GANAR EL DEBATE, PERDER LA VOTACIÓN
GANAR EL DEBATE, PERDER LA VOTACIÓN
Ernesto Hernández
Norzagaray
El parlamento, es el espacio
natural del debate público, el lugar del encuentro de las ideas políticas. Entonces,
si así son las cosas, la calidad de los diputados y senadores, siempre será
determinante para la calidad de las leyes que en ellas se elaboren en beneficio
de la sociedad.
Bueno, aunque, con una salvedad,
las mayorías parlamentarias en democracia son las que deciden y no
necesariamente lo hacen en función de la calidad de los argumentos sino simple
y llanamente acorde con la línea del partido o las necesidades y compromisos políticos
del presidente en turno.
Lo acabamos de ver con asombro y
desilusión en el fast-track de la Cámara de Diputados donde fue simplemente
un trámite del voto mayoritario de los morenistas y aliados para cumplirle el deseo
del presidente y transformar la Guardia Civil, en Guardia Militar.
Esto es, que el mando ya no será
civil, sino militar, lo que contraviene lo establecido en la Constitución. Que,
recordemos, hace tan solo tres años, se sentaron las bases y los consensos para
la creación de la Guardia Nacional y ahí, seguirán estando, esos preceptos hasta
que la Corte resuelva -¿en años?- su inconstitucionalidad lo que vendrá a
meternos en un maremágnum porque para entonces será una guardia militar de
facto aunque vuelva a estar bajo mando civil o, sea, estuvo fríamente calculado
el decreto presidencial y la militarización porque en términos reales no tendrá
vuelta atrás, más que en el mejor de los casos en el papel.
No obstante, Ricardo Monreal,
líder del Senado de la República, con cierto recato salió al paso del
fast-track de los diputados y ofreció que en el Senado habría discusión en comisiones
antes de votarlo en el pleno. Y así ocurrió, los senadores discutieron, pero
fue un ejercicio vano pues las posiciones no se movieron. Los de la oposición
votaron en contra y el oficialismo a favor, con la excepcionalidad de dos abstenciones.
En otros parlamentos un decreto
presidencial de este tipo hubiera sido considerado “notoriamente improcedente” porque
viola principios constitucionales, sin embargo, en el nuestro se dio trámite y
diputados y senadores oficialistas votaron contra la Constitución en lugar de negociar
pero no hubiera pasado porque el presidente no tenía los votos suficientes -dos
terceras partes- como sucedió con la reforma eléctrica donde la Corte zanjo la
discusión considerando que la iniciativa presidencial era constitucional.
Gobernar por decreto es una
práctica muy frecuente en gobiernos con poco respeto por el debate parlamentario
y las minorías peor, todavía, por la idea democrática de construir consensos
legislativos.
Lo suyo es imponer la voluntad del
gobernante, lo que se traduce en un ordenamiento paralelo a la Constitución,
sin embargo, ahí está en el entramado institucional para que sea la excepción a
la regla por una urgencia nacional no por una necesidad política.
Pero, alguien dirá, en el Senado
hubo discusión en las comisiones parlamentarias y lo que ahí se resolvió con
todos sus matices es lo que se votó.
Cierto, pero no dejo de filtrarse
al pleno, donde se hicieron escuchar las voces de la discordia parlamentaria,
aquellas que algunos no desearían haber escuchado por ser políticamente incorrectas,
y al menos, mediáticamente, destacaron dos senadores del llamado Grupo Plural
que dieron la batalla con brillantez sobre los fundamentos y los riesgos de la
militarización del país.
Uno de ellos fue Emilio Álvarez Icaza
que mediante una singular argumentación expuso lo que a su juicio son los
riesgos de la militarización -y, singular, porque el senador lo hizo no con una
larga, juiciosa y docta intervención sino simplemente reprodujo una
comparecencia de Mario Delgado, dirigente nacional de Morena y, en 2017 senador,
quien en aquel año dio catedra sobre los peligros que implicaba militarizar el
sistema de seguridad pública- y con ello hizo su contribución al debate al
exhibir la incongruencia de la fracción mayoritaria.
El otro fue el senador Germán
Martínez que hizo una disertación histórica, filosófica y política de la
militarización y fue al fondo, con datos y citas contundentes, del papel de generales
en momentos cruciales de nuestro pasado. Por ejemplo, habló con vehemencia de los
generales que asesinaron a Francisco I. Madero o la ubicación territorial de
los titulares de hoy en la Sedena y la Semar en las masacres de Allende,
Coahuila (2011) y Ayotzinapa, Guerrero, (2014) respectivamente. Y en su
disertación efusiva no podía quedar fuera Benito Juárez, icono de la 4T, que tuvo
en mente una Guardia Nacional con mando civil, como probablemente ni siquiera se
estila en las democracias nacientes y menos personalizadas.
Pero, no valió ningún argumento,
la decisión estaba tomada fuera del Senado, quedó solo para la historia de los
debates parlamentarios, incluso, en una penosa decisión Ricardo Monreal que
había ofrecido votar a conciencia decidió abstenerse.
No quedo bien con el presidente,
pero, tampoco, con la oposición, que estaba del lado de la Constitución. Quién
sabe si con su conciencia. Nuestro amigo y paisano, el periodista Fred Álvarez,
critica a Monreal diciendo que este debió no abstenerse sino emitir un voto
particular que lo hubiera dejado en mejor posición para lo que viene, aunque,
AMLO, igual, no le agradeció el gesto por el contrario lo ubicó entre los
conservadores.
La perdida del debate
parlamentario agrio el festejo que se esperaba en Palacio Nacional donde el
presidente visiblemente molesto repartió culpas contra la oposición y los
abstencionistas. Acusó a sus adversarios, los “conservadores”, de hipócritas cuando
cuestionan la militarización cuando antes no lo hicieron.
Y es que en franjas del morenismo
no hay convencimiento sobre la medida incluso se ve con recelo en la sociedad sobre
todo entre aquellos que saben in corpore de lo que se trata. La misma senadora
y constitucionalista, y ex ministra de la Corte, al pulsar el efecto en una
penosa intervención, quiso justificar la decisión argumentando que la decisión “no
es un cheque en blanco” para que el ejército haga y deshaga.
Pero, de última hora, apareció la
brillante idea de Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, de saldar el
diferendo mediante la iniciativa presentada de Yolanda de la Torre de extender
la presencia del ejército en las calles hasta 2028 lo que sellaba una alianza
con Morena a cambio, seguramente, de congelar las causas penales que están en las
fiscalías local y federal y el desafuero en la Cámara de Diputados logrando con
64 votos priistas tener la mayoría calificada.
En definitiva, Morena perdió
hasta anímicamente el debate, pero ganó la votación y con ello Alito Moreno
queda como un traidor, da un golpe de nocaut a la Coalición ¡Va por México! y
seguramente sepultara al PRI.
Al tiempo.
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