PERO, ¿QUÉ NECESIDAD?
Bien lo razona el historiador Luis Antonio Martínez Peña, cuándo afirma que el alcalde de Mazatlán no entiende la “dinámica de los movimientos sociales” cuándo pretende endosar las manifestaciones feministas ocurridas en el puerto al biólogo Gildardo Izaguirre, quien seguramente se apareció en la última manifestación frente al Palacio Municipal y donde al alcalde le dijeron de todo lo que se le pueden decir a una persona misógina y contraria al libre ejercicio de la protesta.
Y es que claro, al no entender esa dinámica, lo más sencillo
es echar la culpa a “quien” supuestamente mueve los hilos tras bambalinas en un
colectivo autónomo cómo el de las mujeres que no necesitan de tutelas para
organizarse y movilizarse por sus demandas en un entorno violento contra ellas
¿O, acaso, ya se olvidó que este año han asesinado a decenas
de mujeres sinaloenses y que la mayoría de los feminicidios están sin resolverse?
Pues, todo parece que sí, el alcalde no tiene sinergia con
este u otros colectivos y en lugar de acercarse y hablar con ellas, hacer
política, toma el atajo del ataque más vil que es el desnaturalizar su
independencia.
Hablar en un tono autoritario y es qué por simple cálculo
político, debería ser más cauteloso, porque ese colectivo vota y levanta una de
las banderas más sentidas de las mujeres de Morena que es la lucha contra la
misoginia del poder y por la igualdad de hombres y mujeres.
Pero, cómo bien reza aquella expresión del filósofo Miguel de
Unamuno, “lo que natura non da, Salamanca non presta”, el alcalde porteño es un
personaje pedestre, en muchos sentidos nada acorde con los tiempos que corren
hoy en día.
Y, por la edad, ya no va a aprender, entonces este y otros
colectivos reivindicadores de causas justas deben comprender que están frente a
uno de los remanentes de la sinrazón política.
Un perfil extraño para alguien que aspira a continuar
disfrutando de las mieles del poder y dice que buscará nuevamente la alcaldía,
lo que debería llamar a la prudencia y el diálogo no a manifestar su enojo
porque las mujeres enarbolen sus demandas justas.
Detrás de ellas no sólo está Gildardo Izaguirre sino miles de
hombres y mujeres mazatlecas que comulgan con el ideario feminista y que
moralmente están siguiendo este tipo de manifestaciones en el puerto, en
Sinaloa, en México.
Y esa gente vota, o mejor votó por Morena, y lo que
programáticamente representa, no por hechuras de lo peor de la intolerancia de
otro tiempo, donde solo unos dedos tronaban.
Ese México autoritario ya no existe, pero si sus resabios y muletillas,
que a cada momento nos asaltan con sus expresiones misóginas cómo esa de que al
colectivo de las mujeres “un hombre las dirige”, refiriéndose al biólogo Izaguirre.
Que no le olvide al alcalde, que su triunfo electoral vino
endosado al de López Obrador, y si está dispuesto a volver a competir en la
constitucional deberá pasar la aduana de su partido donde igual que entre las
mujeres tiene sus detractores que le están haciendo imposible su promoción.
Qué por cierto ya no habla que va por la gubernatura, si no
por algo más modesto, el gobierno municipal del puerto.
Mazatlán, cómo el mismo lo recordó, no hace mucho tiempo, “se
cuece aparte” y es cierto que no sabe de lealtades y está entrenado en echar del
Palacio de Gobierno a los malos gobernantes, recordemos cómo le fue a Alejandro
Higuera, quien consumido por su soberbia pensaba que era eterno y una soberana
patada en el trasero lo puso fuera del poder perdiendo con Fernando Pucheta.
Y algo eso, está pasando con el actual gobernante, que se
muestra ostentosamente con sus excesos, cómo esa última de llegar a un acto
público en una camioneta Mercedes Benz del año que es de “su hijo” y que
independientemente de que lo sea o no, muestra su visión del mundo al que
aspira en su imaginario y que choca con la vida de los gobernados.
Y, eso, y lo de las mujeres, terminara pagando en las urnas y
lo que podría ser peor en el rechazo cuando vuelva a ser un simple mortal, el
que llegaba a desayunar con sus amigos a la Fonda del Chalío en Olas Altas.
¡Al tiempo!
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