MORENA Y LA OTRA VUELTA A LA TUERCA
MORENA Y LA OTRA VUELTA A LA TUERCA
Paco Ignacio Taibo II, en una intervención que
recientemente tuvo ante el Consejo Nacional de Morena, tocó una fibra muy
sensible de su partido, identificó didácticamente una clara diferencia entre un
partido de aparato, de cúpulas, elites, y un partido de bases, donde denunció que
la dirección que encabeza Mario Delgado se ha allegado de ex priistas y ex
panistas a los que por “dos besos” les ha entregado posiciones mientras a las bases
“que son de izquierda”, margina de candidaturas y relega del poder político.
Una matriz política que ha sido una constante en México, pero
no exclusiva de Morena ni del país, por el carácter circular de las élites
políticas. El transfuguismo, lo vimos, cuando los panistas llegaron al poder y
muchos, pensamos, que por el discurso caricaturesco de Vicente Fox de “alimañas, tepocatas y víboras prietas”,
pero, sobre todo, por la tradición anti priista del PAN, que el guanajuatense sería
cuidadoso en la selección del equipo de gobierno, pero, eso, como sabemos no
ocurrió, y rápidamente, nos dimos cuenta que daría pie a lo que hoy se conoce
coloquialmente como PRIAN, es decir, la
incorporación de priistas y filo priistas neoliberales al gobierno del “cambio”
por sus presuntas capacidades profesionales para instrumentar ese tipo de políticas
públicas.
Luego volvió el PRI a la presidencia de la República, se dio
una nueva mudanza de elites, desde el PAN, muchos de los ex, entonces, se pusieron
la casaca del PRIAN peñista incluso se perfiló lo que terminó siendo PRIANRD.
Ahora, lo que hemos visto con la llegada de Morena al poder,
es que hay “otra vuelta a la tuerca”, para utilizar la afortunada expresión del
escritor Henry James, y de nuevo, vemos el fenómeno del transfuguismo desde los
partidos “conservadores”, cómo los llama López Obrador, un día sí y otro
también, hacia Morena.
Es decir, por los indicios, estamos metidos en un callejón
sin salida por esta singular circularidad de nuestra clase política, y unos y
otros, lo justificaran, diciendo que, si bien esto es cierto, lo que hace la
diferencia entre una y otra coalición de gobierno, es el programa de gobierno,
la voluntad de cambiar el estado de cosas, lo que la mudanza a muchos provocará
una sonrisa socarrona.
Pero, no, lo que explica el fenómeno de la circulación de las
elites -Vilfredo Pareto, sigue vivo- son las relaciones e intereses que existen
y se van tejiendo con los nuevos, formando una filigrana de colores difusos que
dan pasos a los personajes que tomaran las decisiones en los tres niveles de
gobierno.
Justamente, hacia allá, apunta molesto Taibo II, cuándo
señala lapidariamente: “El concepto ganar
se modificó y ahora llevamos al poder a sapos de notable envergadura. Llegaron
priistas y panistas que se corrompen en 24 horas. Son sapos que si les das dos
besos ingresan a Morena… Todo esto viene con un desapego de parte de Morena de
las luchas sociales. Morena no es capaz de decir quién son los charros de tal o
cual lugar. No hay opinión”.
Ese
discurso contra las elites de siempre y el transfuguismo, viene desde los
albores de los pasados años ochenta, cuando el panismo doctrinario se pronunció
en contra del llamado neopanismo, que a juicio de los históricos blanquiazules,
venían a apropiarse del partido, lo que efectivamente sucedió, en menos de una
década y qué terminó llevando a una vitrina dorada con chapa de tres candados,
la doctrina y los principios, que habían guiado el quehacer de los viejos
panistas para dar pie a la primera oleada de pragmatismo político que a su
nueva élite le permitió el acceso al poder en estados y municipios.
No
menos importante, o mejor más relevante, fue el desprendimiento de la Corriente
Democratizadora del PRI, que recordemos terminó saliéndose del partido para
sentar las bases de uno nuevo, el PRD, con la crítica de que se había alejado
de los dictados del nacionalismo revolucionario y había abrazado el ideario neoliberal
de Miguel de la Madrid y qué refrendaría Carlos Salinas, y con ello llegó la
primera hornada de los llamados Chicago Boys de Milton Friedman.
¿Qué
lograron los panistas doctrinarios y los priistas del nacionalismo
revolucionario con sus proclamas contra los tránsfugas? El panismo, se fue
extinguiendo, hasta quedar sólo una sombra de lo que fue en los años de la
segunda posguerra y hoy siguen enarbolando el ideario neoliberal. La llamada
izquierda del PRI fortalecida con la izquierda ideológica que gravitaba
alrededor del PCM, jugó un papel fundamental en la transición de un sistema de
partido hegemónico, hacia un sistema de partidos pluralista.
El
PRD se quebró primero con la renuncia de López Obrador en 2011 y su candidatura
presidencial en 2012; pero, sobre todo, cuando aquel llama a sus huestes a formar
Morena, mientras los dirigentes perredistas, los “Chuchos”, llamaron apoyar el
llamado “Pacto por México” que dio pie a la última generación de reformas
neoliberales que afectaron severamente a segmentos importantes de la población.
Luego
vendría el triunfo electoral de AMLO en 2018, y técnicamente, llegaría la
izquierda a las posiciones de poder y no pudo evitarse el transfuguismo desde
los partidos que firmaron el “Pacto por México”, que en aquel año alcanzaron
nominaciones y en 2021, fue ostentosa su presencia en las papeletas electorales
con retrocesos pues Morena y sus aliados perdieron 9 millones de votos, pero,
en especial, su principal bastión que era la Ciudad de México.
Se
que la dinámica política no es lineal, qué en el tránsito de un proyecto
político, hay procesos de agregación entre las elites políticas, y eso se
explica porque seguimos teniendo un sistema de partidos todavía débilmente
institucionalizado que facilitan la deslealtad entre la militancia dándose
trasvases entre un partido y otro y eso, nos remite inevitablemente al problema
del origen.
Morena,
es resultado principalmente de una mezcla de nacionalismo revolucionario e
izquierda comunista, el primero, recordemos, se caracterizó siempre por la
cooptación política, la unidad nacional, mientras el comunismo, se caracterizó
por un modelo menos laxo y estuvo pensado en clave de cuadros políticos para la
revolución aunque, en los últimos años del PCM, con el rol que jugaron los eurocomunistas,
se había alejado de la revolución para en lo sucesivo pensar en clave socialdemócrata
de conquista del poder vía elecciones.
Entonces,
la protesta de Taibo II y otros cuadros de Morena, inconformes con el
transfuguismo desde el PRI y el PAN hacia su partido, está más cerca de lo que
le sucedió al panismo doctrinario que perdieron el partido con la llegada de
los neopanistas que lo que representó el PRD en su fase de acumulación de
fuerzas y formación de gobiernos, la vieja izquierda no pinta en Morena y menos
en el gobierno. Esta, tendrá que hacer algo más, que discurso, para que Mario
Delgado, no vuelva a retirarse, como trascendió, a los cinco minutos de estar
escuchándolos, lo que, sin duda, fue muy revelador de hacia dónde escuchan sus
oídos.
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