LOS DUEÑOS DE MORENA
LOS DUEÑOS DE MORENA
Ernesto Hernández
Norzagaray
Merary Villegas es una mujer con
suerte, con mucha suerte o debe tener buenos padrinos en la Ciudad de México
porque habiendo estado entre los diputados más faltistas cayó parada en
Sinaloa.Las coordenadas se enderezaron a favor de su nominación y, hoy, es la
nueva dirigente estatal de Morena.
El gobernador, como si hubiera
estado al margen, la describe escuetamente como una mujer que “tiene méritos” y
está llamada a dirigir Morena. Le reconocen atributos que ella ni siquiera
sabía que tenía, pero los agradece con una sonrisa ancha que revela una buena
dentadura.
En su habilitación como dirigente
han quedado dos manchas una que 14 delegados fueron inhabilitados porque presuntamente
eran miembros del PAS y dos, que la elección del CDE ocurrió a puerta cerrada sin
prensa y ante unos consejeros sumisos a los que se le impidió entrar con sus
celulares para no grabar lo que ocurrió en esa encerrona con cartas marcadas.
Ya luego veremos si no hay una
grabación y lo que se dijo en ese día que se habilitaba una nueva dirigencia de
Morena.
Lo que se alcanza a ver entre los
resquicios fue que por un lado está el padrinazgo de Merary en la Ciudad de
México que algunos lo atribuyen a AMLO, le sigue Minerva Vázquez, la flamante
presidenta del Consejo Estatal que es una pieza de la dupla Imelda Castro-René
Bejarano y Manuel “Meny” Guerrero, como secretario general, que es el alfil del
gobernador.
En este orden es el triángulo de
fuerzas que decidió la composición de la dirigencia de Morena para los
siguientes tres años en Sinaloa.
No hay nada nuevo en el mecanismo
de elección, nada democrático, primero el triunvirato sacó a los delegados y
estos ya habilitados con el nombramiento son los que certificaron a sus
dirigentes. ¿No que sería el pueblo el que pone y dispone en cuestión de
candidaturas?
La votación indirecta, a través
de la representación política, es la forma de dar forma a un engaño
democrático.
Y más si le agregamos la manera como
se celebró la elección sin opciones para votar simple y llanamente la decisión
estaba tomada por el padrino de la Ciudad de México, Rubén Rocha e Imelda
Castro-René Bejarano.
Serán ellos los dueños de la
marca en Sinaloa y la militancia seguirá siendo invitada de piedra y todavía
después de eso se habla sin prurito alguno de ejercicio democrático cuando fue
un vulgar dedazo al viejo estilo priista.
Es más, los priistas, últimamente
por su propia crisis interna, se han vuelto más escrupulosos a la hora de votar
dirigentes y candidatos.
Entonces, a Merary, Minerva y al “Meny”
Guerrero, no los votaron las bases sino los dueños del amarre: el padrino de la
capital, la senadora con el jefe René Bejarano, el “señor de las ligas” y el
gobernador.
Y a esa suma de intereses se
deberán no a lo que reclama el común de los sinaloenses que están perdiendo
vertiginosamente su capacidad de consumo y asombro por los índices de
inseguridad cotidiana.
Nada bueno parece prefigurar
estos acuerdos por más que haya comunicadores que lambisconamente le encuentran
virtudes diciendo es la mujer que “Morena necesita en Sinaloa”, “la gran trayectoria partidista” o mejor el “gran
avance democrático” que las dirigentes
de Morena, PRI y PAN sean mujeres que la respalda olvidándose de exigirle cuentas
de su rendimiento como diputada federal donde, cómo ya lo dijimos, en la pasada
legislatura, fue quien acumuló más faltas a las sesiones legislativas.
Pero eso significa ser un aguafiestas
cuando de lo que se trata es de festinar que por fin hay una dirigencia electa después
del manotazo de Andrés Manuel, el entonces líder de Morena, que en 2015 animó
la destitución de la dirigencia que encabezaba Jaime Palacios y Merary entonces
diputada local avaló en silencio ante el llanto de los jóvenes morenistas que
tuvieron que presentar su renuncia al partido.
Hoy, por cierto, varios de ellos,
están de jauja, cobran como asesores parlamentarios, comisionados partidistas o
funcionarios, con poco se les acabó el filo y están haciendo cola para en caso
de que alguien de arriba se le ocurra llevarlos a otro estatus o si no ahí, se
quedaran medrando hasta envejecer.
En definitiva, estamos ante una experiencia
que no tiene nada nuevo o quizá sí, que esta sui generis democracia, se
come a sus propios hijos radicalizados, con el garlito de que lo de antes era
peor.
¿Será?
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