RAUL PADILLA: EL “CACIQUE” CREADOR DE INSTITUCIONES
RAUL PADILLA: EL “CACIQUE” CREADOR DE INSTITUCIONES
Ernesto
Hernández Norzagaray
A
la memoria de José Luis Franco
Hay dos maneras como mínimo de
analizar a los personajes públicos: Uno, simple y duro, como villanos y otra
valorarlos por sus obras.
Raúl Padilla López, fue un
personaje complejo que para sus detractores -incluso, en los momentos
recomendables para la condescendencia con el duelo familiar- sin más, le
califican como “cacique” de la Universidad de Guadalajara, mientras, para otros,
en posiciones más equidistantes ven en el mismo personaje a un constructor de
instituciones culturales.
Los primeros situados en la
lógica de la derrota, la venganza y la “buena política”, nos describen a Padilla
López como un personaje oscuro, malévolo, perverso y, omnipresente, en la
segunda universidad pública más grandes del país; mientras los segundos, más
racionales, ven en él la antítesis: visible, activo, visionario, solidario y
ganas de hacer de la política realidades en beneficio colectivo. .
Vamos con los primeros. Asumo que
algo de los que señalan sus detractores debió tener Padilla López cuando buscó
y alcanzó el poder y la política, recordemos, no la hacen los ángeles, sino
hombres y mujeres de carne y hueso y las circunstancia el político no las escoge
sino están ahí cuando se sube a ese carro repleto de intereses.
El problema principal no está en
el camino hacia el poder sino llegando a él, no sólo conservarlo, sino dotarlo
de la legitimidad que se desprende de la máxima probatoria de Mateo: “Por sus
frutos los conoceréis” y, a partir de ahí, perder o ganar la percepción pública.
Y esto en un país donde la
costumbre burocrática ha estado impregnada de la cultura de “haces como que me
pagas y hago como que trabajo” o, peor, la lógica del reloj ¿Qué hora es?, la
que usted diga señor presidente, deriva
en la inercia paralizante de los personajes e instituciones públicas.
Max Weber, el gran sociólogo
alemán, a partir del estudio de las conductas humanas llegó a la conclusión de
que hay un tipo de legitimidad que viene de la percepción que generan ciertos
personajes carismáticos que utilizando medios poco éticos -no vinculado a la
legitimidad democrática- alcanzan en medio de tropiezos el poder buscan ganar
la aceptación pública con obras que trascienden lo circunstancial.
A Padilla López, sus críticos que
vienen desde el presidente de la República, hasta el más vociferante de sus
detractores, no puede dejar de reconocer que su “cacicazgo” no fue como otras
capturas universitarias que han pasado a la historia sin pena, ni gloria, como
un lastre que hay que ocultar para evitar la vergüenza, sino deja pruebas de
que siempre le preocupó la legitimidad de su paso por la UdeG.
Basta leer el balance de su obra
en el desplegado que publicaron las autoridades universitarias tapatías,
interesada sí en defender a su líder, de lo que representó Padilla López para
el buen nombre de la institución: “Presidente de la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara, Director del Centro de Estudios Estratégicos para el
Desarrollo, Impulsor del Centro Cultural Universitario y uno de los promotores
culturales más importantes de la historia reciente (además, agrega la UdeG)
impulsó la creación de la Red Universitaria, modelo único en el país, con lo
que logró llevar la educación a todos los rincones del estado de Jalisco y que
hizo posible acerca la educación superior a los jóvenes de los quintiles más
bajos”. (para una visión más completa léase:(https://www.eluniversal.com.mx/cultura/adios-a-raul-padilla-lopez-promotor-del-arte-y-la-cultura/).
Este reconocimiento de su alma
mater fue secundado por decenas de personajes del mundo de la cultura y la
política, dentro y fuera del país, dentro y fuera de los gobiernos, y todos
ellos, coinciden con todo y matices que Padilla López fue un constructor de
instituciones algo que sus peores detractores han querido regateárselo para
reducir al personaje a la simple caricatura de “cacique” oscuro, perverso,
inescrupuloso.
Una perspectiva de este tipo
cobra especial relevancia cuando lamentablemente desde el gobierno federal se
busca minar la imagen de las instituciones -lo vimos en la pasada edición de la
FIL Guadalajara pero también en la andanada contra la Corte y el INE- desde el
mismísimo pulpito presidencial y el gobierno del estado de Jalisco. Padilla
López no muy afecto a las polémicas hizo una respuesta ubicua que debería ser
colgadas en el muro de las universidades públicas no alineadas cuando señaló en
el balance final de la FIL 2023: “Vendrán y seguirán gobiernos con
promesas de refundación, sus amagos y pobres resultados, pero ellas, las
universidades, seguirán ahí”.
Claudia Sheinbaum, jefa
de Gobierno de la Ciudad de México y Marcelo Ebrard, el secretario de
Relaciones Exteriores, externaron sus condolencias a la UdeG y a sus familiares
y amigos del finado, lo que no debió haber gustado al presidente López Obrador que
todavía el lunes pasado no manifestaba su pésame lo que remite inevitablemente
aquel discurso mañanero del 30 de noviembre de 2022 cuando se preguntó alterado: “¿Quién organiza la Feria del
Libro de Guadalajara? Padilla, exactamente ¿Cuántos años lleva Padilla
manejando la Universidad de Guadalajara? ¿Cuánto tiempo tiene? De Salinas para
acá, 35 años ¿Él pone a los Rectores? Es importante porque ahora es un foro del
conservadurismo".
Y bueno, en alguna forma se le agradece al
Presidente que guarde silencio, mejor a que en un desplante verbal termine
utilizando la muerte de Padilla López para seguir con la tarea de polarización
política o peor que él resulte la
víctima. A estas alturas, me pregunto, no sin ciertas dudas, que no tienen los
detractores donde radica la legitimidad de un rector, y en este caso de un
exrector, si en la vía acceso al poder en una institución universitaria o en el
producto de sus obras.
A bote pronto cualquiera diría que las dos tienen
que ser legitimas y, al parecer, al caso que nos ocupa no se le critica su
llegada al poder si no a la formación de un grupo de poder que ha capturado la
mayor institución educativa de Jalisco. Y eso nos lleva a la legitimidad de las
obras del personaje y su grupo político que son cuantiosas no solo para Jalisco
sino para la cultura mexicana como también a su legitimación en la acción
universitaria que no es un asunto menor y que frecuentemente se soslaya.
En definitiva, cualquier análisis inteligente y sereno
del padillismo inevitablemente llamará a moderar los juicios y mejor eliminar los
calificativos, simplemente, porque ahí está la obra que camina sola y eso lo supo
antes de darse un tiro en la sien, como dicen, que también lo hizo su padre.
Al tiempo.
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