VACUNAS Y MUTACIONES
VACUNAS Y MUTACIONES
Las cosas buenas de la vida frecuentemente
vienen acompañadas de noticias malas. Es una dialéctica rara, contradictoria, circunstancial,
acrisolada que atempera la felicidad, cuando esta debiera ser la ley de la
vida. En lo privado y en lo público. Son los rostros del dios Jano y con
especial rigor, es incertidumbre, en lo público por los efectos que tiene sobre
la sociedad.
Así, durante el fin de semana pasado
el presidente López Obrador, anunció su gobierno ya había comprado 140 millones
de vacunas contra el virus SARS-Cov-2 y luego, se empezaron a aplicar casi un
millón de ellas entre la población más vulnerable y alejada de los centros
urbanos del país. Lo cual, sin lugar de dudas, fue una buena noticia. Solo que llegó
con una mala que al menos en Estados Unidos se habían detectado siete nuevas
cepas del virus lo que inmediatamente dio pie a la incertidumbre sobre la
capacidad y alcance de la vacuna china y de cualquier otra. La Pfizer o
Sputnik.
No soy especialista en vacunas,
pero, como cualquier otro ciudadano, me preocupan los posibles efectos de las
mutaciones del virus. Pues de debilitarse el suministro podría dejar desprotegida
sobre todo a la población más vulnerable. Aquella qué por edad y comorbilidades,
pueden ser alcanzada y hacerla pasar un mal rato. Incluso costar la vida.
Y quizá por eso, Claudia
Sheinbaum, salió a decir a quienes han sido vacunados que no deben bajar la
guardia sino mantenerla en alto, porque estar vacunado contra la SARS-Cov-2, no
necesariamente significa que lo está para una mutación (esto ya es de mí
cosecha). Igual, como se ha mostrado, las reinfecciones existen ya se han
manifestado.
Y es que ser portador del virus
en tu cuerpo no te hace inmune y menos, si se trata de una mutación que sabrá dios
que elementos novedosos presenta que no se deja someter por la ciencia médica.
Que se renueva y con mayor vigor. Y, quizá, es lo que llevó a Antonio Guterrez,
el flamante Secretario General de la ONU, a pronunciarse ante el club selecto
del Consejo de Seguridad de ese organismo internacional, y retomar la idea de
que la salida al Covid-19 sino es global, no será local, por las mutaciones que
se pueden presentar en aquellos del llamado sur global.
Obliga, entonces, a estrategias globales
más preventivas, inclusivas y solidarias. Y da un dato muy revelador y
preocupante de lo que está sucediendo con la distribución de esa vacuna: el 75%
la han acaparado 10 países. Y, no hay que dar mucho la vuelta, para saber que estos
son los de las economías desarrolladas.
Es, por eso, que el portugués Guterrez
señala contundente: “Si se permite que el virus se propague como un incendio
descontrolado en el sur global, mutará una y otra vez. Las nuevas variantes
podrán volverse más trasmisibles, más mortales y potencialmente, podrían
amenazar la eficacia de las vacunas y los diagnósticos actuales”.
En el mismo sentido se ha pronunciado
el presidente López Obrador, pero con menos audiencia internacional y, sobre
todo, sin la interlocución de quienes toman decisiones importantes en escala
global. Pero, es una postura, que seguramente gana y ganara más simpatías en el
llamado sur global, pero, está visto, históricamente que una cosa son los
intereses de los miembros permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU y
otra, muy distinta, la de los miembros no permanentes que se manifiestan en el pleno
de la Asamblea General.
Simplemente, hay que tener en
cuenta, el derecho de veto que tienen los cinco miembros permanentes en decisiones
que a su juicio afectan sus intereses estratégicos (China, los Estados Unidos, Francia, Federación de Rusia y el Reino Unido).
Y, en esto, de las vacunas anti
Covid-19, está en juego no solamente tener la solución en sus manos sino los
compromisos que en clave nacionalista hoy recorre el mundo.
Joe Biden, el presidente de los
Estados Unidos de Norteamérica, hace unos días respondió con una negativa a una
petición que le hizo López Obrador para que le apoyara y conseguir más vacunas
pues “primero están sus compatriotas”. En la Unión Europea la respuesta fue más
o menos la misma. La de un bunker de 27 países dónde por supuesto no todos son
iguales. Y estas respuestas hasta pueden resultar lógicas cuando las vidas de
estadounidenses y europeos están cayendo como un efecto dómino.
Al punto que está poniendo en
riesgo su estabilidad económica. Sin embargo, este patrimonialismo
nacionalista, puede emporar las cosas, sino hay una estrategia global de
recuperación económica y sanitaria. Bastaría, reconocer que las patentes de las
vacunas se convirtieran en patrimonio de la humanidad para que cada país, con o
sin auxilio internacional, pudiera ser capaz de desarrollar el antídoto a los
efectos del virus.
Pero, no, prevalece el principio de la ganancia
que siempre ha estado detrás de las firmas farmacéuticas con este y otros
bichos que nos lastiman la vida. Y es que, es un volumen inconmensurable de
dinero lo que está en juego y estas nunca lo dejarían ir, menos todavía, si
consideramos el poder global que representa.
O acaso, no hemos aprendido de la lógica del
capital, de su constante reproducción ampliada. Es la promoción de las guerras
en terceros países y, también, en este tema de las vacunas, la disputa de un
bien escaso. Que tiene una lógica legitimadora en sus Estados Nación, bajo la
premisa de “primero los nuestros” y luego los amigos, los vecinos y al último
los enemigos.
Así, hay que ver, cómo país el
lugar que ocupamos en está geometría política tenebrosa de afectos y desafectos.
De China a Europa; de Rusia a Estados Unidos de Norteamérica. Cuáles son
nuestras fortalezas para movernos en un concierto de intereses globales y donde
preocuparía, como le vaya a México en la medida en que afecte intereses
económicos y geopolíticos.
En tanto eso se aclara, habremos
de ser testigos, de una suerte de goteo de vacunas de distinto origen y patente,
que puede llevar a que los planes del gobierno se retrasen aun habiendo pagado el
suministro. Algo, de esto, hay en las palabras de López Obrador le gana la
incertidumbre propia y de los países que seguramente ven en el un liderazgo
especialmente en América latina, y a los que se les complica estructural y
políticamente más la situación para contar con las vacunas aun cuando este la amenaza
de las mutaciones que ya se están viviendo en la región.
En definitiva, las buenas
noticias, no siempre lo son tanto, nos gana siempre la incertidumbre quizá alimentada
más por nuestra propensión incorregible a la fatalidad.
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