BANCARIOS Y CORONAVIRUS
Es una de las historias sorprendentes
de contagios colectivos de las que diariamente nos enteramos o intuimos que
existen cuando vemos conglomerados humanos moviéndose de un lado a otro sin
mayor protección.
Es la historia de una sucursal
bancaria del centro de Mazatlán donde prácticamente todos sus empleados fueron
contagiados por el virus del coronavirus y desde hace dos semanas sus puertas han
permanecido cerradas con un escueto cartel, donde recomiendan a sus clientes
que vayan a otras sucursales, donde seguirán prestando el “mejor servicio” a sus
clientes.
Mucho se ha hablado de la
desobediencia de la mayoría de las personas que transitan por todos lados sin
ninguna protección y poco nada se ha publicado de lo que sucede entre los
trabajadores que por necesidad tienen que asistir a las empresas donde respiran
el aliento de las decenas de personas que diariamente asisten para ser
atendidos.
Fui testigo de cómo en esta
unidad bancaria se tomaron medidas preventivas para que dentro de ella no se
reunieran más de un cierto número de personas, entraban por goteo, un miembro
de la tercera edad contra otro de menos edad, alcohol sanitizante al ingresar y
salir del local, los empleados ejecutivos con guantes y caretas.
En fin, te daba confianza
ingresar al lugar, pero ahora te enteras de que todo eso no sirvió y la mayoría
de una veintena de empleados con promedio de edad de 25 a 35 años, la mayoría mujeres,
están en casa guardando la cuarentena y tomando antibióticos, para una vez que
salgan de ella volver a sus trabajos.
No se necesita ser epidemiólogo para
reconocer que los médicos y personal sanitario es el tipo de trabajo más
expuesto por el contacto directo con las personas contagiados de este mal, pero
no son los únicos, el personal bancario que opera en lugares cerrados y aire
acondicionado están igualmente muy expuestos.
El contacto durante ocho horas
con personas que llega de distintos rumbos de la ciudad y/o cómo me comentó un
empleado y lo he visto en mis visitas periódicas a esa sucursal, atienden a
personal de alto riesgo como son los activos y jubilados del Ayuntamiento de
Mazatlán, donde ha habido brotes de coronavirus que han alcanzado para empezar
al alcalde y otros funcionarios de primer nivel.
Que por una o varias razones no
pueden o no saben como utilizar la banca en línea y eso los obliga a ir directamente
a la sucursal para ser atendidos por personal bancario y eso podría corregirse
con el manejo de la tecnología, lo que evitaría esas largas colas que nos
acostumbramos a ver en todos los bancos considerados como actividades
esenciales.
Hasta ahora no se ha sabido que
haya un protocolo especial para este tipo bancos que no sea los que hemos
mencionado y qué para nada han servido cómo lo indica el número de contagios.
Incluso, no hay una campaña que
alerte de la situación que se vive en este tipo de establecimientos cerrados y
que conmine a los clientes a buscar apoyo en el manejo de las tecnologías
bancarias para de esa forma evitar acercarse a los bancos cómo la vieja rutina
para recibir o entregar dinero contante y sonante.
El coronavirus 19 está más allá
de las medidas político administrativas, de las exigencias de las patronales de
abrir los negocios y continuar con la actividad económica y del temor de los
trabajadores de conservar los empleos ante la cascada de pérdidas que en
Sinaloa ya ha costado decenas de miles de empleos formales e informales, esta
pandemia tiene su ritmo, sus pausas, rebrotes sin consideración por las
necesidades apremiantes de las sociedades que buscan volver a la normalidad con
el menor costo posible.
En los próximos días y semanas veremos
si valió la pena reanudar la actividad económica cuando veamos la estadística
de la evolución local de la pandemia y si como se especula, podríamos echar
reversa para hacer un alto en el camino, hasta que haya una vacuna capaz de prevenir
contra este mal que estará matando a decenas de miles de mexicanos.
En definitiva, lo que sucedió con
estos trabajadores bancarios es una muestra que las actividades esenciales no los
hacen inmunes, y ante la ausencia de organizaciones de este tipo de trabajadores,
que defiendan sus derechos se ven en la necesidad de estar al frente sin mayor
protección.
Comentarios
Publicar un comentario