LA ESPESURA Y LOS CANDIDATOS
LA ESPESURA Y LOS CANDIDATOS
Se está espesando el proceso electoral.
Luego de una semana en que la aspirante priista a la alcaldía de Concordia se
retirara de la contienda en medio de rumores de que había sido amenazada por integrantes
del grupo armado que opera en la región y luego, de amenazas al equipo de
campaña del candidato del partido Movimiento Ciudadano (MC), a la alcaldía de
Escuinapa y que al parecer, explica la balacera que se dio en este municipio
justo el día del debate entre candidatos a gobernador, está semana el curso del
proceso electoral, se enfiló lamentablemente hacia la judicialización.
Los candidatos punteros siguieron
moderadamente la táctica iniciada por Sergio Torres, el candidato a gobernador
del partido MC, quien había interpuesto de golpe 41 quejas ante el tribunal
electoral y la Fiscalía General del Estado: “los motivos de estas demandas, dice Torres, son que se
violenta el principio de equidad ya que en los 19 distritos que impugnamos,
tienen doble financiamiento, doble prerrogativas, es decir, doble número de
spot de radio y televisión y doble financiamiento público y privado".
Rubén Rocha, hizo lo propio y dirigió
sus denuncias ante la FEPADE, contra Evelio Plata Inzunza, Secretario de Pesca
y Manuel Tarriba, Secretario de Agricultura, pero mediáticamente su enfoque era
hacia su antiguo jefe, el gobernador del estado. Lo acusa de patrocinar una
campaña negra en su contra sin aportar nada y obtiene como respuesta un deslinde
preciso y contundente los funcionarios señalados: “deben responder por sus
acciones”.
Mario Zamora, por su parte, se
fue a la Vice fiscalía de la zona centro para denunciar páginas de internet creadas
con el único fin de dirigir ataques contra él y su familia, pero no se quedó ahí,
les puso nombre y apellido a los presuntos culpables intelectuales cuándo
señala que estos “provienen de dos personas perversas, siendo los principales
sospechosos Héctor Melesio Cuén Ojeda, líder del Partido Sinaloenses y Rubén
Rocha, candidato a la gubernatura por Morena y PAS”.
En ese orden. Evidentemente estos
señalamientos neutralizaron mediáticamente los actos de intimidación armada que
es donde está el verdadero riesgo de la calidad de elección. Lo de las denuncias
interpuestas ante las fiscalías serán mera anécdota una vez pasada la elección.
Y los candidatos evitaran meterse en camisas de once varas en un tema que, si
bien es competencia del gobierno federal, sin duda, tiene efectos duros localmente.
Y en esta elección, el mensaje es
que los armados no serán invitados de piedra. Están y estarán activos antes, durante
y después de la elección. Es un actor informal de la vida pública sinaloense.
Entonces, podemos distinguir entre las prácticas de intimidación de estos
personeros y las querellas judiciales de los candidatos. Y hay que estar
pendientes porque en el pasado adquirió tintes violentos. ¿Cómo no recordar el asesinato
del diputado Saúl Rubio en 2004 o los ataques al transporte urbano en la
víspera de las elecciones de 2016?
Quizá, por eso, los candidatos evitan
o desvían estos temas y buscan que “corran las campañas” por los causes
institucionales, cómo lo señala Rubén Rocha. Pero detrás de esto está nuestro
singular “big brother” que todo lo ve, con su entramado de relaciones
económicas, políticas y sociales. Que tienen sus propios intereses y su propia
visión de la política.
O sea, que la democracia electoral
en estados como el nuestro no es como lo indican los libros institucionalistas de
los politólogos Giovanni Sartori o Norberto Bobbio, sino tienen su propia singularidad
y es donde está. el desafío de estudio de lo electoral. Y es en esa realidad,
donde los actores políticos se mueven y saben de los límites.
Por eso, las campañas negras y la
política de albañales, no pasa de ser materia de titulares y alimento envenenado
para el morbo público. Y, aun así, en uno y otro bando, hay quienes hoy se
desgarran ilusamente las vestiduras en las redes sociales por uno u otro
candidato, por una u otra bandera de colores intensos o proyecto reivindicador.
Pero esa es una realidad virtual
o alterna. La política realmente existente -parafraseando al alemán Rudolf
Bahro, autor de aquel celebrado libro sobre el “socialismo realmente existente”-
es la que estamos viendo en las costuras de la elección. Lo otro es ruido
electoral. Quizá, por eso, la pobreza programática de los competidores. El
ruido se impone sobre la propuesta, como lo escuchamos, en el primer debate de
esta semana.
Y es que ¿realmente son
incompatibles los proyectos que esgrimen al menos los candidatos punteros?
En una revisión que hice recientemente
para una entrevista. Me encontré que Rubén Rocha construye su discurso electoral
al ángulo de las emociones y las necesidades, sobre todo, a los sentimientos de
la precariedad. Acorde con la 4T ofrece y ofrece en un discurso que pareciera que
el recurso público es inagotable. Coincide además con los ataques a un segmento
de empresarios poderosos. A los que acusa de estar detrás de ataques a su
campaña. A su búsqueda de los votos. Es
decir, se victimiza como recurso político y señala culpables, sea el gobernador
o estos empresarios. Es un relato que ya hemos escuchado. Es más que no ha
dejado de escucharse en la vida pública nacional.
Mario Zamora, por su parte, alerta
sobre los riesgos que amenazan real o ficticiamente la vida pública. Y habla en
clave genérica de los programas de salud, libertad de expresión, Estado de Derecho
o tenencia de la tierra. Y también dirige los tiros hacia los sinaloenses más
desprotegidos. Y a ellos ofrece ampliar los programas sociales del gobierno
federal. Incluso, ofrece, rescatar programas que ha cancelado el gobierno
nacional. Tiene una propuesta económica más visible que parte del principio
básico de que para distribuir, primero hay que crear riqueza. No al revés. Y es
ahí, donde radica nuestra complejidad.
La del cómo construir en una
sociedad tan diversa y contaminada. Por, eso, cuando se ven las amenazas reales
a la calidad de la elección todos desvían la vista a otro lado, es mal indicio,
lo correcto debería ser que por encima de las marcas partidarias los candidatos
a gobernador se pronunciaran en contra de cualquier manifestación que amenace al
más humilde de los aspirantes a gobernar.
Pero, eso no sucederá, porque gana
lo que divide, no lo que suma al interés público. Ese es un problema de nuestra
política. Al final, la receta de esta espesura la tendrá el electorado y
veremos sus saldos. Al tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario