TRAGICOMEDIA SINALOENSE
TRAGICOMEDIA SINALOENSE
A la memoria de Claudia Morales Acosta
“Debimos haber evitado el megaconcierto de fin de
año en Mazatlán, pero no lo pudimos hacer”, dijo un claudicante Rubén Rocha,
para luego decir que buscaría al alcalde Luis Guillermo Benítez de Mazatlán para
tratar la problemática a toro pasado y este lo tiene claro, clarísimo, cuando parafraseando
al rey Luis XIV: “En Mazatlán mandó yo” y, sin ninguna réplica independiente, entre
los miembros del Cabildo del puerto.
Luego aparecería Héctor Melesio Cuén Ojeda, el
secretario de Salud, quién dijo excusándose para conservar el cargo: “Desde
luego que fue una imprudencia, desde luego, que ya había un rebrote muy fuerte,
(…) Yo lo dije en el momento, dije que no estaba de acuerdo con una situación
de ese tipo por razones obvias, ya se habían suscitado incluso a 10 mil los
contagios a nivel nacional”.
Y ante el señalamiento del gobernador de que
había careada entre él y el alcalde porteño deslizo una aclaración, prudente,
medida: “Por las situaciones políticas que se dieron entre el presidente
municipal de Mazatlán y un servidor, yo creí conveniente marginarme un poco y
dejar estas decisiones con ellos, porque luego se retoma la situación, (…) yo
trabajo de manera institucional y pongo por delante siempre el interés de la
ciudadanía”.
Luego vino la presentación del evento
multitudinario “Bienvenido 2022” y el alcalde presumió que esperaba 25 mil
personas en el Paseo de Olas Altas. Vino entonces música, bailada, tragos, gritos,
besos, abrazos, apretones de mano, buenos deseos cara a cara y, por supuesto, juegos
pirotécnicos y nuevamente música, bailada, tragos, besos y abrazos hasta el
amanecer.
Luego volvió el silencio que solo se alteraba con
el romper de las olas y ahí estaba el escenario sucio con basura por todos
lados. Mesas y sillas abandonadas. Estructuras de hierro que sirvieron para el
trabajo de las bandas y grupos musicales. La gente había vuelto a sus casas a descansar
o continuar la fiesta con los suyos, amigos y vecinos. A disfrutar del
recalentado.
En los días siguientes en los principales diarios
de la localidad se manifestaron las cámaras y asociaciones empresariales para blindar
mediáticamente al alcalde con mensajes que muy probablemente pasaron por su
escritorio y fueron del gusto de su ego que no tiene límites.
Vea si no este pronunciamiento de CANIRAC
Mazatlán: “Felicita y agradece el apoyo al Químico Luis Guillermo Benítez
Torres…por los grandes logros que registra Mazatlán este 2021 bla, bla…” o el
de ACETEM, unas nuevas siglas vinculadas, nos dicen, al grupo ARHE y el restaurant
bar El Muchacho Alegre que hoy construye fuera de la ley y felicita nuevamente
al alcalde como si fuera el gran constructor de la patria chica: “Por los
importantes logros de Mazatlán 2021: Primer lugar en ocupación hotelera de los
destinos turísticos de México y cuarta posición entre las ciudades más competitivas
de México”, aclarando claro, “con 500 mil a 1 millón de habitantes”. ¿Será? Y
bla, bla.
Y cuando se le cuestionó al alcalde Benítez por su
responsabilidad en los futuros contagios argumentó con ceño fruncido: “Ya están
grandecitos”, refiriéndose a los asistentes del megaconcierto.
Y el día 5 de enero, aparece un “drástico”
cuestionamiento de Feliciano Castro, el líder del Congreso del Estado, quien con
una contundencia digna de la mejor oposición, pero, eso sí, a posteriori,
señaló volviendo la vista al tercer piso del Palacio de Gobierno:
“Inaceptable, por cierto, eventos como el de
Mazatlán, donde el presidente municipal se cree una isla y que él puede
decidir, lo cierto es que, en situación de pandemia, es la autoridad sanitaria,
bajo la conducción de la Presidencia de la República quien toma las riendas…pero,
no me atrevería, a decir que amerita una sanción, en este momento, pero si me
atrevería a decir que debe de revisarse”.
Y un día después, diría como la Chimoltrufia, que
siempre sí, que en caso de persistir con la idea de organizar el Carnaval
procederían contra el edil. A lo que, este, respondería con una sonrisa
socarrona emulando a José Alfredo Jiménez: ¡No me amenaces!
Cuánto atrevimiento de este personaje de la izquierda
histórica del que se esperaría mayor independencia y a tono, con la ultra, de
los pasados años setenta. Se le olvidó decir que en cada estado el responsable
político de la salud pública es el gobernador. Y, que este, dejó pasar
impunemente la celebración de nuevo año porque detrás de ello y, según, él, estaba
una careada entre el alcalde y el secretario de Salud. ¿Cuánto habrá de costar en
contagios, vidas y patrimonio está ausencia de autoridad?
En fin, estamos ante un concierto de voces, que
lo único que les interesa es su imagen mediática y la salud de sus
interlocutores que se vaya al carajo.
La cuarta ola de Covid es lo único cierto en el
paisaje sinaloense. En un solo día -4 de diciembre- llegaron 360 nuevos casos
del Covid-19 y hasta entonces, había 874 contagiados, mientras a nivel nacional
se conocían más de 15 mil casos y ocurrían en un día 130 muertes.
Agregue, a esto, que, de acuerdo con estudios
periodísticos, el 30% no se registra porque los contagiados permanecen en cuarentena
en sus hogares. Y, ya, no estamos hablando del virus SARS-Cov-2, sino de sus
variantes Ómicron y Delta. Más contagiosas y que la propia ONU, ha alertado de
la necesidad de extremar medidas de control de los gobiernos, para evitar la
multiplicación de estas nuevas variantes que hoy escalan rápidamente en el
mundo.
Y eso, ha llevado a gobiernos responsables, a
extremar medidas a favor de sus ciudadanos. Lamentablemente esos políticos y
empresarios no los tenemos en México. Siguen actuando en un sistema de
complicidades echándose culpas unos a otros y creando la tormenta perfecta.
Donde el gobernador critica a su secretario de
salud para quitarse y delegar culpas; un secretario de salud que actúa en los límites
que le impone el gobernador y su cálculo político; un alcalde que actúa como otro
gobernador y al que le vale, lo legalmente establecido; unos empresarios insolidarios
que protegen al alcalde mediáticamente buscando crear realidades virtuales y,
seguramente, seguir obteniendo beneficios para sus negocios; y un líder del
Congreso del Estado, que busca estar bien con dios y con el diablo; y, claro,
un sector, de la ciudadanía, que fastidiada con los controles decide irresponsablemente
acudir al llamado de fiesta y tomar en sus manos un problema para todos.
Cada infectado, nos dicen las autoridades de
salud, infecta a otros quince, otros, dirán, treinta. Creando todos ellos una
tragicomedia que es de esperar que crezca exponencial y rápidamente en el país,
los estados y municipios.
Con ella se van volver a caer los mitos de la
narrativa salvadora de la 4T y los discursos positivos de López Gatell, pero,
también, las medianas y pequeñas empresas que estaban despegando luego de la
tormenta del coronavirus y vendrán nuevamente los recortes en el empleo, los
ingresos, el consumo de ahorros, las estrecheces económicas, el encierro, los
muertos, pero, algunos dirán, congraciándose con los que hoy que defienden y
arman discursos protectores al alcalde que lo bailado nadie se los quita.
Venga el Carnaval y la Semana de la Moto al
puerto, en estas calles, donde, hoy brotan impunemente las aguas negras con sus
aromas de albañales y, claro, si, así, lo decide Don Feliciano.
Al tiempo.
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