LA DIVISIÓN Y EL ESPANTAJO

 LA DIVISIÓN Y EL ESPANTAJO

 

Ernesto Hernández Norzagaray

 

El presidente López Obrador cuando le faltan respuestas concretas a problemas estructurales y de coyuntura no tiene la humildad para reconocerlo y explorar con los afectados alguna vía de solución.

Eso es lo que hace un político con mínimos de racionalidad y sinergia con esos segmentos de gobernados.

¿Para qué esa humildad? Si se puede capitalizar mediáticamente la inconformidad sea dividiendo o identificando “culpables”, creando espantajos.

¿Acaso no fue lo ocurrió en la “mañanera” del pasado jueves cuando trató el tema de los productores agrícolas que habían tomado el aeropuerto de Culiacán?

Hay dos expresiones que así lo demuestran: las relativas a dividir entre grandes y pequeños productores de maíz y poner a los grandes productores como los culpables de esas movilizaciones.

Sobre lo primero dijo que “todos los agricultores con producción de una a 20 hectáreas tienen garantizado su pago y compra del maíz con un precio de casi 7 mil pesos por tonelada… tiene garantizada la compra de 2 millones de toneladas” de los 6 millones que se están cosechando en Sinaloa.

Es decir, los productores que tienen más de 20 hectáreas y que producen los 4 mil millones de toneladas quedan a la suerte del mercado, la criminal oferta y demanda.

Se les excluye de esa compra porque simplemente son “ricos” y, a los ricos, en este gobierno no se les apoya, que se “rasquen con sus propias uñas”.

¿Así de sencillo es el problema y la solución de este problema que atraviesa el territorio estatal, nacional?

Acaso cuando AMLO estaba en campaña no esgrimía una y otra vez que los subsidios eran indispensables para todos los productores agrícolas por que simple y sencillamente en Estados Unidos se subsidiaban y luego vendían sus granos en nuestro mercado lo que provocaba un problema serio de competitividad.

¿Esto ha cambiado?

Tan no que hay un litigio dentro de los países contratantes del TLC por el llamado maíz transgénico que se exportaba hacia a México y, que por una política proteccionista, no llega felizmente a nuestros mercados.

Estimaciones del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) calculan que en 2022 se consumieron 46 millones de toneladas de maíz y es probable que haya un aumento en este año sobre todo por el lugar que tiene este grano en la alimentación de los mexicanos y el sector pecuario.

El año pasado de acuerdo con esta fuente el 47 por ciento se destinó al sector pecuario y el 30 para consumo humano, entre ellas 10 millones de toneladas para la producción de tortillas, 9 para el ramo industrial y 14 por ciento a otros usos.

Entonces, en un país con esta alta demanda de maíz es indispensable proteger la producción nacional, la autosuficiencia alimentaria y eso llama a una mejor regulación para que los grandes compradores terminen aprovechándose de la segmentación política de los productores en función de su capacidad productiva.

Al final está política pública, política, como veremos, terminará envileciendo el mercado y serán los compradores los grandes beneficiarios de los excedentes sin protección del Estado.

O sea, estamos ante un triunfo pírrico, fugaz, rijoso, eficaz solo para el relato justiciero del gobierno obradorista.

Porque ahí está la otra cuestión al dividir a los productores entre ricos y pobres, está el argumento de que no hay problema, sino que hay quienes quieren aprovecharse políticamente de este movimiento social.

Y eso pone el tema en el lugar que es bueno el presidente, la propaganda justiciera, la que ataca diciendo: “Son lideres nylon que ahí andan. Que lo sepa la gente. Vamos a seguir apoyando en todos los casos, pero siempre a los de abajo, es preferible dar el subsidio a los campesinos, a los productores de abajo, que a los de arriba. Y eso es lo que no les gusta… Esto es una provocación, propaganda. Más que nada publicidad y muy vulgar. Aquí están metidos los del bloque conservador”.

Como si esos productores que desesperados decidieron salir de sus campos agrícolas y tomar carreteras del estado, las calles de Culiacán y el aeropuerto, son niños engañados por unos líderes venales.

El engaño, creo, que está en otro lugar, donde se busca ganar tiempo para ir desactivando este movimiento.

La pregunta es, si más temprano, que tarde, este movimiento terminara reactivándose cuando el agua llegue al cuello.

Al tiempo.

 

 

 

 

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