EL "EXILIO" DE ANAYA
EL "EXILIO" DE ANAYA
Ricardo Anaya está aterrorizado,
ha perdido la tranquilidad y el fuelle de la contundencia en los debates
presidenciales de 2018, huye al “exilio”, probablemente en su residencia de Atlanta,
pero, en su miedo, se le olvida que es alcanzable, cómo sucedió antes, con
César Duarte en la Unión Americana, Tomás Yarrington en Italia, Emilio Lozoya
en España o Javier Duarte, en Guatemala y que todo, es cuestión de tiempo, para
ser presentado ante la autoridad.
Sabía que al no presentarse a
declarar en los juzgados del Reclusorio Norte caía en desacato a la autoridad
judicial y eso le complicaría su situación jurídica, pasaría de presunto
culpable, a prófugo de la justicia y así, se activarán, los pedidos de búsqueda
y captura internacional, por eso se presentó virtualmente.
Anaya, tiene una alta autoestima,
se siente llamado a ser el candidato presidencial natural de la oposición en
2024 y ya habilitado como tal, quien eche del poder al lopezobradorismo, pero,
ya cometió un error imperdonable en un líder opositor: huyo y desde la
comodidad de su residencia de Atlanta, podrá seguir subiendo videos y lanzando
tuits, pero eso desgasta y es ajeno a nuestras tradiciones políticas.
La historia nacional registra
exilios pactados contra quienes habiendo concluido su mandato buscaban seguir influyendo
en los gobiernos, como fue el caso de Plutarco Elías Calles, quien, quería
seguir ejerciendo como Jefe Máximo en el gobierno de Lázaro Cárdenas, pero, luego
de la visita de Narciso Bassols y Jesús Silva Herzog a su residencia en
Cuernavaca se fue a vivir a San Diego, California, durante el resto del gobierno
cardenista y volvió ya entrado el avilacamachismo; también, Luis Echeverría, tuvo
que irse, pero con una embajada sui generis bajo el brazo, la de las
remotas islas Fiji, que le encomendó su amigo José López Portillo con una
sonrisa socarrona.
También, ha habido asesinatos
políticos, la peor forma de salir de la política, ahí están las muertes de Manuel
Clouthier, Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu. Y eso, fue ya en
democracia. No obstante, se siguió mandando a políticos relevantes a las
embajadas, como sucedió con Jesús Silva Herzog, hijo, que después de disputar la
candidatura presidencial a Carlos Salinas a quién se le asignó la embajada de
México en España; algo, que no ocurrió con el mismo Carlos Salinas, quién luego
de aquella huelga de hambre de día y medio en San Bernabé, Monterrey, empezó una
travesía internacional que lo llevó finalmente a Irlanda durante todo el
gobierno de Ernesto Zedillo, el otrora todo poderoso Salinas, dejaba atrás el cadáver
de Luis Donaldo Colosio y en prisión, a su hermano Raúl, acusado de estar vinculado
a la muerte de su cuñado Francisco Ruiz Massieu, quien fungía como dirigente
nacional del PRI cuando le dieron los tres tiros.
Luego, hay un intermedio, durante
los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, cuando luego del discurso de las “alimañas,
tepocatas y víboras prietas”, no pasó nada relevante, salvo que a Porfirio
Muñoz Ledo, quien había sido candidato presidencial del PARM y terminó apoyando
la candidatura de Vicente Fox, se le recompensó como embajador de México ante la
Unión Europea, luego nadie importante de la élite política, fue detenido a
pesar de la oferta de limpieza política, tampoco exiliado para retirarse silenciosamente
de la vida pública o en la comodidad, de una embajada, por el contrario, Carlos
Salinas, regresó, y fue rehabilitado políticamente, y ahora, está el caso Ricardo
Anaya, que tiene sus singularidades.
Anaya, fue señalado por sus
propios correligionarios y hoy miembros de la coalición “Va por México” de
estar vinculado a algunas operaciones de lo que hoy se le acusa: Recursos de
procedencia ilícita, delitos electorales, asociación delictuosa, enriquecimiento
inexplicable y sobre todo, señalado por Emilio Lozoya, el ex titular de Pemex,
durante el gobierno de Peña Nieto, de ser parte del tejemaneje del affaire corrupto
de Odebrecht, que no olvidemos, el escándalo es anterior a este gobierno, y es
donde, se debilita su defensa de que él es un perseguido político y, sin duda, estar
señalado tiene consecuencias políticas.
No es cualquier hijo de vecina, fue
el segundo candidato presidencial más votado en 2018, y en su campaña ha venido
diciendo que aspira a repetir su oferta en 2024, lo que complejiza su situación,
porque no es cualquier pillo de siete suelas, su estatus político, sirve para
acusar a este gobierno de intolerante con la oposición, se auto victimiza, pues
sabe que su mejor defensa es el ataque contra el presidente López Obrador,
quien a su vez se defiende diciendo comedidamente que para que huye: “Si es
inocente”, si no tiene deudas con la justicia, y en última instancia, puede
salir bien librado.
El problema es que la FGR no se ha
caracterizado por su eficiencia y el mejor ejemplo, es el mismo caso Odebrecht,
que un desesperado López Obrador ha señalado a Gertz Manero, de no ofrecer resultados
y lo peor, es que esta ineficiencia igual, puede llevar a que se cometan yerros
de procedimiento que le sirva a los indiciados por estos delitos u otros -Ahí,
radica, la contradicción ya permanente, entre la UIF y la misma FGR.
Pero, Anaya, está aterrorizado pues
puede pasar de ser un buen excandidato presidencial a simple reo del penal de
Santa Martha Acatitla o en Almoloya de Juárez, por lo que opta por “autoexiliarse”,
esperando que las condiciones cambien, pero, su potenciales aliados políticos han
sido cautelosos salvo Marko Cortés, porque en el PRI y el PRD, saben que es una
“papa caliente” y apostar capital político a su defensa puede provocar un
retroceso en lo ganado en la pasada elección y la posibilidad de nuevas
alianzas políticas.
Quizá, por eso Diego Fernández de
Ceballos, dijo que si él estuviera en esa tesitura nunca se hubiera ido del
país y enfrentaría la justicia. O sea, hubiera hecho política, desde los
tribunales y los medios de comunicación, pero, Anaya, se acalambró y no tiene
el temple de Fernández de Ceballos, así que se fue al autoexilio, esperando que
los tiempos cambien y regresar ilusamente para ser el candidato de la oposición
a la Presidencia de la República.
El futuro no parece estar a su favor y muy
pronto veremos a la FGR, emitiendo la ficha roja que activará a la Interpol para
ejecutar la detención y en un tiempo indeterminado, Anaya podría ser detenido y
trasladado a México, para que responda in situ por las acusaciones que
pesan sobre él.
Obviamente, este será un golpe mediático
muy fuerte a la oposición, sobre todo si algunos de ellos persisten en el
argumento de que se le esta persiguiendo por su ambición política y no por
delitos, que están tipificados y documentados, la oposición en este y en otros
asuntos, tiene que mostrar que está del lado de la justicia, porque flaco favor
se hace, si asume la defensa de alguien que al menos está bajo sospecha criminal.
En definitiva, Anaya juega la
carta incierta del exilio y podrá seguir subiendo videos a la red,
satisfaciendo a sus seguidores que, sin duda tiene, pero, en política se
necesita algo más que eso y tiene que ver con que al político se le vea de una
sola pieza y eso hoy, no ocurre, con el queretano residente en Atlanta.
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