LA FIESTA DEL TRIUNFO
LA FIESTA DEL TRIUNFO
Luis Guillermo estaba poseído por
el frenesí de un triunfo electoral que había que hacerlo redondo con un festejo
masivo en el estadio de futbol de los Monarcas y al ritmo tormentoso de Los
Recoditos, que buscaba probablemente espantará las sombras que habían dejado los
comandos criminales que se hicieron presentes en las colonias populares y
sindicaturas conminando a votar por los candidatos de Morena.
Seguramente, igual, hubiera
ganado Morena, por el peso de marca y sobre todo por los programas sociales que
genera una sensación de bienestar de 1500 pesos mensuales y es que es un insumo
poderoso para provocar simpatía hasta por el más impresentable de los
candidatos que esgrime los valores propagandísticos de “no robar, no mentir, no
traicionar”.
Pero, aun con el valor de la
marca austera había que cacarear el huevo pues no debe haber triunfo sin
festejo, de agradecimiento a todos aquellos que lo hicieron posible, sea
operando para la disciplina del voto, cuidando una casilla o votando por Morena,
había para todos los que quisieran vivir ese momento de éxtasis a ritmo de trompetas,
clarinetes, oboes, tubas, instrumentos de percusión y la voz, casi siempre
atonal, del cantante de la tambora sinaloense.
En el estadio Kraken, según
Protección Civil esa noche se reunieron entre 10 y 12 mil personas para
disfrutar de música, pizzas, refrescos, alcohol y bailar a lo largo de horas,
uno al lado de otros, lo que contrastaba en ese momento con los llamados que se
hacían en el Paseo de Olas Altas para que nadie permaneciera sentado en la
barda que da al mar porque para las policías eran indicaciones precisas para
evitar contagios.
Y es que los políticos
generalmente no son ejemplo de congruencia y respeto de las recomendaciones que
dan las autoridades de salud, más bien, la constante, es que actúan conforme a
lo que le marcan sus emociones y ese 9 de junio, estas estaban en el éxtasis
del autoengaño, la sensación de que el triunfo era resultado de un buen
gobierno y la esperanza de que vendrá más, atrás había quedado el
cuestionamiento político, que llevó a votar a decenas de miles por otras marcas
y candidaturas.
Ahora a un mes de la “fiesta del
triunfo” el panorama es desolador el Kraken luce cerrado, sus muros grises
estoicos, pero muy cerca hay otras puertas que se abren una y otra vez, por
donde transitan enfermos graves de Covid-19 al nuevo Hospital General y salgan
luego uno a uno cadáveres que van a la sepultura o al horno crematorio.
Se podrá preguntar con ánimo
distractor y justificante, ¿cómo demostrar que esos muertos corresponden a los
que asistieron a la fiesta del 9 de junio? y, habría que responder, con una
pregunta inversa ¿Cómo demostrar que los muertos no estuvieron y luego llevaron
el virus a sus casas y fueron contagiadas personas más vulnerables? O mejor
¿cómo evitar entrar en contacto con algunos de los invitados a la fiesta?
Al margen de cualquier respuesta
lo que es evidente es que hoy los hospitales públicos del puerto están llenos,
además, muchos de los hogares, tienen enfermos del virus y todo por la irresponsabilidad
de la autoridad, cuando hace unos días el gobernador y el alcalde de la fiesta,
protestaron contra el Secretario de Gobierno de Durango, quien en un acto de
responsabilidad con los gobernados vecinos, recomendó que no vinieran a Mazatlán
por la crisis de salud pública que se está viviendo y que al venir y
contagiarse llevan el virus al estado.
Al escribir este texto -el
jueves- leo una suerte de mea culpa encriptada del gobierno del estado
que acepta que los números se están disparando como sucedió hace un año y con
el agravante de que, en muchos casos, la nueva cepa del virus, la delta, deja
sin efecto la vacuna que se ha aplicado a los grupos de edad y comorbilidades más
vulnerables.
El Químico Benítez que presume
tener una experiencia de 50 años conociendo virus y que dice saber de su poder
destructivo cuando no existen vacunas, sacrificó todo, en un afán de nublar lo
ocurrido en la elección municipal y estimular su ego de verse acompañado por
más de una decena de miles de patasaladas que bailaron y cantaron sin freno y
barbijo, hasta la medianoche, dejando de considerar que el virus rondaba silencioso
entre la multitud que vitoreaba un triunfo cómo sucedió en varios municipios
del estado y, claro, en otros estados de la federación.
Me pregunto, sabiendo la
respuesta, si una irresponsabilidad de un gobernante que tiene una cuota de
contagios y fallecimientos debe quedar sin castigo, al menos sin la reprobación
pública, de quien gusta como veinteañero la fiesta sin fin y para mejor
ejemplo, ahí está la declaración del encargado de cultura, que está ya organizando
el Carnaval 2022.
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