El Jefe de jefes
El Jefe de jefes.
Ernesto Hernández
Norzagaray
…Soy el Jefe de jefes señores,
Y decirlo no es por presunción,
muchos grandes me piden favores,
porque saben que soy el mejor,
han buscado la sombra del árbol,
para que no les de duro el sol…
Los Tigres del Norte, Jefe de jefes.
Miguel Ángel Félix Gallardo, abandonará próximamente
la prisión por obra y gracia del presidente López Obrador y estará bajo arresto
domiciliario con brazalete los próximos seis años, lo que resta de su condena
de 40 años. Saldrá a la calle con la salud maltrecha y buscará llevar sus males
en retiro y compañía de sus familiares y personal de salud. No obstante, estarán
monitoreando sus escasos pasos y conversaciones las 24 horas del día.
No le será fácil recobrar su vida en un mundo
para él desconocido. Aquel mundo truculento que le dio poder y fama hasta
convertirlo en una leyenda, un mito exaltado por los narcocorridos no existe
más. Hoy, hay una nueva generación de narcotraficantes sin el aura y mística que
distinguió aquellos hombres y mujeres que salieron de los altos de Sinaloa para
convertirse en un poder que supo congraciarse con el poder político y llevar la
fiesta en paz, generando un equilibrio virtuoso.
Félix Gallardo, es quizá la representación más
nítida de esa relación de equilibrio entre el poder criminal y el político, tuvo
de padrino a Leopoldo Sánchez Celis, exgobernador de Sinaloa, quien lo sacó de
la policía federal para tenerlo como parte de su guardia personal. Incluso, llegó
a tanto la relación con la familia del gobernador, que fue padrino de bodas de
Rodolfo, el hijo mayor del político del paliacate, y producto de ese vínculo,
se dijo, el ahijado, años más tarde, fue levantado en el aeropuerto de la
Ciudad de México para ser asesinado.
¿Pero cómo llegó a encumbrase este hombre de
origen humilde, escuálido y mirada desconfiada nacido en los albores de 1946 en
el caserío de Bellavista en la sindicatura de Culiacancito? Es probable que su
pasó por la policía federal lo haya acercado a los personeros del crimen organizado,
aunque es poco creíble, ya que era un policía más y no se conoce que haya
tenido cargos directivos u operativos. Es posible que haya sido a través de los
primeros narcos políticos que de acuerdo con el libro revelador Drogas sin
fronteras del sociólogo sinaloense Luis Astorga marcó buena parte la
historia de la narcopolítica del siglo XX.
Es decir, lo que se ha dicho mil veces, en
México no puede haber crimen organizado sin la complicidad de los personajes
que están en la política o, también, rara avis, por las necesidades de las agendas
políticas binacionales.
Eduardo “El Búho” Valle, siendo asesor del exprocurador
Jorge Carpizo, alguna vez escribió en prensa que investigó y detectó en la
Biblioteca del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica un documento
sobre un acuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos de principios
de los años cincuenta para cultivar amapola en la sierra que luego era procesada
y llevada a los Estados Unidos y producir la morfina que requerían sus heridos
en la guerra de Corea (1950-1953).
Cuando termina la guerra con el armisticio los
norteamericanos habrían abandonado los plantíos y de ser real la versión estos
quedaron en manos de los lugareños pobres que probablemente habían trabajado
como jornaleros agrícolas. No tardaría mucho para que los más avezados se dieran
cuenta de que tenían un tesoro en sus tierras accidentadas, difíciles, para
cultivar granos y hortalizas.
Don Manuel Lazcano Ochoa, secretario de
gobierno, durante el mandato constitucional de Francisco Labastida Ochoa (1986-1992),
narra en sus memorias, que en los años sesenta durante una campaña política tuvo
que dormir en una vivienda de un caserío de Badiraguato y un aroma fuerte no le
permitió conciliar el sueño.
Al amanecer se dirigió a desayunar con sus
anfitriones y les preguntó sobre que producía ese aroma inquietante. Los
anfitriones intercambiaron miradas y el jefe de la casa asintió. Lo invitaron a
pasar a una bodega donde se agudizó el aroma fuerte y en se espacio había un buen
número de las antiguas latas mantequeras. Abrieron una de ellas y ahí estaba la
goma de las flores de la amapola.
Estaba lista para enviarse por tren a Mexicali.
Menciona en el relato que uno de esos viajeros que llevaba el preciado insumo a
la frontera era Ernesto “Don Neto” Fonseca. Quien a vuelta de los años la vida
lo llevaría a encontrarse con la dupla Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero y todos
ellos, empezaron el trasiego de cada vez mayores volúmenes de drogas hacia la
frontera de mil narcocorridos. Son los años felices del narcotráfico con un
buen control político.
Incluso, cuando se implementa la Operación
Cóndor, entre 1977 y 1983, con el fin de erradicar cultivos de amapola los tres
barones del narco sinaloense se mudaron a Jalisco donde crearían el Cártel de Guadalajara.
Y ahí estrecharían vínculos con los capos colombianos: Pablo Emilio Escobar y Gonzalo
Rodríguez Gacha, ambos líderes del cártel de Medellín, para la importación de cocaína,
incluso, según la periodista Anabel Hernández, en su libro Los Señores del
Narco, estrecharon relaciones con agentes de la DEA para financiar a la contra
centroamericana.
Luego vendría el exceso de asesinar al agente
de la DEA Enrique “Kiki” Camarena y sobrevino la aprehensión de todos ellos con
lo que el cártel pariría cuatro vástagos: el cártel de Tijuana de los hermanos
Arellano Félix; el de Sinaloa comandado por Héctor Luis Palma Salazar, Juan
José Esparragoza, Ismael Zambada y Joaquín Guzmán Loera; el de Juárez de Amado
Carrillo y el del Golfo dirigido por Juan Nepomuceno Guerra.
La “amnistía” de Félix Gallardo oficialmente será
un acto humanitario porque obtiene los beneficios de ley para casos de personas
de más de setenta años y que se encuentra en mal estado de salud, sin embargo, la
FGR no estaba de acuerdo con su liberación e iba impugnar la decisión del juez hasta
que el presidente intervino favoreciéndola y hoy está en trámite.
Políticamente habrá quienes lo vean como otro
gesto buena voluntad del presidente con el narco “que también es pueblo”. Ya
veremos cómo lo recibe el gobierno del norte que ya sabemos es un caso de honor
de la DEA y la muestra es que no paró hasta coadyuvar a la detención de Rafael Caro
Quintero.
En tanto, Félix Gallardo, se dispone a
descansar sus últimos días en libertad, como la leyenda y el mito todopoderoso sus
paisanos del pueblo mocoritense de Rosamorada, Los Tigres del Norte.
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