EL HORIZONTE DEL DESENCANTO

 

EL HORIZONTE DEL DESENCANTO

 

 

Las consultas ciudadanas en democracia son ejercicios como los electorales. Están diseñados técnicamente para animar la participación, pero, no es suficiente, la gente debe tener incentivos objetivos y subjetivos.

Salvo, claro, en aquellos lugares donde existe habituación democrática, como sucede en los cantones suizos o en algunas de nuestras comunidades indígenas, donde todo lo público, se consulta o también sucede donde hay una coyuntura extraordinaria, una expectativa de cambio y un líder carismático que subsume las aspiraciones de un pueblo.

En México, acabamos de inaugurar esta experiencia de democracia participativa que se suma a la electoral. En, está ultima, como podemos recordar, hemos tenido dos momentos estelares de alta expectativa, la del 2000, cuando Vicente Fox, obtiene el 42.5 por ciento y la de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador, alcanza 53.2 por ciento de la votación emitida.

El comportamiento electoral me llevó hacer un ejercicio entre mis seguidores en Facebook, dónde hay varios simpatizantes y militantes de Morena, sobre lo que indicaban los resultados de los últimos tres años, como recordaremos, la campaña de la coalición de “Juntos haremos historia” en 2018 obtuvo más de 30 millones de votos; en la elección intermedia de 2021, esa misma coalición, alcanzó menos de 22 millones y en la consulta popular, contra los expresidentes promovida por López Obrador, participaron menos de siete millones y entonces preguntaba “Cual es la apuesta para Morena  en la consulta de revocación de mandato en 2022?

Las respuestas que obtuve fueron de tres tipos: Una, que no valía la comparación ya que eran de distinto tipo y calibre; dos, que no son pocos los 7 millones sino, muchos, considerando que es la primera experiencia; y tres, qué en 2022, la votación será muy distinta y a favor del presidente. O sea, no les pareció seria la pregunta.

Pero, el tema de fondo es si la capacidad de convocatoria del presidente López Obrador va a la baja o no, ya que la elección intermedia de junio, si bien normalmente es menor que cuando es presidencial, los resultados arrojan una caída considerable en términos absolutos aun, cuando, los triunfos en once de las quince gubernaturas en juego demuestran lo contrario, y no es que haya habido un juego de suma cero, donde lo que pierde lo gana el otro, es decir, la oposición aliada, sino como bien lo demuestra el politólogo Willibald Sonnleitner, en una investigación muy detallada por secciones y distritos electorales, estos comicios reafirmaron el carácter diverso del voto ciudadano. Claro, el voto mayoritario sigue siendo a favor de Morena, pero de 2018 a 2021, perdió poco más de ocho millones de sufragios. Es decir, prácticamente, uno de cada tres votos de los obtenidos en 2018.

La consulta para “juzgar” a los expresidentes  del llamado periodo neoliberal fue una idea del presidente todavía hace poco dijo palabras más, palabras menos, que su “gobierno no iba a ser tapadera de nadie” y eso, está muy bien, en la lucha contra la corrupción, pero ese mensaje contra la impunidad tenía una limitación legal de Peña Nieto, para atrás, si hubo delitos habían prescrito y eso, quizá, es lo que está detrás de la decisión de la Corte de cambiar la redacción de la pregunta que terminó siendo un verdadero galimatías y seguramente alejó a mucha gente de la urna.

Pero, la consulta fue una iniciativa presidencial, y lo menos que se esperaba, era que el llamara a votar especialmente a sus seguidores, pero no, primero dijo que no votaría y luego que sí, para reclamar al INE, que no consideró necesarias las casillas especiales que se instalan en cada elección para quienes están en tránsito por el país.

Estos mensajes equívocos seguramente confundieron a las huestes obradoristas y a los que no lo son, lo vieron con una vacilada de consulta, que costó quinientos millones a los contribuyentes. Que, es mucho, cuando los hospitales públicos están en su límite y carecen de insumos, para atender a los enfermos Covid-19 y eso, quedará en el imaginario colectivo, como un desperdicio infame.

Pero, volviendo al punto, efectivamente son distintos tipos de consulta ciudadana y no son equiparables estadística y metodológicamente, sin embargo, desde el punto de vista político es otra cosa, el partido del presidente perdió ocho millones votos entre 2018 y 2021, y la iniciativa presidencial, para juzgar a sus antecesores, fue por donde se le vea un rotundo fracaso político que han festejado con bombo y platillo los miembros de la llamada “mafia del poder”.

Es, muy probable, que la consulta para la revocación de mandato aumente la participación ciudadana, pero, difícilmente, llegará a los 37 millones, que se necesitan para mandar al presidente a su casa.

Dicho de paso, representaría, un hecho inédito cargado de alertas porque, en la actual circunstancia y después de los comicios de junio, no parece que tengamos una oposición a la altura de la necesidad y aquí, una reflexión final, el obradorismo y antes el foxismo, vinieron acompañados de una alta expectativa democrática y de justicia porque, además, los candidatos y líderes providenciales así lo ofrecieron en campaña.

Acaso, ya olvidamos, aquello de “las tepocatas, chinches bravas, las víboras prietas” que esgrimía en campaña Vicente Fox contra los priistas o, los señalamientos contundentes, de López Obrador, contra los miembros de la “mafia del poder”. Fox, rápidamente se olvidó de su agenda anticorrupción, y hasta parecía uno más de ellos, y López Obrador ni siquiera ha llamado a cuentas a Peña Nieto lo que hace clamorosa la detención de Rosario Robles su ex correligionaria.

El problema radica en que si fracasa el proyecto de la 4T en el que  30 millones de votantes cifraron sus esperanzas de cambio y con una oposición desprestigiada, a la que muchos siguen viendo como corrupta, y aun así a diferencia de Morena y aliados solo perdió dos millones de votos en junio pasado; puede que haya desencanto en el ambiente y siguiendo la máxima reyesherolista, de que en política, no hay vacíos, tenemos la amenazante presencia del crimen organizado y su expresión más compleja, la narcopolítica, que en las pasadas elecciones dejó su impronta y avanzó en la captura de una franja de la representación política local que se suma a su poder económico. No es poca cosa, lo que está en juego si sigue avanzando el desencanto y se expresa con mayor dureza en 2022.

 

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