¿QUÉ PASÓ EN SINALOA?
¿QUÉ PASÓ EN SINALOA?
Ernesto Hernández
Norzagaray
Las pasadas elecciones de
gobernador en Sinaloa, como ninguna otra, han atraído la atención de los medios
comunicación dentro y fuera del estado, sorprende este interés porque los
resultados preliminares dieron una diferencia de casi 25% entre Rubén Rocha
Moya, el candidato de la candidatura común Morena-Partido Sinaloense, y Mario
Zamora Gastélum, candidato de la coalición “Va por Sinaloa”.
Llama, todavía más la atención
cuando sabemos que Rocha Moya, es el candidato a gobernador porcentualmente más
votado entre los quince postulados por el partido obradorista. Mejor, todavía,
cuando Morena, junto con el Partido Sinaloense, arrasaron en 23 de los 24
distritos electorales locales y en 15 de las 18 alcaldías.
Entonces, asaltan las preguntas ¿por
qué la atención mediática? ¿Por qué no dar vuelta a la hoja como ya la dieron
en el resto de los estados? Acaso, ¿hay algo que hace singular estas elecciones?
Primero, Sinaloa tiene el estigma
narco y no cualquiera, pero también buen periodismo, dos medios de comunicación
sinaloenses independientes, como son el diario Noroeste y el semanario Riodoce,
documentaron con mayor o menor
evidencia, lo ocurrido antes, durante y después el proceso electoral, pero, muy
especialmente, lo sucedido el día previo a la jornada electoral; luego los
corresponsales de algunos medios nacionales destacaron lo sucedido y más tarde,
fue Mario Zamora quien hizo su evaluación de la calidad de la elección
sinaloense para cerrar este capítulo la opinión informada de analistas, como es
el caso de Ricardo Ravelo, quien publicó ayer una pieza esclarecedora para los
lectores de Sinembargo.mx sobre el significado de los resultados en Sinaloa y
otros estados, que a su juicio traerán un “nuevo reparto territorial” del país.
Segundo, las denuncias que se
acumularon sin mayor respuesta de las autoridades judiciales terminaron por
configurar la sospecha de una elección concertada entre los factores reales de
poder.
Tercero, esta posibilidad
refrendada por los resultados arrasadores de la alianza “Juntos hacemos historia”,
hace posible otra explicación de los resultados que van desde la esperanza, el
clientelismo, la marca electoral de Morena, la estructura de territorial que el
Partido Sinaloense tiene montada sobre la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS)
y la capacidad indiscutible de coerción de los grupos criminales.
Cuarto, se ha dicho, incluso lo
refrenda Ravelo, que en esta contienda no solo estaba en juego que partido y
candidato alcanzaría la gubernatura, sino que cártel sacaría los mejores
dividendos territoriales y es que en gran parte del estado estuvo el Cártel de
Sinaloa y en una franja del norte, el Cártel de los Beltrán Leyva.
De ajustarse esta explicación a
los resultados está jornada estuvo en juego algo más que una serie de
posiciones políticas y eso podría, ser la marca, no sólo de esta representación,
sino de los siguientes gobiernos y del futuro del estado.
Cinco, Morena, no tiene una
dirigencia estatal desde 2015, cuando en un arranque memorable López Obrador
dio pie para que la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, expulsara de
Morena a cuadros históricos de la izquierda sinaloense y una camada de jóvenes
militantes, universitarios la mayoría, que no esperaron ser expulsados y
entregaron sus renuncias al partido y eso dio pie a qué en Morena lo asimilaran
militantes sin oficio político.
Ahora bien, pese a estar acéfala
de dirección política en 2018, Morena logró lo imposible que fue superar varias
veces lo logrado en las elecciones locales de 2016, cuando obtuvo menos del 5%
de apoyo electoral, alcanzando el triunfo en los siete distritos federales, los
24 distritos locales y las alcaldías más densamente pobladas del estado.
Seis, es, cuando, muchos, se
preguntaron: ¿qué necesidad había de hacer una alianza con un partido moribundo
y severamente cuestionado? Aquel que López Obrador y el propio Rubén Rocha, en
2018 habían fustigado acremente y hasta ofrecieron en la plaza pública, que un
triunfo de Morena significaría la desaparición del cacicazgo en esta
institución pública de educación superior.
Qué, ahora, por supuesto, no
ocurrirá, cuando de tener un escaño en el Congreso del Estado tendrá ocho,
cuando de tener 1 alcaldía tendrá 6, y por supuesto, estará en las
administraciones del estado y municipales haciendo “cogobierno”.
Cierto, Morena, con el impulso
que traía desde 2018, podía ganar holgadamente la elección, sin embargo, Rubén
Rocha según Riodoce condicionó su candidatura a la alianza con el PAS, incluso,
ante la duda y molestia existente en una franja activa del sector morenista universitario
señaló contundentemente con cierto aire antidemocrático: “Traición que voten
por mí y en contra de candidatos del mismo movimiento”.
Siete, una cuestión es clara,
notoria, evidente, hubo una operación selectiva del crimen organizado y muchos
candidatos y operadores quedaron en el camino y ya no volverán a ser los mismos,
luego de esas horas de cautiverio y de maltratos, que pudieron haber terminado
con sus vidas.
Entonces, si el crimen organizado
intervino fue porque tenía incentivos para hacerlo sea esperando beneficios en
el siguiente gobierno y/o neutralizando a sus enemigos de otros cárteles o,
mejor, ampliando también sus territorios.
Rubén Rocha, en una entrevista
que sostuvo durante la campaña con Carlos Loret de Mola, a pregunta expresa
sobre la relación que tendría en un eventual triunfo habló de puentes de
comunicación para pacificar el estado, lo que resulta inédito en la narrativa
política del estado y no porque, no haya habido una relación antes, sino porque
estos eran tema tabú propio de arreglos privados y leyes no escritas.
Ocho, sin embargo, este tipo de
estrategias entre actores institucionales y no institucionales, nunca han
traído buenos resultados, como lo estamos viendo con la “política de abrazos,
no balazos”, porque simple y llanamente en lo que va del gobierno obradorista,
tenemos más homicidios dolosos, que todos los de la administración de Felipe
Calderón, sin contar la triste historia de los miles de desaparecidos.
En definitiva, ya veremos cómo se
integra el nuevo gobierno sinaloense, que intereses estarán representados en el
estado y los municipios, especialmente los estratégicos, y si estos responderán
al relato justiciero de la 4T o a los de los actores emergentes, y si las
promesas de campaña, se harán realidad, lo que de no suceder, podría confirmar
las peores sospechas del sistema de alianzas que están en la antesala del poder
y podríamos, entonces, responder satisfactoriamente al porqué de la
excepcionalidad de estas elecciones sinaloenses.
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