UNA NARRATIVA DE ÉXITO PARA SINALOA
UNA NARRATIVA DE ÉXITO PARA SINALOA
Vivimos tiempos en que los
procesos electorales terminan no pisando callos sino lastimando profundamente. No
porque la derrota per se no signifique dolor, sentimiento de impotencia,
sino porque en esta elección se valió todo y eso puede incluir la amenaza, los
golpes, el secuestro, la muerte.
Y si bien, en Sinaloa, sólo
faltaron las muertes físicas, hubo de lo demás y mucho durante las campañas por
los votos. Ya tenemos triunfadores. Hay carro completo a favor de Morena. El
estado se pintó de tinto.
El librito del buen político,
entonces, recomienda curar mediáticamente las heridas. Dentro y fuera del
partido del ganador. Así aparece el llamado de Rubén Rocha que llama a la
conciliación. A dar vuelta a la hoja electoral. Pero yerra. Al día siguiente
acusa al PRI de haber amenazado y ejercido la violencia. ¿Cómo? si fueron los
más directamente afectados. Les bajaron candidatos en Concordia, les
secuestraron dirigentes y operadores políticos en Culiacán y les intimidaron
operadores políticos en todo el estado. Y es una parte seguramente pequeña de
lo sucedido. El resultado está a la vista: el PRI junto con sus aliados
quedaron en la lona. Nunca un partido que amenaza y golpea con premeditación,
alevosía y ventaja le puede ir tan mal.
Entonces, se busca explicarlo en
términos de narrativas. Había que construir una que explicara lo que sucedió
antes y durante la jornada electoral. Más, cuando se ha generado un silencio poselectoral
mortuorio que alcanza a prácticamente todos los actores sistémicos y medios de
comunicación incluso, los criminales, que pusieron en reposo sus armas.
Hay un dicho muy sonado en la enseñanza
de historia de las revoluciones que señala “la historia la narran los vencedores”.
Eso es lo que se encuentra detrás de las palabras de Rubén Rocha cuando busca construir
la narrativa “buena” de lo sucedido en el pasado proceso electoral. Acríticamente
la ha asumido la prensa libre. Como una nota para ocho columnas, pero sin el análisis
correspondiente.
Sin embargo, fuera del estado la
narrativa es otra no solo para Sinaloa, sino para la mayor parte de los estados
de la federación. La revista Proceso en la edición adelantada de esta semana construye
una narrativa alternativa. Hace el recuento de daños de lo que fue está
elección que favoreció ampliamente al presidente López Obrador y a su partido y
lo explica no en clave de partidos, no acusa al PRI ni a otro partido, sino a
las organizaciones criminales que están instaladas en las distintas regiones.
Y lo dice claro la revista creada
por Don Julio Scherer: “los cárteles del narcotráfico participaron activamente en
los actuales comicios para imponer y vetar candidatos a cargos estatales y
municipales”, lo cual necesariamente derivó en beneficio de unos partidos en
perjuicio de otros. Lo que significa un efecto a corto y mediano plazo pues “las
nuevas autoridades tendrán que lidiar -junto con la falta de recursos para
ofrecer servicios, construir infraestructuras o combatir la pobreza- con los
chantajes, los intentos de cooptación y la violencia abierta del crimen
organizado”.
O sea, está bien que la gente
haya renovado la esperanza en clave local, que lo festine porque ve venir un
acto de justicia largamente esperada y hasta un ajuste cuentas con los
culpables de su posible estado de pobreza. Pero poniendo los pies en la tierra.
Ese mundo justiciero esta acotado. Por el modelo económico y la forma de
gobierno, pero también ahora por los grupos que buscan capturar a los gobiernos
en su beneficio. Con Morena o el partido que este en poder. No tienen ningún prurito
de orden ideológico o político. Su recurso no es la negociación y el acuerdo
sino simple y llanamente la violencia ilegitima.
En definitiva, en nuestro estado hay
una historia larga de las relaciones entre el poder político y el crimen
organizado, que esta normalizada. Que tiene muy definidos los límites. Al menos
para el gobierno. Pero eso no obsta para elaborar una narrativa de la violencia
política con cargo a los adversarios políticos. Para desgracia de está visión
de poder, en estos tiempos, todos con un smartphone en mano podemos convertimos
en periodistas y esas “notas e imágenes” circulan profusa e indefinidamente por
las redes sociales. Construyendo así de facto, otra narrativa, más apegada a
los hechos, a la tragedia que muchos vivieron en carne propia y que traen
todavía el miedo untado en la piel. Y que por supuesto no es bueno ni para los
que triunfaron. Al tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario