¿CERO VIOLENCIA ESTE FIN DE AÑO?
¿CERO VIOLENCIA ESTE FIN DE AÑO?
Ernesto Hernández Norzagaray
Al personal de Noroeste y a sus lectores,
les deseo un
prospero 2024.
“Pasa fiesta sin muertos por arma de fuego”, tituló Noroeste su
portada del pasado miércoles refiriéndose a una noche blanca en Culiacán.
Un titular a caballo entre sorpresa y gozo cuando, lo normal,
es que la noche navideña termine con asesinatos directos contra una o varias
personas o, imprudenciales, por aquello de las balas perdidas que terminan en
el cuerpo de alguien que está en el lugar y momento equivocado.
Y es que el saldo blanco es nota por la tradición bélica y
más comparado con lo sucedido en otras ciudades donde este tipo de crímenes se
mantuvieron de manera constante dejando una estela de temor.
Según cifras de la Secretaria de Seguridad y Protección
Ciudadana (SSPyC) el domingo pasado se cometieron 65 asesinatos en todo el país y fueron el Estado de México y
Michoacán los que tuvieron más casos con 8 cada uno, seguido por Chihuahua con
6, Baja California (2),
Chiapas (2), Ciudad de México (3), Colima (2), Guanajuato (4), Guerrero (5),
Jalisco (2), Morelos (2), Nayarit (1), Nuevo León (4), Oaxaca (1), Puebla (2),
Quintana Roo (1), San Luis Potosí (1), Sinaloa (1), Sonora (3), Tabasco (3), Tamaulipas
(1) y Veracruz (3).
Esta misma fuente agrega que las entidades que registraron saldo
blanco fueron: Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Coahuila,
Durango, Hidalgo, Querétaro, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.
Y da gusto está baja sensible en la mayoría de los estados tradicionalmente
violentos como son los fronterizos y los de la costa del Pacífico.
Ya veremos si está tendencia a la baja se sostiene en la fiesta
de fin de año y Culiacán que en otros momentos ha puesto la muestra conserva lo
ocurrido el domingo pasado y despide la mala costumbre de escuchar estruendos
de bala en medio de los abrazos por la llegada del nuevo año.
En muchas casas culichis hay armas y balas de alto poder, conjugándose
con una cultura de la violencia que llama algunas veces a defenderse mientras
otras, muchas, para hacer ostentación de poder y gozo en el ejercicio del fuego
que remite indubitable a un pasado violento.
Elías Canneti en su obra mayor Masa y Poder se refiere a como el
nazismo hervía alrededor del fuego produciendo un sentido de cuerpo que luego
se expresaba en la violencia que, poco a poco, se fue normalizando en contra de
quienes no formaban parte de los patrones culturales y fisionómicos de la raza
aria.
Culiacán está lejos de aquella conjura alemana que costó la vida
a 50 millones de seres humanos, sin embargo, tenemos décadas violentas donde este
tipo de muertos se van apilando en la estadística criminal de manera que
tendemos a normalizar nuestra cuota de violencia y dosis de fascinación por el
fuego de la metralla nocturna.
Aquella que alcanza su cenit en las fiestas de fin de año y, muy
especialmente, la noche del 31 de diciembre y el despertar del nuevo año que en
Culiacán expresa una modernidad sui generis a galope entre lo rural y lo urbano
bronco.
Quizá por eso la tarea civilizatoria que intenta el gobierno
imponer con llamados sonoros al orden, a la buena vecindad o la imposición de
penas más severas para los transgresores y políticas administrativas de cero
tolerancia, frecuentemente, ha terminado siendo letra muerta por la incapacidad
de los agentes para controlar los tiros entre una población de más de un millón
de habitantes o menos cuando lo que tienen armas en sus casas las usan porque están
dispuestos a recibir el año disfrutando de un ejercicio anclado en nuestras
raíces milenarias o la llamada subcultura de la violencia.
Y es que los habitantes de Culiacán, si bien en esta Navidad, se
habrían comportado como corresponde a una ciudad civilizada y se haya volcada a
la esencia de la festividad de “amor y paz” trae, detrás, una friolera de
noches de incandescencia por la metralla y porque en muchos momentos fue parte destacada
de ese listado infame llamado ranking de las ciudades más violentas del mundo
y, además, como pocas ciudades, ha sido escenario de una violencia generalizada
como sucedió el 5 de enero pasado con el segundo “culiacanazo”.
Entonces, es relevante el titular de Noroeste y habrá que ver si
es por el operativo de contención del gobierno del Estado o por la autocontención
de los armados en la capital del estado.
Si es lo primero debemos felicitar al gobierno por su capacidad
persuasiva y la estrategia de cero tolerancias a los disparos indiscriminados
-que escuche en un resumen de radio que dista de otros años-, pero, si es,
autocontención de los armados, mucho mejor porque quiere decir que en ese
círculo rojo se empieza a tener conciencia de que los disparos al aire no
tienen ningún sentido y menos cundo es motivo de gozo milenario.
En definitiva, hemos pasado la aduana de una Navidad, con
mínimos en este tipo de violencia la otra, la doméstica, sigue viento en popa y
ahora habrá que esperar suceda en la despedida del año, si eso sucede, quiere
decir algo bueno está sucediendo en la sociedad culichi, pero, mejor, la
sinaloense, que daría un paso adelante en algo que ha sido hasta ahora un estigma
poco honroso.
Y, claro, a muchos sinaloenses nos gustaría que se refrende esa
portada en nuestro periódico.
Comentarios
Publicar un comentario