PERDON, ¿ASISTIMOS A ELECCIONES NORMALES?
PERDON, ¿ASISTIMOS A ELECCIONES NORMALES?
No.
Lo normal es que la convocatoria
a elecciones hubiera tenido que ver con una antesala sin amenazas, secuestros,
golpes y las instituciones encargadas de garantizar unos comicios que a lo sumo
tuvieran los incidentes normales de una jornada electoral, como son las
derivadas de una deficiente administración, sea de los institutos electorales,
de la operación de los partidos o los equívocos de los ciudadanos en el momento
de votar.
Y es que desde los días previos a
la jornada electoral se reforzó un operativo criminal que varias semanas antes
se había inaugurado en los municipios de Concordia y Escuinapa con ejercicios
de intimidación contra candidatos del PRI y MC, y aquella anomia electoral, se
extendió a todo el estado nublando la atmosfera de la elección.
Esta información en medios de
comunicación y redes sociales fue in crescendo y en la antesala, se
cerró el día de la jornada electoral con el secuestro del secretario de
Organización del CD del PRI en el estado, lo que técnicamente dejó operando
solo a la coalición de “Juntos hacemos historia”, que para muchos observadores
de la cosa pública era innecesario por las tendencias que arrojaban las
encuestas de intención de voto y que Rubén Rocha, esgrimía adelantando el
resultado de la contienda.
En estos actos ilegales de los
distintos grupos criminales que tenían una visión estatal, pero sobre todo municipal
que habla notoriamente el interés de sellar un triunfo anunciado, alimentar el
mensaje correcto sobre quien manda en una Sinaloa segmentada por sus propios
intereses y a quien quieren de interlocutor político.
Se trata del nuevo capítulo de nuestra
sui generis normalización política y eso es motivo de inquietud, especialmente
entre los actores empresariales, como lo deslizó el dirigente de la Coparmex en
Sinaloa, quién mostró su preocupación en una entrevista por el resultado
global, un resultado, que no deja espacio para los necesarios “contrapesos
democráticos”, lo que podría dar pie a prácticas autoritarias.
Rubén Rocha, no tiene hasta ahora
un talante autoritario, sino conciliador, sin embargo, algunos de sus aliados
que sin duda tendrán un peso específico en el nuevo gobierno han dado muestras
de ello y eso ahonda, la preocupación en las élites y no sólo las económicas,
sino especialmente las sociales.
Pero brindemos un voto confianza
al nuevo gobierno y veamos si el talante conciliador se impone para el bien de
Sinaloa, y un primer mensaje para saber lo que viene, será la integración de
los gobiernos, más tarde, será el diseño de las principales políticas públicas
de la llamada 4T para el estado, pero no adelantemos vísperas, y veamos lo que
ya está prefigurado en la representación política.
En el Congreso del Estado habrá
mayoría absoluta morenista -y con los diputados del PAS la calificada- y eso
supone el mejor escenario para un proyecto político de cambio como el que
ofrece Rubén Rocha.
En los municipios pinta bien para
Morena conserva la mayoría de las principales y eso podría unificar políticas públicas,
pero, también, dada la mala experiencia con algunos alcaldes que hoy se
reeligen es muy probable se conviertan en la piedra en el zapato ya que actúan autárquicamente
como pequeños virreyes en su jurisdicción política y algunos, hasta podrían
estar o entrar en sintonía con grupos criminales.
Más, ahora, cuando estos grupos
diversos han hecho su trabajo “político” e irán seguramente por lo “suyo” y eso
puede convertirse en otra piedra en el zapato del gobernador, aun cuando en la
entrevista que Rocha Moya concedió al periodista Loret de Mola mostró voluntad
de dialogar para abrir un espacio a la distensión de la violencia -una forma eficaz
de recuperar lo que se hacía con cierta eficacia en los pasados años ochenta.
Ya no por la vía de facto sino desde
las instituciones del Estado. Haciéndose corresponsables de lo que sucede en
toda esta región y así bajar los niveles de violencia sin menoscabo de los
negocios formales. No hay que olvidar que la mejor garantía para garantizar la
gobernabilidad es haciendo coparticipes al mayor número de actores influyentes.
Y este actor, no se reduce a la parafernalia, que ha perfilado el narco cultura
sino son mucho más que sombreros, gorras y tambora sobre todo en el terreno
económico.
Esta atmosfera contraria al ejercicio democrático se reflejó en términos
inmediatos en el nivel de participación ciudadana que de acuerdo con el 80% del
PREP podría ser de la más baja en nuestra historia con 856 mil 038 de los 2 millones
252 mil 107 registrados en la lista nominal que representa hasta ese aproximado
el 38.01% de la lista nominal.
En definitiva, en varios
municipios no se vivió la normalidad electoral, la constante fue la actuación
de grupos criminales que rompieron con el juego democrático y hoy queda en la
atmosfera de que algo cambió en nuestras rutinas sucesorias y es la actuación ostentosa
de estos grupos en nuestra vida política. Ellos, también, ganaron y eso es una
ofensa a quienes libres y de buena fe, asistieron a las urnas.
¡Al tiempo!
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