UN LITIGIO SOSPECHOSO
UN LITIGIO SOSPECHOSO
Te lo explico muy claro, me decía una persona muy informada del litigio que sostiene el alcalde de Mazatlán, con los concesionarios del estadio de beisbol, imagínate que rentas una casa y firmas un contrato por un año y a los dos meses, se presenta el propietario para pedirte que abandones la vivienda porque se establecía que deberías tener limpia la fachada del inmueble y eso, desde su particular punto de vista, no se estaba cumpliendo.
El inquilino le responde espera
no veo sucia la fachada, no hay manera de que lo este, tengo apenas dos meses
de ocuparlo y solo vivimos en ella mi esposa y yo. Pero, que te parece que ante
tu postura irreductible para que me salga y la mía que no renuncio al contrato,
sea un juez el que decida quien tiene la razón jurídica. No te sales, entonces,
dice el dueño molesto. Y el del contrato dice no y decide ir al juez para hacer
valer su derecho.
Esta imagen es la que esta atrás
del litigio por el estadio de beisbol que tiene ya más de un año en los juzgados
de lo contencioso administrativo y en ese transcurso, contaminado por la
pandemia, ha provocado retrasos porque los juzgados no operan al 100 por
ciento, el reclamante ha intentado por la vía de los hechos invadir el espacio
del concesionario lo que ha suscitado quejas administrativas, nos dicen que ya
van dos, y el juez ha emitido sendas suspensiones por lo que el reclamante ha
tenido que dar marcha atrás para de nuevo embestir jurídicamente con el fin de echar
al inquilino que se ampara.
El problema de origen es que, en
el caso del estadio nos dice gente informada, existe un acuerdo entre el
anterior gobierno municipal y el concesionario que aportó 80 millones, aunque
hay quienes dicen que son cien, para dejar el estadio en el nivel mundial que tiene
hoy y, claro, no fue de gratis, el concesionario exigió que se ampliará el usufructo
y se acordó y aceptó que fuera de 25 años, ¿es mucho o es poco?
Ahí existe un debate, cómo es un
estadio de beisbol, y no un polideportivo, donde se pueden hacer otro tipo de
eventos recreativos, el uso se
circunscribe a la temporada beisbol que es a lo sumo de tres meses al año, con
los intervalos en que el equipo de Los Venados va a otras plazas a jugar con
los otros equipos, lo que reduce su utilización probablemente a mes y medio, y
el resto del año, salvo cuando se celebran o celebraban las convenciones de los
Testigos de Jehová, permanecía cerrado o parcialmente porque había que mantener
personal administrativo y de mantenimiento, para que el estadio se conserve
bien en beneficio del propio inmueble y los aficionados de dentro y fuera del
municipio.
Más aun, la pasada temporada de
beisbol y la Serie del Caribe, fue un fracaso financiero por los topes de
acceso y eso fue con cargo al concesionario, que no obtuvo ganancias y donde no
se comprometieron las finanzas municipales salvo por la caída de ingresos por el
boletaje vendido.
Entonces ¿qué sentido tiene sostener
este litigio que reclama recursos cada vez mayores de los contribuyentes cuándo
se podría llegar a un acuerdo que superara ese “problema” de falta de
mantenimiento del inmueble deportivo?
Acaso, habiendo buena voluntad de
las partes, ¿no se puede llegar a un acuerdo satisfactorio e ir a la siguiente
etapa que es hacerlo rentable todo el año, y de esa forma superar el impasse
que ha sido penoso e innecesariamente largo y cansado hasta el punto de que
podría hacer inviable a que se rompa la larga tradición beisbolera de Mazatlán?
Me explico, en el supuesto de que
haya un fallo en contra de los concesionarios en todas las instancias
jurisdiccionales que lo veo difícil por la existencia de una concesión legal,
el equipo Venados es del concesionario pues es quien paga la nómina millonaria
de la temporada, y está claro que quien tiene la nómina tiene el equipo, y este
podría ser llevado a otra plaza. ¿Qué les parecería el equipo Venados de
Tijuana o el de Venados de Durango?
Sería escandaloso, así que ni
siquiera el dueño, sino el encargado político del municipio, que es el alcalde,
metido en esto con una insistencia superlativa y obsesiva lleva a pensar que lo
que está en juego no son los intereses del municipio sino los del alcalde, y
eso hace sospechar y se rumora fuertemente que ya tiene quien podría ser el
siguiente concesionario del Estadio de Beisbol y estaría vinculado con el caso
escandaloso de Nafta.
Y eso, ya es otra historia, que
se rumora en la calle y en los bebederos del puerto.
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