LAS PALABRAS Y LOS HECHOS
LAS PALABRAS Y LOS HECHOS
Ernesto Hernández Norzagaray
Cada vez suele escucharse más que el presidente
López Obrador niega con palabras, lo que pretende provocar en la realidad.
El martes pasado se reunió con los
11 miembros del Consejo General del INE y celebró que la “conversación” haya
ocurrido para “trabajar en forma coordinada cada uno, en el ámbito de sus competencias,
pero con el propósito de hacer valer la democracia en el país ...que no dependa
ni del Gobierno, ni de grupos oligárquicos”
Sólo habría que aclararle al
Presidente la falsedad de ese dilema, el INE se debe a la Constitución y a la
ley electoral.
No obstante, me quedo con la
expresión “hacer valer la democracia”. Y me asalta la pregunta: ¿qué entiende
el Presidente por democracia? Ha dicho en forma binaria que debe haber más
demos (pueblo) y menos kratos (gobierno).
Sin embargo, uno no es inteligible
sin el otro, a lo que se puede aspirar es lograr un punto de equilibrio
virtuoso como sucede con las democracias consolidadas. Pero ¿podemos decir que
tenemos un Ejecutivo que cede poder al pueblo? ¿Qué todos sus actos públicos
son una pérdida paulatina del gobierno? o acaso, ¿no estamos viendo todo lo
contrario?
El Presidente se mete en todo.
Opina y actúa, en nombre del pueblo, contra la Corte, los tribunales, la
Judicatura y los órganos autónomos. Opina y actúa en nombre del pueblo contra
del sistema de partidos, los empresarios, los medios de comunicación, la
sociedad civil. Vamos, opina y actúa en nombre del pueblo dentro de su partido.
Acabamos de verlo en el acto del
Consejo Nacional de Morena donde se habló de ejemplo de democracia, cuando fue
un acto protocolario, para legitimar un mecanismo de consulta destinado a que el
subterfugio de elección del “Coordinador Nacional del Movimiento” salga
conforme lo previsto.
Es decir, que su candidata salga
airosa en una encuesta que deja más dudas que certezas y el resto de las “corcholatas”
tengan que aceptar con una sonrisa de resignación. O mejor, con un premio de
consolación, que está ofrecido para los miembros de esta simulación que queden
en segundo y tercer lugar.
Ante este simulacro democrático
tenemos las primeras reacciones por considerarlos actos anticipados de campaña y
porque atentan contra el principio de equidad en la competencia.
El partido Movimiento Ciudadano
ha levantado la voz y ha recurrido ante la Sala Superior del TEPJF este acto del
Consejo Nacional de Morena y, seguramente, lo harán también los partidos de la
alianza “Va por México” y, veremos, si los magistrados actúan en consecuencia
de manera que se restablezca la legalidad y vayamos a elecciones democráticas.
Aunque no hay que pecar de
ingenuos no se va a parar esto que empezó el domingo pasado o mejor mucho antes.
Y es que el argumento, mejor el eufemismo, es que no se elige candidato o
candidata sino “coordinador nacional del movimiento” está demostrado en los
ejercicios estatales el “coordinador” siempre termina siendo el elegido y, ante
ese manejo truculento, poco han podido hacer el INE, los institutos estatales y
los tribunales.
Y aunque todo parece estar
amarrado por el Presidente, en política democrática el todo siempre será “quizá”,
quizá resulte el elegido por el “dedo” presidencial, quizá mantenga cohesionadas
a las “corcholatas”, quizá gané la elección constitucional y quizá, asuma el
cargo de presidente o presidenta.
La gran incógnita es el comportamiento
electoral de la ciudadanía. Y aquí hay dos escenarios confirmados en elecciones
previas. En las elecciones federales de 2018, con una gran expectación ciudadana,
salió a votar el 63.42% de los casi 90 millones registrados en la lista nominal
favoreciendo ampliamente al candidato de la coalición “Juntos haremos historia”;
en cambio, en las elecciones intermedias de 2021, la participación fue de 52.6%
de los casi 94 millones con credencial de elector y la nota relevante fue la
pérdida de 8 millones de votos de la alianza “Juntos haremos historia”.
Entonces, de frente los comicios
de 2024, cabría la pregunta ¿cuál de los dos escenarios será el que se impondrá:
el de arrastre obradorista de 2018 o el del reflujo de 2021? Cada elección es
distinta, no sé discute, tiene sus singularidades.
Sin embargo, los recientes comicios
del Estado de México y Coahuila, más allá de quien ganó cada contienda, aporta
un elemento preocupante: el abstencionismo, que fue de 51 y 44 por ciento,
respectivamente, Y eso habla de desafección hacia el sistema de partidos. De
cansancio democrático. De ineficacia del partido gobernante y de la oposición.
Claro, alguien tendrá que ganar
en 2024, así sea con los mínimos de legitimidad racional (Weber, dixit).
Y en ese escenario de debilidad democrática todo indica que favorece al partido
gobernante gracias no al perfil de sus candidatos sino a la política clientelar
de los programas sociales.
Eso también tendrá que ver con la
calidad de la oposición, y en especial de su candidato o candidata, de lo que
ofrezcan a los ciudadanos y los indecisos que están en el bloque de los
abstencionistas o, mejor, más allá de la desafección si se activa el resorte de
seguridad de que lo que está en juego no solo es la Presidencia de la República
sino algo más sustantivo la sobrevivencia de la democracia o la acentuación del
autoritarismo.
Estos dilemas ya han ocurrido. Y
hoy flota en la atmosfera de los ciudadanos y, probablemente, está en las
prisas de Palacio Nacional. En las ganas de construir un candidato o candidata
exitosa. Que vuelva a movilizar a los de 2018.
Pero Ebrard y Sheinbaum no son, ni
de cerca, aquel AMLO, ni tampoco la de hoy es la misma circunstancia. Por eso,
AMLO, mete el pie, las manos, el cuerpo, en el proceso interno de Morena e
intentara hacerlo en el proceso electoral y para ello busca tener bajo control
al mal llamado “nuevo” INE, que repito se debe a la Constitución y a la ley.
En definitiva, la del presidente
es una apuesta audaz porque el INE y el TEPJF podrían imponer sanciones; las “corcholatas”
podrían rebelarse; los ciudadanos votar en contra y tomar consciencia del
dilema en que se encuentra la República y si la gente sale a votar como lo hizo
en 2018 y lo hizo en 2021, la elección de Presidente y del Congreso de la
Unión, no lo dude, estará marcada por la incertidumbre. En ese momento, se podrán
imponer los hechos a las palabras. Al tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario