RECUERDO DE JULIA MARICHAL
Hay muertes que sacuden, hay las que tumban y logras
levantar cabeza y están las que marcan para toda la vida. Les contaré una de
estas últimas que el pasado 12 de noviembre cumplió nueve años de haber ocurrido,
aunque se supo de ella hasta el 2 de diciembre de 2011. Se trata del asesinato con
toda saña de Julia Marichal, la actriz de cine, teatro y TV, además, pilar de la
cultura afroantillana en nuestro país. Con ella y Jaime Cortés, un gran director
amante de las comedias musicales tuve oportunidad de convivir cuando adoptaron generosa
a un grupo de jóvenes sinaloenses para que descubriéramos la música y las artes
escénicas.
Me invitaban ocasionalmente al Centro Universitario de
Teatro en Coyoacán para disfrutar de la atmosfera y las obras experimentales
que no se veían en el teatro comercial, me prestaban o recomendaban libros
incluso, en no pocas ocasiones, me invitaban a comidas o cenas en una atmosfera
de exquisitez dónde se sostenían largas tertulias con intelectuales y artistas que
luego veíamos en películas o en la televisión. Incluso, fui invitado a la boda
de Freddy Marichal, su hermano, quien tocaba la batería en el grupo de jazz de
Juan José Calatayud. Aquel enlace religioso ocurrió en la capilla de Villa
Olímpica donde se escuchó el coro inmenso de las hermanas Bermejo y luego, vino
una celebración inolvidable en la Casa Azul, donde alguna vez habitaron Frida Kahlo
y Diego Rivera y al parecer Julia los conoció cuando era una niña.
Cuando terminó mi estancia estudiantil nos veíamos
menos pero siempre una llamada, un mensaje electrónico o una visita, nos ponía
al día de nuestras vidas. El 21 de enero del año en que le arrebataron la vida
me envió un mensaje electrónico donde me pedía que lo reenviara a mis contactos
para que se supiera de la infamia que se estaba cometiendo con su sobrino el
cantante Kalimba, quien era acusado de violación por una chica de Cancún y se
montó un reality show pero se demostraría que había sido un “cuatro” con fines
de extorsión del mismísimo procurador del estado. Para Julia no estaba exento
el racismo y esa misma idea, sospeche, estuvo detrás de su muerte que coincidía
con su participación activa en el movimiento civil que encabezaba el poeta
Javier Sicilia.
Julia, era una mujer alegre, creativa y decididamente progresista,
como su madre la actriz Esther Martínez y su padre el escritor comunista Juan
de la Cabada. Cómo homenaje a Julia, hago público ese texto que este próximo 21
de enero estará cumpliendo diez años de su llegada y que nos recuerda cosas
sobre el racismo en México.
“LAS BRUJAS DE SALEM SÍ EXISTEN
En un país donde primero eres culpable, luego averiguas
y la desinformación reina, es muy fácil fabricar culpables, con tal de
justificar la incompetencia en el ejercicio de un cargo público.
Tal es el caso de Alor Quezada – ex procurador de
Quintana Roo- quien ha logrado montar todo un reality show, al encontrar
a los personajes y escenarios ideales que le han permitido fabricar, a pesar de
las incongruencias, un delito que nadie con tres dedos de frente hemos creído:
léase Kalimba, Daiana, Ithaly.
Los agravantes de Kalimba de antemano han sido:
1.- Nacer en un país donde el éxito no se perdona, por
algo el cuento de los cangrejos
2.- Pertenecer a un medio donde sin miramientos se
expone a sus integrantes
3.- Y el más grave: Ser Negro, lo cual siempre, hasta
ahora, históricamente, ha sido calificado con el sinónimo de lo sucio, de bajos
instintos, de desconfianza; los demás actuantes supuestamente adolecen de todo
esto. Y suceden en un país donde el racismo impera.
Kalimba ha sido desde muy niño, un ser que ha escalado
con mucho esfuerzo el sitio que ocupa, sin que se hayan tomado en cuenta las
humillaciones profesionales y agresiones sociales de que ha sido objeto.
Por un mes a toda hora, ha sido titular de noticias,
hoy, gracias a la captura de J.J., con un montaje sospechoso, el distractor
sólo ha servido para acelerar un contundente capricho: la orden de aprehensión
simplemente es negro, blanco exacto para un episodio armado. Amén de todas las
trampas preparadas que han dado pie al procurador para reproducir su intento.
Fue exhibido por un acosador presentador, que
fieramente “representa” el orden social y solo insistía en comprometer su buen
nombre, actitud que cambió a muy comprensivo y paternalista, con la pretendida
acusadora.
Si recapitulamos en la secuencia de los hechos, es
inconcebible que una “señorita”, luego de supuestamente observar una situación
inconveniente, se sienta muy débil, se duerma, dando pie a una terrible
violación, concluida ésta, escapa de la habitación, no para pedir auxilio y que
el agresor -presente aún- sea detenido, sino para sentarse por 5 horas a
esperar a su amiga.
El resto es conocido, así como han aflorado datos de
la vida personal de la supuesta víctima, la cual, con maestría, al declarar lo
hace fluidamente, adornando con elementos de consumo, para un escucha ávido de
“justicia” y presto a calificar.
Quien ha sido víctima de un evento tal, ciertamente se
traumatiza y no es capaz de dar detalles de continuidad, como la “niña” en
cuestión, que habla fluidamente y hasta cronometra el episodio.
Suspicaz es también que, hasta ahora los elementos del
staff, no han sido llamados a declarar, todo se ha centrado en Kalimba.
El argumento está armado, misión cumplida. Los
siguientes personajes participantes se encargan de exaltar la santa inocencia
de la “niña”; y Alor, gracias a su vestimenta de defensor, empuñando su
flamígera espada, se lanza contra el supuesto agresor, al que no le concede el
legítimo derecho a una defensa digna, ni la aportación de pruebas y testigos
que apoyen su defensa, demostrando con ello un canibalismo sin igual. Se trata
de destrozarlo.
Con el impudor de aquellos que con tal de salvaguardar
su poder a costa de falsedades que pueden ir desde unas irreales armas de
destrucción hasta la manipulación más vil de inquisiciones significativas,
aptas para el caso, desoye los testimonios de quienes defienden. Bastan un
malvado negro y una inocente víctima.
Quienes ignoran detalles de la vida y trayectoria de
tan ilustres autoridades, validan su actitud.
En la época del macartismo, Miller es acusado, sospechoso
de tener vínculos con el Partido Comunista de los Estados Unidos
Como consecuencia en 1953 Miller retoma esta historia:
En el invierno de 1692, en la pequeña comunidad de Salem, Massachusetts, unas
jóvenes son sorprendidas practicando embrujos. Las lógicas mentiras destinadas
a librarse del castigo dieron lugar a un juicio, desatando una verdadera caza
de brujas de gente inocente.
Hoy nos vemos sumergidos en un escenario semejante,
permitiendo que se perpetúen los mismos demonios de siempre, favorablemente
disfrazados, pero siempre dispuestos a infundirse entre nosotros
Aquí los personajes son los mismos, con diferente
nombre: autoridades que, sin menor pudor, están dispuestas a defender la
hipocresía, sus intereses creados, las falsas sospechas, su cobardía.
En la obra John Proctor clama por el honor y el valor
de su nombre, al igual que Kalimba.
Alor Quezada, ha cumplido con su cometido, ya destrozó
su futuro, a su familia, su vida. Una vida cuyo único delito es ser negro, por
lo tanto, como ciudadano no cuenta.
Muy satisfechos deben sentirse Alor y sus aliados de
que todo su montaje haya llegado casi al final de su proyecto.
Alor Quezada, el mismo que el 19 de enero exoneró la
violación de la turista canadiense Rebeca Rutland, a elementos de la policía
municipal de Playa del Carmen.
Yo lo responsabilizo a usted, al igual que a Félix
González Canto, a los supuestos “comunicadores Loret, Infante”, al tutor Juan
Sánchez Mendoza y demás participantes del destino que le han deparado a
Kalimba, y que Dios no se los perdone.
Con orgullo de quién es mi sobrino,
Julia Marichal Martínez”
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