LA “BASE” Y EL CRIMEN EN GUERRERO
LA “BASE” Y EL CRIMEN EN GUERRERO
Ernesto Hernández Norzagaray
Las imágenes quedan para la historia y son impactantes. Miles
de personas caminan por los accesos a la capital del estado de Guerrero y forma
una columna compacta que llega hasta la Autopista del Sol y, en el trayecto, se
encuentran con miembros de la Guardia Nacional y la Policía Estatal -no se ven los
del Ejército y la Marina- y, rápidamente, son rebasados en número y violencia.
Son secuestrados, golpeados y despojados de vehículos
oficiales y con uno de ellos, el poderoso “Rinoceronte”, derriban la puerta de
entrada a las instalaciones de la Guardia Nacional. Y ahí, continúan las
agresiones contra los ocupantes y los destrozos de las instalaciones, nada
parece contenerlos. Al contrario, al no haber resistencia, continúan más
fuertes los ataques.
Evelyn Salgado Pineda, la gobernadora, sube un tuit donde
llama a los instigadores al dialogo para resolver sus demandas. La principal de
ellas era la liberación de dos transportistas que habían sido detenidos en
posesión de drogas y armas y, presuntamente, pertenecen al grupo criminal “Los
Ardillos” aunque, como veremos más adelante, se le da la vuelta con un pliego
petitorio de carácter social.
El presidente López Obrador la mañana del martes tocó el tema
y, dijo, algo poco equidistante con el diálogo ofrecido por la gobernadora cuando
señaló que los grupos criminales tienen base social y cuando es necesario la
movilizan para conseguir sus objetivos: “No vamos, dijo, a ser rehenes de nadie y exhortó a
los habitantes del estado a reaccionar con prudencia si reciben presiones o
amenazas del crimen organizado que no se confronten con los capos de esos
grupos, pero, que no se dejen manipular”.
Más
claro, Rosa Icela Rodríguez, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana
federal, confirmó que las movilizaciones de protesta estaban ligadas a la
exigencia de liberación de dos líderes de la organización “Los Ardillos”, detenidos cuando llevaban
armas y droga.
Es
decir, estaba el ofrecimiento del dialogo estatal y la amenaza federal de que
no habría negociación, que no serían rehenes, finalmente se impuso lo estatal,
aunque nada se ha dicho de los detenidos. Pero ¿qué hay detrás de esta movilización
de las bases de “Los Ardillos”?
Eduardo
Guerrero, un especialista destacado en materia de seguridad y conocedor de la
situación criminal de Guerrero, en una entrevista que concedió al periodista
Carlos Puig la noche del martes va al grano. Señala que en estados como el de
Guerrero, y particularmente en el municipio de Chilpancingo, “hay un orden en
el desorden” que vemos espectacularmente a primera vista.
En
Guerrero, pero, también, en otros estados del país, operan grupos criminales
poderosos que llegan a determinados acuerdos con las autoridades establecidas
de manera de garantizar gobernabilidad (y si eso logran los cárteles pequeños,
con los grandes cárteles, se vale imaginarlo).
Y esto
significa, que cuando hay más de un cártel, “civilizadamente” se reparten entre
estos el mercado criminal con la complacencia del gobierno estatal y municipal.
Y, en el caso de Chilpancingo, nos dice Guerrero, hay básicamente dos mercados
que son el del transporte de personas y mercancías y el del huachicol, aunque, desde
nuestra perspectiva es difícil aceptar que no estén en la larga lista de
delitos ligados al crimen organizado.
Sin
embargo, no termina ahí, tienen el control de los territorios como
recientemente lo señalan los habitantes de Teloloapan que piden la salida del
grupo de “Los Tlacos” lo que lleva a que los dos niveles de gobierno
permanentemente busquen en lugar de combatirlos fijar acuerdos con los líderes
de estos grupos.
Por
ejemplo, está el video que circula donde la alcaldesa de Chilpancingo, Norma
Otilia Hernández Martínez, donde desayuna displicentemente con un líder del
grupo de “Los Ardillos” y, es muy probable, que el objetivo de ese desayuno haya
sido para “ordenar el desorden” en el mercado criminal lo que significa que es
falso lo del encuentro fortuito.
Entonces,
las imágenes que vimos en televisión tienen que ver con la detención de los
transportistas detenidos con “drogas y armas” pero, también, busca acuerdos
entre este grupo criminal y los actores del gobierno local para mantener o
ampliar lo que consideran suyo.
Y, por
lo tanto, la desactivación de la movilización y el desbloqueo de la Autopista
del Sol fue gracias a la negociación que necesariamente tendría que ser con sus
instigadores. O sea, si fue así, se dio una negociación del gobierno con representantes
de este grupo criminal.
Con
aquellos a los que el presidente López Obrador dijo que su gobierno no sería “rehén”
y, es que el tiempo verbal, no corresponde con la realidad de Guerrero, dónde
el gobierno local ya es un rehén y es capaz, de hacer eso y más, de lo que
hemos visto en tiempo real.
Entonces,
estamos ante un problema medular del Estado mexicano que vienen siendo los
estados y regiones capturadas por los distintos grupos criminales que han
balcanizado el país a través de la violencia.
Y que muestra
el fracaso de una estrategia de seguridad que ingenuamente buscaba a través de
la política de “abrazos y no balazos” disminuir sensiblemente las actividades
del crimen organizado.
Es
decir, reconociendo a los cárteles, su peso específico, lo que fue siempre un
despropósito y, explica, que el gobierno tenga que ceder a este tipo de
presiones.
Y es
que los jefes de “Los Ardillos”, señalados como los instigadores y
financiadores de estas movilizaciones violentas las dieron por concluidas cuando,
seguramente, hubo una promesa de obtener los resultados esperados.
Eduardo
Guerrero cierra la entrevista con Puig diciendo que lo de pliego petitorio
aceptado es una faramalla y está intacto el tema de fondo que es ceder poder ante
los grupos criminales y compartir con ellos los territorios del país.
Y a
eso, o menos, se le llama Estado fallido, cuando las instituciones del Estado
son incapaces de garantizar la seguridad a sus ciudadanos dejándolos
desprotegidos como lo vemos diariamente en distintos estados de la República.
En
definitiva, las bases de apoyo del crimen organizado son producto de la amenaza
y el abandono con que se ha dejado crecer el problema durante los gobiernos y, esto
sucede, cuando todavía están frescos los discursos a favor de la militarización
que argumentaban sería la solución para atender este tipo de problemas que
brotan como hongos en distintas regiones del país.
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