ES LA GUERRA
ES LA GUERRA
Se veía venir.
López Obrador ¿cómo desaprovecharía
las oportunidades que brindan los pasivos reales o potenciales de sus
adversarios políticos?
Sería muy tonto -diría,
cualquiera, con un gramo de malicia política.
Sería, además, una renuncia al
mejor resorte que tiene y que es la denuncia pública de quienes a buen juicio buscan
alcanzar el poder haciendo uso de los recursos públicos o ilegales, sobre todo
en aquellos estados donde hay mayores riesgos para los candidatos de su partido.
Nuevo León, Chihuahua, Sonora,
Baja California Sur …
Y es que basta un “me dijeron”
para desacreditar a un gobernador o a un aspirante a ese cargo de la oposición.
O mejor, en aquellos casos donde
están demostrados ilícitos y van a ir con todo para evitar alguna operación
electoral y bajar el ánimo a la militancia opositora, como hoy sucede en
Tamaulipas.
Un presidente demócrata debe
evitar con la ley en la mano que se violenten las reglas de la competencia
electoral y observar desde su investidura a las instituciones administrativas y
judiciales para que hagan su mejor trabajo electoral.
Y en cualquier caso de mal uso o
parcialidades, está su partido para interponer los recursos que proporciona la
ley ya que son estas formaciones las instituciones legalmente registradas para hacerlo
ante las instancias correspondientes.
Pero, es obvio, el presidente y
su partido, no confían en los responsables administrativos de las elecciones y
en quienes resuelven las controversias jurídico-políticas.
No hay que ir muy lejos para saber
lo que piensan sobre los acuerdos y sentencias emitidas recientemente en los
casos polémicos de Guerrero y Michoacán.
Hay animadversión al árbitro y no
gusta lo que resolvió el tribunal electoral, perciben que hay “mano negra”
detrás de sus decisiones.
Y, menos, sobre lo que podrían
resolver en el resto del proceso electoral que pinta escenarios de competencia
cerrados y augura una alta conflictividad poselectoral.
Entonces, la estrategia va
dirigida a debilitar mediáticamente, y si es posible penalmente, a gobernantes
y candidatos de la coalición “Va por México” mientras al mismo tiempo, a los de
casa, ni se les menciona luego de señalamientos graves, como sucede en el caso
de Sinaloa, donde la periodista Anabel Hernández acusa al candidato Rubén Rocha
de haberse reunido con el líder del Cártel de Sinaloa para recibir su visto
bueno.
Menos, los actos de violencia
criminal, que ya costaron decenas de vidas que directa o indirectamente tienen
que ver con gobiernos y partidos como es el caso del candidato de MC en Cajeme.
Y, sobre todo, el lamentable
accidente de la Línea 12 del Metro que con sus muertos salpicó inmediatamente a
figuras claves del morenismo.
Y es el contragolpe mediático donde
la conferencia mañanera busca volverse virtuosa, para seguir teniendo control sobre
la agenda política del país.
La oposición desacreditada pero
organizada en la coalición “Va por México” sorprendentemente ha ido de menos a
más y, según las diversas encuestas, tendría muchas posibilidades de ganar al
menos el 50% de las gubernaturas en disputa y de acuerdo con un poll de
encuestas, el PRIANRD ya se metió en la disputa por las cinco circunscripciones
plurinominales y eso, seguramente, tiene nervioso al primer círculo del poder.
Entonces, la estrategia llama a echar
toda la carne al asador mediático y buscar revertir estas tendencias que se
expresan en las encuestas de intención de voto.
No hay que olvidar la
hipersensibilidad social ante la corrupción y el caso de la tragedia del Metro,
no hace distingos en el imaginario colectivo, y si el ciudadano medio percibe que
hubo corrupción en el tendido de la Línea 12 es muy probable que la cobrara en
las próximas elecciones.
En política democrática, “el que
la hace la paga”, así que lo mejor que puede suceder es que haya un dictamen expedito
del siniestro, pero, todo indica, que irá en contra del tiempo electoral o sea
va por el camino largo y eso, quizá, es lo que animó al intento de la diputada María de los Ángeles Huerta del Río
que propuso un punto de acuerdo para la Comisión Permanente del Congreso de la
Unión solicite a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México el desafuero
del senador Miguel Mancera, ex Jefe de Gobierno de la capital de la República, para
enjuiciarlo por el caso del accidente de la línea 12.
Ricardo Monreal, simplemente atajo
la iniciativa señalando: “Nosotros no debemos convertirnos en una tribuna de
linchamiento, ni de acusación, ni menos, vamos a prender hogueras para quemar a
personalidades públicas”
Y en ese juego de aprovechar pasivos
la oposición del PRIAN, hace lo propio, con los errores del gobierno aun a
costa de los exabruptos cometidos por dirigentes panistas en el caso de la
Línea 12. Y eso es nuestra política, el fondo de juegos de suma cero, dónde lo
que pierde uno busca ganarlo el otro o los otros.
Que es moralmente despreciable,
sin duda, pero recordemos aquella máxima de la política: la moral es un árbol que da moras.
Entonces, entramos al último
vagón de las campañas, la zona pantanosa de los ataques con toda la artillería
disponible para ablandar lealtades partidarias y encausar a los indecisos que
muchas veces terminan por decidir los resultados.
¿Y cuál de las coaliciones está
en mejores condiciones de lograr sacar los mejores saldos?
Aparentemente, es el partido en
el gobierno, lo vemos en las preferencias que se muestran todavía en las
encuestas de intención de voto o mejor las deudas que dejaron sus predecesores
y todavía podría representar el “empujoncito” para lograr conservar el primer
lugar en las preferencias.
Pero, igual, sino se sustentan
los señalamientos contra algunos actores y se encausan los dichos por la vía
institucional, podría provocar el efecto contrario.
Que se victimice al candidato hoy
en campaña y ayude como ha sucedido en el pasado. El problema es que no hay tiros de precisión y la fiscalía
es lenta, está visto que no da resultados, ni siquiera en los casos viejos, y
eso lo sabe y reclama el propio presidente.
Entonces, solo hay que esperar el
efecto mediático y que la gente determine lo mejor entre los intereses que
están en juego.
El resto es ruido.
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