FOUCHÉ Y EL #PERMISO PARA MATAR
FOUCHÉ Y EL #PERMISO PARA MATAR
Ernesto Hernández
Norzagaray
“Los gobiernos pasan, las
policías quedan”, expresó hace ya dos siglos Joseph Fouché aquel político
pragmático de la Revolución francesa, el imperio napoleónico y la restauración
borbónica en Francia considerado uno de los discípulos más aventajados de Nicolás
Maquiavelo y que estuvo en los de servicio de seguridad de Napoleón Bonaparte.
Fouché, lo tenía claro, y con
perspectiva de futuro, porque el político en sociedades democráticas está
sujeto al voto mientras las policías simplemente responden a otras dinámicas de
creación y promoción de los cargos.
El reciente reportaje periodístico
Permiso para Matar realizado por cinco periodistas y seis medios de
comunicación del país es revelador del estado de cosas en los servicios de
seguridad pública y, es que en esa investigación publicada en el diario Noroeste,
sobre los crímenes sin castigo donde se ven involucrados elementos de esas
fuerzas de seguridad del Estado mexicano sin que sean objeto de castigo sino,
simple y llanamente, una suerte de daños colaterales en la “lucha contra el crimen”
aunque los sacrificados sean civiles.
Las evidencias que arroja la
investigación periodística son numerosas especialmente interesan las que
corresponden a Sinaloa capturadas eficazmente por el periodista José Abraham Sanz
con testimonios registrados ante organismos de derechos humanos y Data Cívica,
de 2006 a 2022, la cual reporta “34 víctimas documentadas y relacionadas con
ejecuciones y desapariciones atribuibles a cuerpos gubernamentales estatales o
federales”.
Rubén Rocha, el gobernador del
Estado de Sinaloa, en su conferencia semanera del lunes pasado dijo: “considero
que es un reportaje que tiene, que es digno de crédito considerando (sic) de
dónde lo sacan, pero habría que verlo”, y vino la polémica expresión “una cosa
es el periodismo y otra cosa es la realidad, no se vayan a enojar”.
O sea, puso en entredicho las evidencias
y fuentes de los resultados de esta investigación periodística y, eso, es una
toma de postura, frente al asunto de marras, porque está implícito que hay dos
realidades la del gobierno y la del periodismo.
Y en consecuencia no hay que
quebrarse mucho la cabeza para saber lo que encierra la afirmación fácil, mediática,
de que se “revisaran los casos pendientes”.
No hay que dudar que existen crímenes
que se cometen con cargo a las fuerzas de seguridad del Estado, pero, sin duda,
son los menos, porque al final de cuentas “los marinos que andan con huaraches”
son miembros generalmente de esas mismas comunidades agredidas, además, que en
ellas existen anillos de seguridad que evitan el ingreso de otros grupos
criminales.
Entonces, el tema son los caídos
por el llamado Permiso para matar que en otros estados ha sido motivo de
grabaciones y han escandalizado la opinión pública nacional e internacional.
Allí están las ejecuciones luego
de una persecución en Tamaulipas, el de jóvenes que volvían de una fiesta y que
se encontraron para su mala suerte con soldados y, tantos casos, de policías
que someten y llegan a matar a personas o simplemente, como lo señala el
reportaje, son objeto de entrega a grupos criminales que terminan desapareciéndolos.
Fouché también dijo que la
política es la “moral de las circunstancias”, es decir, que las circunstancias están
el servicio de la necesidad de la política y, la necesidad en la política es
trasmitir siempre y, al margen de sellos políticos que la realidad es menos
brutal de lo que parece en los medios de comunicación.
Sin embargo, está la percepción
que el ciudadano tiene de esa realidad, sea porque así es, porque lo ha vivido en
carne propia o por el plus, que puedan agregarle los medios de comunicación,
incluso, los anónimos en las redes sociales.
No hay duda de que debe haber mucha
urgencia, ser muy valiente o actuar con irresponsabilidad, para buscar entrar y
salir de regiones del estado donde “hay que pedir permiso” para transitar con
menor riesgo de ser violentado.
Recuerdo una anécdota de mis años
de consejero electoral en el Consejo Local del entonces IFE, cuando los
capacitadores electorales nos comentaban las dificultades para llegar a la zona
serrana de Badiraguato, los responsables de los anillos de seguridad, a través
de un sistema de telecomunicaciones avisaban “arriba” que habían llegado estos
trabajadores de la democracia y pedían autorización para ingresar lo que casi siempre
ocurría salvo cuando había algún foco rojo, pero, no era lo mismo, cuando una
persona desconocida lo intentaba sin permiso.
Estas historias renovadas frecuentemente
las comentan habitantes de los poblados de la larga serranía y, nada parece
haber cambiado, sino por el contrario, se ha normalizado y los viajeros saben qué
hacer en estos cordones, retenes, que hasta los llegan a ver como buenos para
la seguridad de sus comunidades.
Y eso explica que las incursiones
militares, como estas que relata el reportaje, se dan en medio de incertidumbre
porque no se sabe a ciencia cierta que habrá de encontrarse en esos caminos
inhóspitos de la sierra y, quizá, explique los ataques y muertes, bajo la
lógica porfirista “mata luego averiguas”.
¿No sería bueno que, así como el
presidente López Obrador, quiere que los ministros de la Corte sean electos
también se ponga a consideración de los ciudadanos que los policías también se
sometan al poder de las urnas y pongan en tela de valoración su honor y
capacidades?
Suena descabellado, pero,
entonces, ¿cómo evitar que cargos de seguridad pública se eternicen haciendo lo
mismo? ¿ejerciendo el poder de la pistola con absoluta impunidad? y ¿en muchos
casos al margen de los poderes electos?
Por eso la expresión de Fouché es
de una actualidad brutal en México muy, a pesar, de los avances constitucionales,
en las leyes orgánicas, los reglamentos, la universidad de la policía o los
cursos sobre derechos humanos…
Y lo peor, es que se acusa al
mensajero, al periodista, de crear interesadamente otra realidad, incluso, se
le señala de ser de los que están dale-dale, píquele y píquele, contra el
gobierno establecido.
Rocha Moya, tiene razón cuando señala
la responsabilidad de los anteriores gobiernos en los casos pendientes de
resolver, pero es el Estado no tal o cual personaje y lo que le toca le toca, además,
hay que recordarle que son las mismas policías y, hasta los mismos personajes y
sobre todo, las mismas prácticas y omisiones en perjuicio de los gobernados.
Comentarios
Publicar un comentario