DICTADOS Y MUJERES OBEDIENTES
DICTADOS Y MUJERES OBEDIENTES
Ernesto Hernández Norzagaray
Claudia Sheinbaum ha asumido estoicamente que si quiere ser la
primera presidenta de México debe renunciar al menos hasta antes de la elección
a ser ella y tener que ser él, en sintonía perfecta como las tonalidades perfectas
de una Fuga de Bach.
Y es que en política autocrática lo virtuoso es sacrificio, renuncia,
apego a ciertos preceptos que se imponen desde afuera o mejor desde el otro, el
que manda y establece rutas de comportamiento so riesgo de ser desplazada y
quedar en la orfandad política o en el limbo de lo inasible, como hoy sucede con
Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, que jugaron a la independencia y a la dignidad
en política, un bien escaso y, peor, cuando causa arrepentimiento en un viaje sin
boleto de retorno.
Y en esa circunstancia amarga como la hiel, la esperanza, es
que haya válido la pena el sacrificio y eso, solo se sabrá, cuando se disipe la
incertidumbre en la competencia electoral, en el sentido de la mayoría de los
votos, el ámbito agridulce de los ganadores y perdedores.
Si Claudia, está en esa tesitura incómoda, donde se pierde la
dignidad y se recomienda aprender a tragar sapos sin hacer gestos, Xóchilt Gálvez
no está en un mejor lugar, pues si Claudia depende de las ocurrencias y los
humores del residente de Palacio Nacional, el caso de la hidalguense no deja de
ser igualmente indigno porque los dirigentes de los partidos del Frente Amplio
por México no están operando en contra, pero tampoco a favor, y es que lo que
les interesa, cada vez es más claro, es el beneficio que les dejaría a cada una
de estas formaciones. Mejor a cada uno de sus lideres.
Entonces, Xóchilt no se ha de sentir cómoda en esa situación penosa
y se expresa cuando sale a los medios para decir que Alejandro “Alito” Moreno
es un pillo, que medio país no la conoce o con cierto aire de desesperación, pide
a quienes la apoyan que le ayuden poniendo en sus bienes patrimoniales la X que
la da visibilidad.
Se sabe utilizada y se resiste hacer el ridículo en la elección
presidencial, cómo ya distintos analistas políticos lo prefiguran cuando razonan
que hay un antes y un después en está corta etapa electoral, que aquella
Xóchilt que tocó la puerta de Palacio Nacional buscando ejercer su derecho de réplica
es una mientras la de hoy, la de todos días de está precampaña, es otra a la
que le falta fuelle y eso, le ha de estar produciendo insomnio.
El asunto de fondo es que las dos candidatas se deben -y,
lamentablemente, en estos tiempos de feminismo- a hombres que están tomando las
decisiones que deberían corresponderles a ellas, y nada más a ellas, están tragando
sapos que si no estuvieran en esta tesitura seguro los mandaban a volar.
Habrá quien diga “va a ser distinto cuando empiecen las
campañas constitucionales”, ellas tomaran en sus manos el destino de su campaña
y de quienes serán sus candidatos, nada más falso cuando hemos visto como
Andrés Manuel montó una escenografía y puso a los actores que el mismo palomeo
para participar en el proceso interno, además, definió unas reglas donde ya
sabía quien sería la ganadora.
Y por si hubiera alguna duda, basta volver la vista a la
manera como se resolvió recientemente la candidatura de la coalición a la
Ciudad de México donde Claudia tuvo que literalmente chupar faros.
Sin embargo, siguiendo ese estilo priista ”generoso” de
conducir los procesos de nominación de candidatos el perdedor (aunque haya sido
el ganador en la encuesta) se le premia su maleabilidad con la precandidatura
única al Senado de la República para la Ciudad de México y en un descuido,
logra el liderazgo de la fracción morenista en la cámara alta.
Xóchilt Gálvez igual que Claudia, no tiene vela en el
entierro de las nominaciones al Congreso de la Unión, y mucho menos en las
candidaturas a gobernador, menos tendrán en los congresos locales y las
alcaldías, o sea, que en el remoto caso de que Xóchilt ganará la elección
presidencial estaría a dos fuegos: el de Morena y aliados y los dirigentes del
llamado PRIANRD.
En definitiva, al margen de los resultados, una situación
cada día es más clara, no es la confrontación de proyectos de nación lo que está
en juego como algunos todavía lo señalan con mayor o menor vehemencia, tampoco,
es una disputa femenina, como dirán otros, en clave de progresistas y
conservadores, no es más de lo mismo, hombres ambiciosos decidiendo el destino
del país a través de estas mujeres.
Al tiempo.
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