JUEGO DE LUCES Y SOMBRAS
JUEGO DE LUCES Y SOMBRAS
Era de esperar.
Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores, presidió
la XXXIII Reunión de Embajadores y Cónsules del Servicio Exterior Mexicano.
Lo hizo prácticamente bajándose del avión que lo trajo de
Santiago de Chile adonde fue a encontrarse con Gabriel Boric, el presidente
electo de ese país sudamericano, seguramente para fijar una agenda común en
temas sensibles y alejado de las posturas cuestionadas de algunos gobiernos de izquierda
en la región, cómo bien, tuvo el tacto, de anunciarlo el chileno luego de
conocerse su triunfo apabullante en las urnas.
¿Acaso la decisión de Ebrard de no enviar representante a la
toma de posesión de Daniel Ortega no estuvo calculada en clave de presidenciable?
¿Acaso la reconsideración de AMLO ante Nicaragua no está en clave de mantener
puentes con todos los gobiernos y mantener “su” liderazgo con los afines en Latinoamérica,
pero, manteniendo distancia con aquellos que se alejan de las formas democráticas?
¿Acaso la decisión de Marcelo Ebrard de no asistir a la quinta toma de posesión
de Daniel Ortega y mandar a un funcionario de segundo nivel, es la verdadera
decisión sobre Nicaragua?
Es decir, una forma muy diplomática, de golpe con guante
blanco al otrora legendario dirigente de la Revolución Sandinista y hoy
convertido, usando el titulo de una novela del chileno Luis Sepúlveda: La
sombra de lo que fuimos (2009).
Alguien tiene que hacer el trabajo sucio y quién el trabajo
limpio en la escena internacional. Un punto a favor de la carrera de Ebrard que
manda el mensaje político de que está más cerca del ideario de Gabriel Boric
que de Nicolas Maduro, Daniel Ortega o Miguel Díaz Canel.
Pero, volviendo a la reunión anual con embajadores y cónsules,
los aquellos que operativamente hacen la política exterior mexicana, hay que leer
el discurso de Ebrard entre líneas ya que el énfasis está puesto en destacar su
lealtad al presidente y trasmitir a sus interlocutores el sentido de “prestigio”
de México en el extranjero.
Así, dijo, “Queremos
transmitirle nuestros deseos, nuestra solidaridad para que salga adelante y se
recupere pronto; nos alegra verlo bien, lo que significa que se encuentra bien
y es una buena noticia. Quiero decirle que le tenemos aprecio y afecto, así
como lealtad”, quizá, este énfasis, busca atajar las voces, que alimentan
la idea de que está en curso una ruptura en el primer círculo del poder como lo
planteó recientemente la periodista Anabel Hernández en una colaboración para
Deutch Welle y, producto, de la cada vez más notoria preferencia del presidente
por Claudia Sheinbaum.
Pero
Ebrard continúa diciendo que México, y particularmente el presidente López
Obrador, tiene un gran prestigio internacional por su “autoridad moral” y
remata afirmando: “Yo estoy muy
orgulloso de nuestro presidente, de nuestro país y de nuestro servicio
exterior”.
Recordó luego las tareas diplomáticas especialmente
en los Estados Unidos de Norteamérica que tienen que ver con el trámite para
obtener vacunas contra el Covid-19 y sus variantes, la migración de centro y
sudamericana y la violencia proveniente del tráfico ilegal de armas.
Y, claro, la tarea diplomática la está haciendo
en perspectiva de mantenerse en el ánimo del presidente para la definición del
2024 y es que ese año no está lejos, para diciembre todos los secretarios
deberán renunciar a sus cargos si aspiran a otro de representación política, o
sea, es probable, que no presida la próxima reunión de embajadores y cónsules
mexicanos.
Aunque de aquí a entonces, muchas cosas habrían
de suceder, y la gran interrogante es, si AMLO mantendrá la promoción de la titular
del Gobierno de la Ciudad de México, o lo que hemos visto en el último año es
un nuevo juego de luces al viejo estilo priista, y que le sirve al mandatario
para distraer, pero, también, ver el talante y la lealtad de cada uno de los aspirantes
a sucederlo en el cargo de representación política.
En este momento, Claudia Sheinbaum, está en lo
más alto de la visibilidad política, su rostro normalmente austero en gestos ha
vivido un cambio, especialmente, luego del colapso catastrófico de la ruta 12
del Metro de la Ciudad de Metro y se le ve alegre y siguiendo una estrategia de
posicionamiento popular.
Ricardo
Monreal, el enfant terrible del morenismo, para muchos el enemigo
interno a vencer. Vive cotidianamente el calvario de su aspiración declarada
por ser el candidato de Morena a la Presidencia de la República, y en caso de
que no suceda, tiende puentes, cómo bien lo describe Alejandro Páez en este
espacio informativo sin darle ninguna esperanza de alcanzar la nominación, por
lo que pronostica, que si es candidato será por otro partido o coalición.
Sin
embargo, en democracia la tendencia natural siempre será hacia el centro, y
creo que Monreal tiene un plan B convertirse en candidato por una opción de centroizquierda
y ahí su papel de víctima, pero también la exhibición pública, podría
granjearle una candidatura presidencial y ya dependerá de como este el ánimo del
electorado.
Una
cosa está clara, no se necesita dar muchas vueltas, cualquier ruptura de un
presidenciable de Morena, le pega a Morena, AMLO ya no estará en la papeleta electoral
y la apuesta es por la marca electoral que está ganado elecciones y prefigurando
las alianzas buenas, regulares y malas para 2024.
Marcelo
Ebrard hace su mejor esfuerzo en la cancillería y teje relaciones a escala
internacional; lo mismo, Monreal, pactando acuerdos a favor de la política
obradorista y Claudia Sheinbaum hace lo propio en la Ciudad de México, pero, al
final, con la información sobre intención de voto, la lealtad de los aspirantes,
los perfiles de la oposición y, sobre todo, con el pragmatismo que caracteriza a
AMLO tomará la decisión en la soledad de Palacio Nacional.
En
definitiva, lo ocurrido en la reunión de embajadores y cónsules, sirvió a los
intereses del secretario de Relaciones Exteriores, pero, solo para ratificar su
lealtad y dar buenas cuentas al presidente aun cuando le hayan corregido la
plana de Nicaragua, pero, creo, esa corrección estuvo fríamente calculada para
satisfacer a los “radicales” de los que habla el senador Monreal.
Al tiempo.
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