LA ESCALERA QUE LLEVA A CALDERÓN
LA ESCALERA QUE LLEVA A
CALDERÓN
La entrevista que Roberta
Jacobson, la exembajadora estadounidense, concedió a la revista Proceso nos
permite explorar tres argumentos de las relaciones entre el crimen organizado y
el sistema político:
El crimen organizado en un país
como el nuestro donde data prácticamente de 1914 ha logrado una carta de
naturalización y es un actor hibrido que se ha nutrido y se nutre de energías
de distintas fuentes de manera que en muchos sentidos lo vuelve inasible y
ubicuo;
Dos, dado ese don de la ubicuidad,
los políticos en funciones de gobierno de cualquier partido han optado entre
tolerar o caer en complicidades con los agentes del crimen organizado, sea desatendiéndose
o dejando el asunto en manos del sistema federal de seguridad pública y,
Tres, en el caso del gobierno
federal, no tiene excusa constitucional, porque en un sistema presidencialista
como el nuestro, es inexcusable, la responsabilidad del Ejecutivo por acción u
omisión.
Ergo, Vicente Fox, Felipe
Calderón y Enrique Peña, deberían ser investigados para dirimir si toleraron o
cayeron abiertamente en complicidad con el Cártel de Sinaloa lo que en
cualquiera de las dos hipótesis cae en responsabilidades judiciales.
Hay una investigación académica muy
acuciosa realizada por el sociólogo sinaloense Luis Astorga en los archivos
nacionales del College Park de Maryland que lleva por titulo Drogas sin
Fronteras (2015, Penguin Random House). Arroja que mientras los mexicanos
estábamos haciendo nuestra revolución, los estadounidenses quitaban el estatus
de legal a las drogas duras por lo que estarían proscritas y se perseguiría a
los comerciantes y consumidores de los opiáceos que llegaba desde México.
Con esta medida, ¿se acabó el
negocio con la prohibición de esta droga? No. La goma de opio siguió saliendo
de los campos de amapola y fluyendo hacia la Unión Americana donde ya tenía un
mercado establecido.
Sin embargo, nos dice Astorga,
que el tránsito legal hacia la frontera norte tuvo un socio estratégico en los
gobernadores de los estados del norte. En lo sucesivo la droga debía pagar un
“arancel” que se quedaba en manos del gobernante en turno. Así, sucedió en
buena parte del siglo XX y con ello se crearon grandes fortunas producto del
tráfico de heroína. Esta dinámica sentó las bases de lo que hoy conocemos como
narcopolítica. Hasta aquí la historia.
La detención reciente de algunos
ex gobernadores de estados norteños explica por qué algunos otros no puedan pisar
el territorio estadounidense por sus vínculos con el crimen organizado.
Esto significa que en la mezcla narcopolítica
hay ingredientes poderosos del mundo de la política y la economía. Y explica
que el sistema de seguridad pública estuviera permanentemente filtrado y que
cualquier acción contra el “crimen organizado” se volviera un asunto delicado por
los intereses que alcanzaba. Y es que hubo el cártel favorito del sexenio lo
que muchas veces ocasionó que las capturas de droga fueron pactadas o
correspondieran a grupos o cárteles no cercanos al poder. Entonces, se optó en
el mejor de los casos por la tolerancia y en el peor por las complicidades en
este entramado de poder.
¿Cómo es que llega Genaro García
Luna primero al CISEN, luego a la Agencia Federal de Investigación y más tarde
a la titularidad de la Secretaria de Seguridad Pública durante los gobiernos
panistas? ¿Quién influye para qué estas posiciones estratégicas quedaran en
manos del hoy preso? Debió ser una persona o un grupo muy poderoso considerando
que en México no existe Servicio Civil de Carrera en el sistema judicial.
Anabel Hernández, especialista en estos temas,
en una entrevista reciente que concedió a Alejandro Páez y a Álvaro Delgado en
el programa Los Periodistas sugiere la respuesta con base a un hecho rutinario:
Las visitas de García Luna a la residencia del expresidente Carlos Salinas de
Gortari. No abunda en sus pesquisas y solo nos lleva a recordar como a su
hermano Raúl se le apresó entre otros delitos por lavado de dinero y su
presunto vínculo con Juan García Abrego, fundador del Cártel del Golfo y por
esas cosas inexplicables se le absolvió el 14 de junio de 2005 durante el
gobierno de Vicente Fox y hasta se le liberaron las cuentas que tenía en Suiza.
La FGR debería dejar de ser
invitado de piedra e indagar a Vicente Fox y a Felipe Calderón, saber si García
Luna fue una recomendación de Salinas de Gortari o en su caso, cual fue el
papel de este personaje en los dos gobiernos presidenciales panistas.
Independientemente de las
respuestas que podamos tener lo cierto es que durante el gobierno de Felipe
Calderón está la llamada “guerra contra el narco” donde el Cártel de Sinaloa,
fue el que salió más fortalecido gracias a la maduración de una nueva
generación de narco políticos. Y varios de ellos podrían estar en la mira de
las autoridades estadounidenses. Incluso llama la atención de AMLO que durante
muchos años señaló a Carlos Salinas como el jefe de la llamada Mafia del Poder sea
hoy muy cauteloso cómo que espera pacientemente cachar lo que le envíen de los
tribunales de NY.
Finalmente, estos grandes trazos quizá
nos ayuden a explicar un poco la tolerancia y las complicidades que hemos visto
hasta ahora cómo también la necesidad de acabar con esa relación perversa en la
política mexicana, y también la cautela del actual gobierno, que prefiere mirar
lo que está sucediendo en el sistema de justicia norteamericano y escuchar las
palabras de la exembajadora Jacobson que aun con toda la diplomacia puso el
foco de atención en Calderón.
El gobierno estadounidense al
detener y acusar a García Luna por complicidad con el Cártel de Sinaloa pone
indirectamente en el banquillo a Felipe Calderón, que ante la entrevista a
Jacobson no ha tenido de otra que tuitear que el no tenía información sobre los
nexos criminales de su entonces Secretario. Una respuesta nada digna de la
persona que en su momento fue la persona mejor informada y si así fuera así, peor
para él porque está reconociendo que entregó toda su confianza a García Luna.
En definitiva, Felipe Calderón con
su “haiga sido como haiga sido” que le sirvió para llegar a la Presidencia,
podría haber pactado con los factores reales de poder, es decir, con esa mezcla
de intereses formalmente legales y los también ilegales, y una vez en la
Presidencia tuvo que tolerar o servir.
Ya sabremos hasta donde quiere
llegar la justicia estadounidense, en tanto el gobierno de López Obrador, juega
con la posibilidad de llamar a una consulta para llevarlo a la justicia, cómo
antes asustó a Peña Nieto, que no es la vía o mejor en la conjetura Jorge
Patterson: “Cómo en esto nadie es inocente…rómpase en caso de incendio”.
Al tiempo.
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