El ZOO Y LOS DERECHOS
El ZOO Y LOS DERECHOS
¿Cómo apoyar las justas banderas
sociales de la 4T y al mismo tiempo, los desatinos que se están cometiendo contra
las instituciones del Estado mexicano? Acaso ¿se puede reivindicar la justicia
social sin tener contrapesos institucionales? ¿o con una pérdida paulatina de
la seguridad jurídica? O mejor ¿tiene futuro una estrategia política disruptiva
en clave de gobernabilidad? Son preguntas que muchos mexicanos nos estamos
formulando entre ellos forzosamente quienes en 2018 votaron por los candidatos del
PRIAN, pero, también entre quienes lo hicieron por los candidatos de la
coalición “Juntos haremos historia”.
Intentaremos, responderlas, desde
la perspectiva de quién habría votado si bien, no en línea, si por los candidatos
morenistas a la Presidencia de la República, al diputado federal y alcalde del
municipio donde vivo (razoné mis votos y los hice público en un artículo aparecido
el día de las elecciones constitucionales en el diario sinaloense Noroeste).
Veamos. Como muchos millones de
mexicanos vi con simpatía desde que apareció la proclama justiciera: “Por el
bien de todos, primero los pobres”. Ningún buen mexicano podía estar en contra
de ella por lo justa. Se trataba de evitar a través del voto que este país siguiera
la espiral económica que había traído corrupción y pobreza en gran escala con
dos de cada tres mexicanos en algún estado de pobreza.
Resultaba indispensable y urgente
una reorientación del modelo económico. Ese que había dejado a los jóvenes sin
expectativa de un mejor futuro y al dejarlos sin futuro, no pudieron alcanzar un
primer empleo formal y en esa condición de abandono, asumieron riesgos de caer
en las redes de la criminalidad. Recordemos la expresión de Sandra Ávila cuando
dijo a Julio Scherer: “Hacen cola”
Para tener una idea de la gravedad
basta ver la frustración que existe en un segmento importante de los jóvenes que
habiendo tenido la oportunidad de acceder a la universidad y terminaron una
carrera profesional, logran en el mejor de los casos obtener un empleo precario
y efímero gracias a la reforma laboral peñista que privilegia la flexibilidad
laboral y el llamado outsourcing o sea la subcontratación con mínimos
derechos. Ahí está, el abogado que ruletea, el biólogo que tiene una carreta de
mariscos…
Entonces, la luz que representó un
gobierno que aun con todos los tropiezos busca y buscaba cumplir con su
programa social que es un imperativo humanista y solidario con los que menos
tienen.
Sin embargo, este apoyo no puede
ser acrítico sin más y en todo. Asumirse como simple comparsa. Un gobierno legítimo
debe estar siempre acompañado de la crítica porque con ella se pueden tomar
mejores decisiones en la esfera pública. Además, está ahí, como en toda
sociedad diversa donde se respeta la circulación de ideas. Y, eso, lleva a
preguntar si en la búsqueda de la justicia social, ¿se justifica todo?
Pasar por alto la construcción de
consensos y privilegiar las bolas rápidas en la toma de decisiones puede
significar que lo ganado en un lado se pierda en el otro. Y peor, cuando se genera
incertidumbre, que puede terminar afectando el asistencialismo social, lo cual
obliga a la prudencia para mantener los equilibrios básicos. Y eso no se está
haciendo en varios escenarios de la vida pública, cómo lo vemos a continuación.
La decisión de vapulear y
desacreditar al árbitro electoral en la víspera de los comicios concurrentes
del 6 de junio no es una buena idea. Al árbitro como en un partido de futbol se
le respetan sus atribuciones. Es, más, todos los actores políticos, deben constantemente
exigirle al árbitro que cumpla a cabalidad sin detenerse a pensar si sus
decisiones de ley perjudican a uno u otro equipo, a uno u otro jugador.
Y está vez, los ataques se han
hecho con saña y mala fe, sin detenerse un momento a pensar que el Consejo
General del INE es un órgano constitucional colegiado. Ahí, como hemos sido testigos,
las decisiones se toman por consenso o por votación mayoritaria. Así, lo vimos
en la votación cerrada para cancelar o no las candidaturas a gobernador de Félix
Salgado Macedonio y Raúl Morón por no informar sobre sus gastos de precampaña. Que
dicho de paso el candidato guerrerense culpa hoy a los dirigentes de Morena.
Acaso, me pregunto, ¿si el
resultado de la votación hubiera sido en sentido contrario se estaría pidiendo
juicio político no para todos, sino para solo dos de ellos? Lorenzo Córdova y
Ciro Murayama. Obviamente, Morena hubiera celebrado la decisión y reivindicaría
el papel de la mayoría. Pero cómo no fue así. Ahí tenemos la demanda de juicio
político para dos, si para dos consejeros.
Además ¿para qué esta tensión si
el asunto esta en manos del tribunal electoral que en cualquier momento emitirá
sentencia o devolverá el asunto al Consejo General?
Y lo mismo sucede, con el tema
escandaloso de la ampliación de la gestión de los actuales ministros de la
Suprema Corte de Justicia, qué si bien el artículo transitorio, no fue
presentado por ningún senador morenista, sino por uno del partido Verde, esta
iniciativa fue adoptada por el presidente López Obrador y votado por la mayoría
de su partido aun, cuando, es una clara violación constitucional, como lo han
señalado los diputados Porfirio Muñoz Ledo y Pablo Gómez, que al cerrar esta
colaboración me enteró que fue votada mayoritariamente a favor.
No menos preocupante, es la
iniciativa para modificar la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión y
crear el Padrón Nacional de Usuarios de telefonía móvil, lo cual significa
recabar datos que son exclusivos de las personas como son el iris, las huellas
dactilares y tu cara para vincularla a un número celular.
¿Cuál es el fin de esta iniciativa? Aparentemente
inofensivo incluso lo practica de un tiempo acá la Secretaria de Hacienda con
los contribuyentes cuando se les da de alta en su sistema. El problema es que
como lo vimos hace unos años en el IFE, la información que le habíamos dado fue
robada y vendida y hoy cualquier ente interesado puede tenerla para sus
estrategias políticas, comerciales o de seguridad. Y lo mismo podría suceder si
entregamos nuestros datos biométricos. Pero lo sucedido con los datos del IFE
empequeñecen cuando vemos los alcances que puede tener en manos de un gobierno.
El “big brother” que está detrás podría
estar buscando lo que hoy se tiene en China, donde hay un control estricto sobre
la población, con estos datos el gobierno otorga un “crédito social” en función
del comportamiento de cada uno de sus gobernado que es evaluado a través de un
sistema complejo que supervisa los actos de los habitantes de ese gran país asiático.
Entonces, de que estamos
hablando, cuándo tratamos de conciliar las buenas políticas sociales con las
decisiones que se están tomando en contra de las instituciones de la transición
democrática o la captura de nuestros datos biométricos, si hubiera que representarlo
con una imagen sería la de un zoológico donde se da de comer a sus habitantes,
pero estos no tienen más derechos que los de recibir alimentos en un tiempo y espacio
acotado. Ese es el riesgo, que el ciudadano pierda instituciones que técnicamente
lo protegen.
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