RECOMPENSAS POR LOS CHAPITOS
RECOMPENSAS POR LOS CHAPITOS
El llamado “Culiacanazo” ha
quedado para la historia de nuestras infamias públicas y sus imágenes para registrar
un pasado ominoso que muestra el fracaso de una política de “abrazos no balazos”.
Un Ovidio Guzmán con las manos en alto rindiéndose frente a sus captores, jóvenes
alterados que conducen frenéticamente vehículos artillados en las avenidas de la
capital sinaloense, funcionarios de seguridad buscando la cuadratura al círculo
a la renuncia de captura y un presidente López Obrador, admitiendo en su
púlpito matutino, que la detención fue una operación fallida y, justificando, que
la abortó para evitar una matanza mayor a la sucedida aquel mediodía otoñal.
Sin embargo, transcurridos más de
dos años y que las autoridades federales y estatales, no haya enmendado el
entuerto deteniendo al liberado o, como mínimo, que haya una investigación para
fincar responsabilidades o, mejor, expedientes abiertos y órdenes de
aprehensión contra ninguno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, lo menos
que se puede pensar es que ese vacío huele a corrupción y complicidades.
Hoy, lo recordamos, porque el
gobierno estadounidense lanza una oferta de recompensa por información que lleve
a la detención de Ovidio y sus hermanos, que de lograr su cometido enmendaría nuestro
entuerto largamente postergado y exhibiría nuestras ganas de combatir al crimen
organizado.
Y es que, como es del dominio
público, cualquier exhibición de armas de fuego de uso exclusivo del ejército llevaría
al infractor a pasar una buena temporada en la cárcel como ocurre seguramente con
infinidad de casos que hoy purgan penas corporales.
Sin embargo, no estamos hablando
de la exhibición de un arma, sino del asalto violento a una ciudad, de la
captura de su población, donde se hizo ostentación de armas de alto, altísimo, poder,
y que para nuestra sorpresa no provocó, ni siquiera por simple formalidad, que
se abriera un expediente criminal con nombres y apellidos de aquel operativo que
ocurrió luego de que agentes de la DEA habían ido al Triángulo Dorado para constatar
la existencia de laboratorios clandestinos. Verdaderamente, para Ripley.
Lo peor es que de no haber
aparecido las recompensas de 5 millones de dólares por cada uno de estos jóvenes
estaría así por años, probablemente por décadas hasta alcanzar el olvido, cuando
está detrás de la exportación hacia los Estados Unidos de toneladas de
fentanilo que estarían matando un consumidor cada 15 minutos y habría causado ya
la muerte de más de 100 mil ciudadanos norteamericanos y no sabemos las que
causa en nuestro país.
El anuncio de la recompensa sacudió
la modorra que hay sobre el caso de los hermanos Guzmán y el presidente López
Obrador salió al paso con un discurso a bote pronto, dijo que la detención es
tarea de “nosotros” y que no se permitiría que “agentes de otros países” intervengan
búsqueda y captura en nuestro territorio con esta afirmación que huele a autoengaño.
¿Cómo evitar que la gente piense mal y este mensaje, se considere más para las
autoridades de los Estados Unidos que para la organización criminal a la que
pertenecen los llamados “Chapitos”? No hay manera.
Y, menos, cuando el mensaje coincide
con la renovación y entrega de visas a agentes de la DEA y en reciprocidad, que
agentes mexicanos, se instalen en Estados Unidos, para supervisar el trabajo y
control del tráfico de armas hacia nuestro país que muchas de ellas van a manos
de sicarios del Cártel de Sinaloa.
Los agentes de la DEA, como ya
sabe, vienen a trabajar en colaboración con las agencias mexicanas para lograr
decomisos, destruir laboratorios clandestinos o capturar delincuentes de alto
rango, como sucedió con la detención, del Chapo Guzmán en los condominios Miramar
de Mazatlán, donde llegaron al extremo de vestir ropa oficial de la Marina para
ejecutar la aprehensión con la autorización de los altos mandos de nuestro
sistema nacional de seguridad.
Entonces, el presidente López Obrador
tiene un problema entre el decir y el hacer en esta política pública. Podrá
decirse que los agentes mexicanos solo pueden ir en busca y captura de los
hermanos Guzmán para satisfacer a sus clientelas políticas, pero, están los
acuerdos binacionales en materia de colaboración.
No puede evitar la intervención
de los agentes de la DEA so riesgo de tensar nuevamente las relaciones entre
ambas naciones. Y, menos, argumentar con certeza, bajo el principio de soberanía,
que la lucha contra el crimen organizado “es tarea nuestra” porque hay
suficientes elementos para contraargumentar desde la supranacionalidad cuando
se trata de este tipo de lucha en favor de los ciudadanos de un país.
Los agentes de la DEA seguramente
traen la encomienda principal de capturar a los hermanos Guzmán y es muy
probable, que tengan información de sus servicios de inteligencia para lograr
cumplir este y otros objetivos de seguridad nacional de su país.
Por, lo que, el mensaje
presidencial, de no tener efectos prácticos en el mediano plazo, pondría en
evidencia, lo que siempre se ha rumorado de que cada gobierno tiene un cártel
de preferencia y, al que se le protege, para garantizar un mínimo de
estabilidad -Nuevamente, la pregunta, a más de dos años del “Culiacanazo”, ¿Por
qué ni una orden de aprehensión contra los que tomaron por unas horas la
capital sinaloense?
En Sinaloa, la noticia de la
recompensa cayó como cubeta de agua fría en las altas esferas del gobierno
morenista de Rubén Rocha, le mueve las aguas turbulentas, lo conmina a salir del letargo, y por ello salieron a
declarar que ninguno de los hermanos Guzmán tienen antecedentes penales y, por
lo tanto, no cuentan con órdenes de aprehensión y pueden andar libremente por
Sinaloa, incluso, operar en los procesos electorales, cómo se dijo en los
medios de comunicación, que había ocurrido en los comicios concurrentes del
pasado verano sobre todo en el centro y sur del estado.
Estamos ante un grupo políticamente
influyente y empoderado que se traduce en que se le trate como un actor influyente,
y basta ver, lo que provocó recientemente el hijo de Aureliano Guzmán, El
Guano, cuando en un bar de Culiacán disparó ante la zozobra de los asistentes y,
peor, cuando la policía estatal intentó detenerlo y los municipales que habían
presenciado los acontecimientos decidieron no entrar en apoyo de sus compañeros
de corporaciones.
Esto es la cotidianidad desde el “Culiacanazo”
por lo que el anuncio de la recompensa y la captura está en chino, demuestra
que se hizo al margen del gobierno mexicano y la apuesta de los norteamericanos
es un recordatorio de que nuestro gobierno no ha hecho la tarea o simplemente
no la quieren hacer por lo que ellos tendrán que hacerlo para evitar más muertes
en su país y de ahí esta presión al gobierno obradorista.
Y el argumento para hacerlo es
mayor por la cantidad de fentanilo que está circulando por sus calles, aunque,
claro, detener a los Guzmán tendría efectos mediáticos muy importantes, pero,
quedaría la máxima de Ismael El Mayo Zambada que confió al periodista Julio
Scherer: “Si hoy yo fuera capturado o muerto, rápidamente sería sustituido”, porque
el cártel, tiene que seguir haciendo su trabajo.
Al tiempo
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