EL FILTRO DE LA MUERTE
Se dice frecuentemente que la
muerte en general no respeta edad, género, estatus social, que cuando llega
levanta parejo, no distingue entre el deportista más aplicado y el pordiosero
más humilde. Es la regla de la vida. Pero la enseñanza de estos ya largos ocho
meses de convivir con el Covid-19 parece demostrarnos que también puede ser
selectiva.
¿Quiénes se han contagiado principalmente
de este nuevo coronavirus que en estos días ronda los 20 mil sinaloenses?
Bueno, de acuerdo al
levantamiento de información cuantitativa que viene haciendo cotidianamente la
Unidad de Estudios y Proyectos de la
Secretaria de Salud del Gobierno del Estado de Sinaloa los contagiados principalmente
provienen de los siguientes grupos de comorbilidad: No vacunados contra la
influenza (82.3%), hipertensos (25.06%), obesos (19.8%), diabéticos (16.3%) y
fumadores (5.4%), entre otros, que hasta el 9 de septiembre alcanzaba en
números redondos los 17 mil 195 casos distribuidos entre 8 mil 704 hombres y 8
mil 491 mujeres. Es decir, del universo total de cada uno de estos grupos
mórbidos son esos porcentajes los que literalmente no la libraron de estar
contagiados del virus chino.
Pero ¿qué pasa con los fallecimientos sinaloenses por Covid-19 que ya ha
superado los 3 mil casos? Primero, llama la atención de aquellos paisanos
contagiados que no se aplicaron la vacuna de la influenza en 2019, son los más
vulnerables, pues de cada diez detectados nueve se fueron al espacio
sideral.
Le siguen los hipertensos donde de cada dos registrados uno también
partió al más allá. Los obesos, esa constelación donde confluyen todos los
males del mundo se llevó uno de cada cuatro registrado.
Los diabéticos fueron el cuarto
grupo que se llevó a treinta y cinco de cada cien enfermos de este mal que daña
órganos. Los fumadores también fueron atacados por el bicho y prácticamente uno
de diez infectados.
Y, así, hay otras comorbilidades que contribuyen a esta leva que no sabe
de distingos sociales y económicos, pero, donde no todos, somos iguales.
El diario Noroeste a través de su unidad de investigación Indaga realizó
un escrutinio entre las actas de defunción y encontró dos datos que me parecen
fundamentales: Que no todos los contagios y fallecimientos por Covid-19 estaban
registrados y reportó que por cada registro había diez sin él, en un ejercicio de comparación con
respecto al año pasado y el otro dato es que los mayores efectos negativos
estaban no en los adultos mayores, ni tampoco en las morbilidades, sino en la
precariedad de ingresos. O sea, los más pobres, son los más expuestos a ser
contagiados sea por sus mitos acerca del mal o la necesidad de salir a buscar
diariamente la “chuleta”.
O ambas. El confinamiento para ellos es un lujo que no pueden darse nunca
por razones de sobrevivencia. Más, cuándo no ha habido una política destinada a
apoyar a las empresas y trabajadores formales o informales. La directriz
silenciosa es que “cada quién se rasque con sus propias uñas”. Y, así la gente,
lo ha asumido, como un asunto personal y no cómo un problema social que lamentablemente
está fortaleciendo el individualismo y la insolidaridad.
Quizá, eso, explica la falta de cohesión social cuando los llamados
“Quédate en casa”, “Mantén tu sana distancia”, “Usa el cubrebocas” no son
atendidos y cada quién hace lo que quiere sin importar el otro. O sea, hay
aspectos de orden psicológico, en los comportamientos de indiferencia en muchas
personas y la autoridad se hace de la vista gorda.
Esta matriz problemática es lo que nos tiene en una situación de
emergencia pública ante eventuales rebrotes que podrían presentarse en los días
fríos del próximo invierno, como viene sucediendo ya en otras regiones y países
donde ya están las bajas temperaturas.
Recordemos simplemente que en ese periodo es cuando se presenta el mayor
número de casos de gripe e influenza. Y la colecta silenciosa de las personas
más vulnerables. Ya sabemos que todavía no existe vacuna contra este
coronavirus y es muy probable que no habrá hasta el próximo año.
Entonces, con los datos oficiales que arriba mostramos podemos tener
medidas preventivas respecto de nuestras morbilidades que están asociadas a los
malos hábitos alimenticios, al sedentarismo y falta de control sobre la presión
arterial o la diabetes, más la adición al consumo compulsivo de tabaco pero,
sobre todo, si se quiere evitar complicaciones hay que ponerse la vacuna contra
la influenza. En algo nos sirve.
Sólo de esa manera podemos poner un filtro a la muerte que hoy ronda por
las calles y los hospitales sinaloenses.
¡Al tiempo!
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