es la invitación que hizo Mario
Delgado al gobernador Javier Corral para que se incorpore a Morena y el anuncio
de este, de que se va del PAN, luego de 30 años de militancia intensa.
Y, aunque, aquel no ha dicho que
si, la oferta esta hecha y ha de tener un valor cuando siempre al finalizar un
sexenio existe el temor, fundado, de que ya sin poder, caiga sobre ellos, la
espada de Damocles con o sin argumentos jurídicos sólidos.
Así, varios, querrán llevar mejor
la fiesta en paz y que mejor, con el aval del presidente, porque, además, no es
para todos, sino solo para los palomeados en Palacio Nacional.
Entonces, en estos días, seguramente
hay movimientos de como convertir los mensajes a favor en posturas más definidas
en la administración pública federal.
Quirino Ordaz, políticamente es
bastante light, flexible, lo mismo ha sido candidato del Verde, cómo del PRI, ¿Por
qué no pensar verlo vestido con la casaca morenista?
Yo no lo descarto.
Sería la culminación de una
relación de coqueteos donde el mismo Quirino ha dejado pegas históricas a favor
del presidente y los resultados de las pasadas elecciones, no dejan dudas de
para quien trabajó o dejó de trabajar.
Y eso en política, es una factura
cara.
Continúa la buena relación, lo
vimos en la última visita del presidente a Sinaloa, los grandes proyectos para
la sierra y los valles y está semana el gobernador anuncia el regreso de AMLO
en septiembre.
Ningún roce.
Concordia entre él y AMLO y por
extensión con Rubén Rocha.
Sintonía, adelanto, de que habrá una
transición pacífica de gobierno pacífica.
Incluso, los analistas políticos
serios, le buscan los ángulos problemáticos y veo que no se lo encuentran.
Y, aunque en política, nunca hay
nada definitivo, todo puede cambiar con la velocidad de un rayo, pero, en este
momento, todo indica que las cosas marchan bien para Quirino Ordaz y existen posibilidades
de que sea tomado en cuenta para integrarse en el gabinete.
Sería el triunfo, de un buen
administrador, de sus relaciones públicas y sus sonrisas.
Al tiempo.
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