MEZQUINDADES
Qué hay detrás de los ataques violentos
al personal médico y sanitario cuando salen de los hospitales para ir a
descansar a sus hogares; qué hay detrás cuando por burocratismo no hay oportuno
suministro de medicinas y equipamiento en las instituciones de salud públicas;
qué hay detrás de la negativa de algunos responsables del sistema de salud que
evitan levantar y atender a un joven al que el desgaste de sus fuerzas físicas le
impidieron llegar a una clínica para recibir atención médica; qué hay detrás de
las campañas de desinformación al poner en circulación noticias falsas en la
conversación pública; que hay detrás de la falta de unidad política en torno al
presidente, el gobernador o el alcalde en la agenda de lucha contra la
propagación del virus; qué hay detrás de esas acciones desestabilizadoras que
buscan debilitar las instituciones públicas llamando a cambiar “por incapaz” al gobierno democráticamente
electo; qué hay detrás del oportunismo de algunos políticos que quieren sacar
tajada unas veces publicitando la entrega de despensas a familias humildes y otras
cuestionando todo lo que se hace desde el gobierno de la república; qué hay detrás de
las presiones que ejercen los grandes empresarios para hacer una política
fiscal a imagen y semejanza de sus deudas con la hacienda pública; que hay detrás
del cuestionamiento sistemáticas de las legiones de chairos contra todo
tipo de crítica al poder; que hay detrás de los bots que inundan las
redes sociales buscando imponer una visión totalitaria en este mar de confusión
que ha traído consigo la pandemia; que hay detrás de una crítica sistemática sin
ofrecer alternativas a los grandes problemas nacionales; que hay detrás de una
información centralizada que nos permite ver este bosque incendiado por un
virus y no ver los árboles ardientes instalados en cada hogar, en cada pueblo,
en cada ciudad, en cada región; que hay detrás de esas imágenes esperpénticas que
muestran a alcaldes “cazando” virus a ritmo de la música electrónica de Mc Fly
con la pegajosa canción ghostsbusters; qué hay detrás del silencio de
políticos que en la normalidad no paran de hablar y en la emergencia se han
vuelto ojo de hormiga; que hay detrás de esa gente que en redes reparte
bendiciones a cualquiera que está en desgracia y en los casos de pedidos de
solidaridad sólo alcanzan a poner un like; que hay detrás de los
funcionarios públicos que simulan para justificar su cargo, sus actividades, su
ingreso; qué hay detrás de un sistema informativo que no nos permite saber más
allá de la estadística lo que sucede con los vecinos territoriales; qué hay
detrás de la tardanza en la entrega de los insumos que requieren los médicos y personal
sanitario para realizar su trabajo en condiciones de seguridad mínima para
evitar contagios; qué hay detrás de la ausencia de una política de verdaderos
apoyos a los invisibles de la pandemia; que hay detrás de esa actitud
valemadrista y bravucona de muchos que aun con toda la campaña de permanecer en
casa salen y desafían las medidas de seguridad; qué hay detrás de ese aumento
de la violencia criminal en estos días de recogimientos y también de la
violencia familiar que ha aumentado cuando el recogimiento debería llamar al encuentro,
al diálogo, la armonía; qué hay detrás de los comerciantes que han visto en la
crisis una oportunidad para elevar los precios de los productos básicos; qué
hay detrás de los patrones que han despedido al personal sin garantizarles los
mínimos de sobrevivencia para sus familias; qué hay detrás de las adicciones que
se han apoderado de muchos hogares con toda su secuela de violencia; qué hay
detrás de las madres solteras que viven el abandono con sus hijos; qué hay detrás
de la indiferencia de muchos hijos con sus padres de la tercera edad que viven
en medio de la zozobra y las carencias materiales y afectuosas.
En definitiva, qué hay detrás de
las teorías conspirativas que quieren hacer creer que detrás de la pandemia
existe una mano negra que nos está acechando para imponernos su dominio.
Yo lo sé: mezquindad simple y
llana.
Texto publicado en el semanario Riodoce el 19 de abril de 2020
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