CARTEL DE LA CERVEZA

cerveza


Uno de los rasgos más significativos del crimen organizado es su capacidad de desdoblamiento y multiplicación; su camaleonismo y penetración en la economía y la sociedad.
Si antes operaba sólo en la venta estupefacientes hoy perfectamente pueden estar en el mismo momento en varias actividades ilícitas y licitas rentables. Aquella pureza el llamado narco no existe más. Las nuevas generaciones de este tipo organizaciones se dedican a cualquier otra actividad que les reditúe beneficios inmediatos.
Así un narco puede ser perfectamente un extorsionador. Y un extorsionador puede ser el jefe de una organización de robo de autos. Y ese ladrón de autos puede ser el jefe de un de un grupo de secuestradores. Y esos secuestradores pueden ser un lavador de dinero sucio. Y también, un criminal puede ser un empresario de cuello blanco.
O sea, este tipo de personajes podría estar actuando en distintas esferas de la economía y sabe cómo cualquier otro empresario aprovechar las oportunidades que ofrece las épocas de crisis. Así, una medida de política pública que limita el consumo de bebidas alcohólicas en la pandemia abre una oportunidad para sus operadores.
En normalidad una sociedad con un alto consumo de bebidas alcohólicas es un negocio rentable para cientos quizá miles de pequeñas y medianas empresas, pero en la anormalidad puede de la noche a la mañana transformarse en el negocio de unos cuántos. Y eso es lo que ha sucedido estos días. El gobierno emitió una orden de qué la producción y venta bebidas alcohólicas no era una actividad esencial en medio de la pandemia por lo tanto deberían cerrarse los establecimientos y áreas de venta de estas bebidas en supermercados y tiendas de ocasión.
El argumento esgrimido por el gobierno fue qué el consumo de alcohol convocaba a la fiesta y afectaba el confinamiento y elevaba el riesgo de violencia intrafamiliar. Argumentos que son sin duda plausibles, atendibles, racionales para una sociedad diferente a la de Sinaloa donde provoca omisión por una larga tradición de transgresión de la ley y hoy se representa en la figura del “aguaje”.
Este tipo de establecimiento qué ópera al margen de la ley y qué permite suministrar lo que el gobierno prohíbe. Se dice que en política no hay vacíos. Pero también vale en la economía. Entonces, este tipo “empresario” resuelve el problema de la oferta y la demanda. Y la monopoliza. Generando de esa forma grandes beneficios pues no solo vende el producto prohibido si no lo hace a sobreprecio.
Y lo sorprendente es que la fiesta sigue en muchos lugares especialmente en Culiacán y también las comunicaciones al 911 por violencia familiar. Sólo en Culiacán superó los cien semanales desde que se hizo el llamado al confinamiento. Ya no hablemos de homicidios dolosos y desaparición de personas que mantiene los niveles de marzo y abril de 2019 que siguen por las nubes.
No tengo las cifras de la violencia familiar que ocurría los mismos meses del año pasado por municipio y no tengo manera de compararlos para saber su comportamiento en estos meses de confinamiento. Si puedo en cambio reconocer que el confinamiento eleva los incentivos para hacerlo y es por eso, por lo que persiste grave en el marco de la llamada Ley Seca.
Esto podría servir para reflexionar sobre la eficacia de la medida prohibicionista. Ver hasta adonde el alcohol explica sociológicamente los problemas de violencia. Y más, cuando el alcohol está fluyendo por los canales de la ilegalidad, el del llamado Cártel de la Cerveza. Que nos lleva a otro problema más sustantivo. El de las libertades individuales. Que la doctrina liberal la sintetiza el en el principio de que “mi libertad termina donde empieza la del otro”.
Es decir, yo puedo consumir el alcohol que quiera mientras no perjudique a los demás. Y si lo hago, están los agentes de la ley que deberá sancionarme por la falta cometida. Pero lo que no puede, ni debe hacer el gobierno, es castigar a todos por las faltas cometidas por algunos. Si se decreta que las reuniones y fiestas están prohibidas temporalmente este debe hacerla cumplir cómo hemos visto en España, China o la India con la sanción al nombre y apellido correspondiente.
La libertad individual es un valor en si mismo. Y el gobierno debe ser el primero que lo garantice. No es posible de acuerdo con un sondeo mío entre colegas de ocho países en ningún otro lado del mundo se ha puesto en marcha un operativo prohibicionista alcohólico que haya terminado siendo en beneficio de la ilegalidad.
Al tiempo.

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