ADIÓS A LA MILITANCIA
ADIÓS A LA
MILITANCIA
Soy miembro de una generación
que tenía un gran culto por la militancia alimentada por la lectura apresurada
de libros de culto que nos revelaban historias heroicas como la Ho Chi Min, luchando
contra los colonialistas franceses, o la de los sandinistas contra el dictador
Somoza; o las que tenían que ver con personajes legendarios e imbatibles como Fidel
Castro y el Che Guevara, o los duros como el acero como aquel Pável Korcahguin creado
por el escritor ruso Nikolái Ostrovsky, todos ellos, ejemplos
indelebles, que darían sentido a otras vidas que podrían descarriarse en la
irrelevancia de la nada, la enajenación de las rutinas laborales o los vicios
mundanos.
Había entonces que construir, autoconstruirse,
una historia de militancia en organizaciones o partidos ideológicos que desde la
marginalidad ofrecían tomar el cielo por asalto. No como un salto al vacío,
sino un salto a la historia de aquellos olvidados de la tierra que preconizaba el
martinico Frantz Fanon.
Ahí, está aquella historia trágica
narrada por Héctor Aguilar Camín sobre el camarada Evelio Vadillo, un joven militante
comunista, que a principios de los años cuarenta, va a Moscú junto con José
Revueltas, como representante al Festival Internacional de la Juventud, que se
celebraba con toda la parafernalia y excitación que provocaba la Plaza Roja con
ese fondo espectacular que todavía representa la bella Catedral de San Basilio.
Bien, pues el camarada Evelio
Vadillo, en esos días de afirmación comunista, desaparece y Revueltas se da a
la tarea de buscarlo infructuosamente, recorriendo las comandancias de policía y
los hospitales, a los organizadores del festival. Y nada. No hay rastro por
ningún lugar de Vadillo.
Revueltas regresa mortificado a
México y da parte a la dirección del PCM, que hace gestiones burocráticas, pero
sin ningún resultado positivo. Nada se sabía del camarada Vadillo.
Pasan 15 años y una tarde de
mayo Revueltas, recibe una llamada de un familiar de Vadillo, diciéndole que
estaba de regreso el camarada. Que quería hablar con él y decirle lo que había
vivido. Revueltas sale corriendo hacia un domicilio de la colonia Roma de la
Ciudad de México, donde se encontró a un hombre de vejez prematura, sin
cabello, sin dientes, pero con un cierto brillo de esperanza en sus ojos. Se
abrazaron en silencio.
Y aquel hombre enjuto le dijo
palabras más, palabras menos, qué había sido detenido por unas pintadas que aparecido
en el edificio donde se hospedaba y que se le achacaban a él, y peor porque era
trotskista, y una acusación de ese tamaño en esos años del periodo de
entreguerras, era una maldición, te caía el mundo encima, y Vadillo fue
remitido al archipiélago Gulag, campos
de trabajos forzados, donde literalmente se lo acabaron físicamente pero a
pesar de la tempestad que había vivido seguía siendo comunista.
Y esta fue la respuesta a una
pregunta al ya disidente Revueltas sobre si el partido se había equivocado: El
partido nunca se equivoca, se equivocan los hombres.
Esa era la militancia de la izquierda durante
buena parte del siglo XX, personas que sacrificaban todo con tal de contribuir
a la revolución. Al logró de una sociedad igualitaria. Donde todos tendrían
derecho a un trabajo y un plato de comida en la mesa. Viene a cuento esto porque
esa militancia ya no existe.
Existen miembros de partidos de
izquierda que en épocas electorales se dicen militantes, pero solo en esa época.
El resto del tiempo viven como cualquier otro. No acompañan ni promueven otras
luchas sociales. Y eso percibo en la actual circunstancia, los militantes se
activan en reuniones, discusiones, sobre esta u otra candidatura, pero acatan a
regañadientes las decisiones centrales. Los dirigentes partidistas conocen esa
psicología por eso negocian en las alturas.
Incluso, podríamos decir que
en el caso de Morena la militancia, al menos la sinaloense, en el mejor de los
casos se les trata como afiliados, pero la “propiedad” de ese bien público que
son los partidos sigue siendo del presidente y su primer círculo. Nada más. Hay
una ausencia de vida interna y eso lleva, a que los miembros de este partido se
plieguen al ideario de su líder o, en su defecto, a figuras influyentes que han
construido su poder por los apoyos que el electorado ha brindado a la marca Morena
y, frecuentemente, por que son buenos para hacer relaciones públicas.
Es decir, estos no se deben a
su trabajo político, sino a algo ajeno a la militancia aquella que marco a la
vieja izquierda de las características de un Vadillo o un Revueltas, por eso el
título de este artículo, adiós a la militancia.
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