LA RENUNCIA DE JORGE GUEVARA

 

 LA RENUNCIA DE JORGE GUEVARA

 


 

Jorge Luis Guevara Reynaga es un profesional de la educación superior. Su currículo, así lo demuestra, en su paso como rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa y luego, como funcionario de la Secretaría de Educación Pública, donde su desempeño conocido muestra a una persona capaz en la materia y con base en ello, para muchos universitarios, era un lujo que fuera designado rector de la Universidad Politécnica de Sinaloa, UPSIN.

Quizá, incluso, se nos había olvidado, su ética pública, y vimos, en su habilitación, un simple acomodo de integración de la administración pública que conduce Rubén Rocha Moya y, fuimos sorprendidos, cuando desde las instalaciones de esta institución, y a los pocos días de haber asumido el cargo, presentó un diagnóstico crudo, descarnado, del estado en que encontró la UPSIN, y decidió renunciar al nombramiento argumentando que no era la persona indicada para conducirla pero, en el ánimo, de apoyar no sólo ofreció el diagnóstico, sino, también, ofreció propuestas administrativas concretas para empezar a recuperar la institución que presta servicios educativos a cerca de 4 mil estudiantes incluso el salario devengado.

El diagnóstico es brutal, señala, contundentemente, que en los últimos años en esta institución ubicada en el sur de Mazatlán, hubo de todo: Desde aumentos excesivos en los sueldos y prestaciones de los funcionarios de primer nivel hasta teje maneje en la llamada “Estafa Maestra” que, hoy, tiene en el penal de Santa Martha Acatitla a Rosario Robles, la exsecretaria Sedesol del gobierno de Peña Nieto, pasando por una caída del costo anual por alumno por debajo del 50%, es decir, que no sólo no creció la inversión, sino también, que cayó drásticamente en perjuicio del alumnado en esta politécnica.

Si se busca recuperar la institución, diría Guevara Reynaga, obliga a una reingeniería administrativa profunda y a una fuerte inversión pública para sanear sus finanzas y para ello, necesita un líder académico, además, de un gestor de recursos eficaz y alguien que tenga el apoyo político para profundizar en el diagnóstico presentado y eventualmente, si fuera el caso, presentar las denuncias correspondientes ante las autoridades competentes por los casos de corrupción académica y administrativa -Cuando escribo han designado como nuevo rector a una persona sin trayectoria reconocida y lleva a pensar que se trataba de llenar el hueco antes de ofrecer un académico con el suficiente apoyo político. Ya veremos y valga recordar.

Rubén Rocha, cuando llegó a la rectoría de la UAS en 1994, encontró un desastre administrativo y académico en la gestión de David Moreno Lizárraga y, entrando, amenazó con encauzar penalmente al exrector lo que llevó a Moreno a salir del país para mantener distancia y evitar una investigación y una posible detención.

Finalmente, no pasó a mayores y las cosas volvieron a su cauce, y Rocha Moya terminó su gestión sin las tensiones normales que se daban en ese entonces entre los aliados políticos de la izquierda universitaria y, la transición, hacia el nuevo rectorado, se llevó a cabo sin contratiempos y a favor de Jorge Luis Guevara Reynaga.

Hoy, aquella experiencia anticorrupción de hace 25 años cobra frescura por la evidencia presentada y esperemos que no tenga el mismo final por lo que obliga a una revisión del sistema educativo universitario pues la UPSIN, no es la única institución educativa superior, que está en bancarrota, por el crecimiento de la demanda y corrupción académica y administrativa.

L as llamadas universidades “pequeñas” han sido capturadas frecuentemente por grupos de interés o, peor, ha sido consideradas espacios para pagar favores y eso ha derivado en un deterioro de la oferta educativa con los agravantes que ha traído consigo el contexto pandémico.

A lo que se suma en ese proceso de deterioro de la oferta universitaria que sucede en la UAS donde, al menos, los cargos de funcionarios, directores y sindicales son coto exclusivo de la militancia del Partido Sinaloense.

Entonces, lo presentado por Guevara Reynaga, es la hebra de un problema mayor que Rocha Moya, Graciela Domínguez y Rodrigo López Zavala, secretaria y subsecretario de educación superior, deberán tomar decisiones sobre el que hacer ante algo que se ha dejado crecer y amenaza con agravarse, ahora, que los perfiles de los nuevos funcionarios universitarios oscilan entre la lealtad política y la inexperiencia administrativa.

En definitiva, la renuncia de Guevara Reynaga no es la renuncia de un malagradecido o desleal como le leí a un jubilado universitario, sino un llamado de atención del estado en que se encuentran estás universidades y politécnicos, y que los últimos gobiernos han dejado que se vayan pudriéndose en perjuicio de los jóvenes del estado.

Ya veremos.

 

 

 

 

 

Comentarios

Entradas populares