LA OBRA INSPIRADORA DE BARBARA LANGO
LA OBRA INSPIRADORA DE BARBARA LANGO
Ernesto Hernández
Norzagaray
Las guerras pese a toda la
desolación que provocan tienen una virtud: dar visibilidad pública a personajes
anónimos que silenciosamente hacen una gran labor humanitaria sin otra
compensación que no sea la satisfacción de servir al prójimo, al paria, al
abandonado, en cualquier lugar que se encuentre y, frecuentemente, exponiéndose
como cualquier otro.
Barbara Lango es una de esas
historias anónimas que el estallido de la guerra entre Hamás e Israel ha sacado
a la luz y, felizmente está de vuelta a casa, al valor de volver a abrazar a su
padre y madre, familiares y amigos, que, seguramente, en estas semanas
violentas han rezado por ella, deseando volver a verla y que no se convirtiera
en simple y fría estadística.
Esta mazatleca que estudió
medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara (2002-2007) y la
especialidad en anestesiología en la Universidad Autónoma de Sinaloa
(2013-2016), en 2020 tomó la gran decisión de unirse a la organización Médicos
sin Fronteras, una organización internacional no gubernamental, donde
“trabajan profesionales sanitarios y no-sanitarios, personas dispuestas a
ayudar a las poblaciones más vulnerables alrededor del mundo” y, esta decisión
angular, la ha llevado desde entonces para atender pacientes en Sudán del Sur,
Yemen, Haití y, finalmente, se instaló en la Franja de Gaza donde atendía en un
hospital la sección de personas quemadas.
En la Franja de Gaza tiene como
traductor al palestino Suleiman Said
Al-Fayoumi con quien empieza una relación y se casa, decide instalarse
interrumpiendo su itinerancia por el mundo, sin embargo, siempre estuvo ligada
a los centros médicos y en eso, la encontró el estallido del 7 de octubre,
cuando el grupo terrorista Hamás decide sorpresivamente bombardear Tel Aviv, la
capital israelí, y realizar una incursión armada en aquel país con una estela
de muertes que hoy debe rondar conservadoramente en los 10 mil fallecidos de
ambos bandos y, habría, que destacar la contribución que han hecho a esta
masacre inocentes y, especialmente, la gran cantidad de niños que estos días
han muerto en los ataques del ejército israelí “contra objetivos militares del
grupo Hamás”.
Este ambiente de guerra y muerte es lo que vive diariamente
el pueblo palestino y, en particular los extranjeros, que fueron secuestrados (entre
ellos los mexicanos Illana Gritzewsky y Orión Hernández), para utilizarlos como
escudos humanos y personas como la doctora Barbara Lango que prestaban sus
servicios en la Franja de Gaza y fue así, como ella y su esposo, han vivido
semanas en medio de la zozobra esperando un puente humanitario que les permita
abandonar el país.
Felizmente, está semana se creó ese puente a través de un
Egipto que ha sido renuente en hacerlo, pero, gracias, a la presión
internacional ha abierto sus fronteras para que trasladen alimentos y agua,
como, también, para que salgan de la zona del conflicto personas como Barbara
Lango quien estaba preparada para morir como lo comentó su padre en una entrevista
a Carlos Loret de Mola -que, dicho de paso, ha hecho la mejor cobertura
informativa mexicana.
En esa interlocución palabras más palabras menos, su padre
el también médico, Porfirio Lango relata: “hable con ella y me dijo que estaba
con una familia palestina de siete miembros y, con una serenidad inaudita
agregó, que seguían los ataques israelíes y si tenían que morir sería todos
juntos”.
Debió ser muy doloroso para ella y su esposo despedirse y
dejar atrás a quienes fueron su compañía en estos días aciagos, las noticias
que llegan desde la Franja de Gaza son terribles luego de que el ejército
israelí sostiene una guerra de misiles y sus tanques de guerra invaden la
Franja de Gaza dejando tras de sí, una estela de desazón y muerte, no obstante,
ella y su esposo, han logrado salir y hoy se encuentra en algún país de Europa
o viajan ya rumbo a México.
La historia de esta médico porteña es inspiradora, ejemplar,
quizá, cuando decide sumarse a Médicos sin Frontera dejó tras de sí, una
carrera exitosa económicamente, sin embargo, siguiendo la tradición humanista
de muchos médicos parte para ayudar en esos países olvidados a poblaciones
vulnerables, en lugares donde no hay médicos y menos recursos e insumos para una
buena atención.
En julio pasado me tocó presentar el libro Reportes de
la Sierra Madre en la UAS del biólogo David Werner, un norteamericano
avecindado mucho tiempo en la sindicatura de Ajoya, en el municipio de San
Ignacio y, viene a cuento esto, porque Werner que fue profesor de biología en
una preparatoria de California, un día salió de su país y vino a buscar la
flora y la fauna de la Sierra Madre, pero no solo lo sacudió la belleza natural,
si no también la pobreza y el abandono de sus pobladores que sufrían
enfermedades curables pero, que, frecuentemente, causan muertes por la falta de
atención profesional y oportuna. Nunca se fue, recientemente, la UAS, le otorgó
el Doctorado Honoris Causa.
El escribió un libro clásico que ha sido traducido a 89
lenguas que es Donde no hay médicos, una obra muy utilizada en regiones
como la Franja de Gaza y son obras humanitarias, de singular valor para estos
pueblos olvidados.
Barbara Lango, nos enseña con esa actitud valiente el valor
de la solidaridad humana, el deseo de ser útil con los demás, no esperar otra
compensación que no sea la satisfacción de haber cumplido con uno mismo y, por
eso, su padre, el Dr. Lango, siente en medio del desasosiego un orgullo
infinito por su hija.
Cualquiera que sea el destino profesional de Barbara Lango que
nadie lo sabe, sin embargo, una cosa es clara, siempre llevara tatuado en su
memoria las experiencias vividas entre esa población variopinta que tienen en
común la vulnerabilidad y más, en tiempos de guerra.
Las universidades que la formaron profesionalmente,
especialmente la Autónoma de Sinaloa, debe sentirse orgullosa de haberla tenido
en sus aulas y espacios clínicos, la que no debe dejar de reconocerle.
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