UN PROBLEMA DE PRINCIPIOS
UN PROBLEMA DE PRINCIPIOS
Luego de la calificación
electoral se hizo el silencio entre algunos de los izquierdistas más congruentes
de Sinaloa, se trata de aquellos, a los que se les reconoce una trayectoria de
lucha y han hecho una contribución a nuestro desarrollo democrático.
El volumen de la algarabía del
“vamos a ganar” bajo y el altar del triunfo, quedó solo, o mejor, guardaron sus
sonrisas del “estamos haciendo historia”, arriaron entonces las banderas
rojiblancas que siempre alimentan el sentimiento de pertenencia a la izquierda y
guardaron sus casacas marrones para recogerse en el espacio de lo privado y
volvieron su mirada hacia otros temas, más contemplativos, menos estresantes, más
kantianos, con el deber ser, por delante.
El lugar mediático lo ocuparon
las voces que mostraban lo ocurrido durante la jornada electoral: secuestros,
amenazas, golpes, intimidación, acarreo de votantes, dinero, pero, dirán otros,
no hubo muertos. Acaso, dirá un perspicaz, ¿solo nuestra democracia
representativa?, alguien creerá en su producto: alcaldes, diputados…
Yo para eso no trabaje, no me gusta
lo que vi -me dijo apesadumbrado uno de ellos.
Y, es que la izquierda democrática,
siempre dijo que nunca haría lo que siempre hicieron los del PRIAN, la
operación fraudulenta de las jornadas electorales y las “mañas” aquellas que
inescrupulosamente presumió Vicente Fox desde Los Pinos.
Cómo ser lo mismo, ¿a estas
alturas de la vida, dirá el perspicaz?
Acaso, López Obrador, no puso de
moda la frase “no somos iguales”, que hoy cualquier morenista ´de medio pelo esgrime
como una suerte de expiación de culpas y burla frente al otro. Ahí se tiene al
Químico Benítez, quién estaría empecinado en hacer del puerto, un Mazatlán market,
aun en semáforo rojo por la pandemia y, declara sin control alguno, que se
puede hacer de todo en masa, bailes masivos y si hay brotes y rebrotes del
Covid-19 o la variante delta será, oiga bien, responsabilidad de los médicos.
Está vez la manipulación de
voluntades se hizo con cargo a este lustre principista y no solo se hizo, sino se
superó y con mucho, lo que ocurría, en los tiempos del priismo del “triunfo a
toda costa” y el calderonista del “haiga sido como haiga sido”.
Y es que, en la conciencia de
algunos izquierdistas de viejo cuño, los más doctrinarios anclados a la
historia y sus muertos – a los nuevos quizá se les resbale o lo minimicen por
razones obvias, una chamba, una incipiente carrera política- pesa y, mucho, por
razones de ética política, aunque claro, los hay también quienes analizan la
cuestión en clave de realismo político y desde la tribuna maquiavélica: El fin
justifica los medios.
Rocha Moya, mismo, no haya que
hacer con la papa caliente que tiene en las manos y un día acusa de ello “a los
de enfrente” mientras otro se escuda en el “hay que ver para adelante”, el
borrón y cuenta nueva, porque es “una ofensa” sospechar que ganó la elección por
la operación del crimen organizado y mejor Santiago Nieto, el zar
anticorrupción de la SHCP, cuando lo exime apresuradamente diciendo que “no
hubo dinero del crimen organizado en su campaña”, algo, por cierto, que le
corresponde decir, y luego de una escrupulosa investigación, a la Comisión de
Prerrogativas y Partidos Políticos del IEES que es eficiente, pero no tanto,
para cantarlo ya a los cuatro vientos. Vamos, esta semana dijo a Milenio: combatiré
con toda la fuerza del Estado a la delincuencia. Bien.
No creo que se haya lavado dinero
en la campaña de Rocha Moya o de otro candidato de Morena, ¿cómo, si es Morena?
y, en todo caso, deberá ser resultado de la investigación de entradas y salidas
de dinero, qué según información oficial, en la campaña de gobernador, podría
alcanzar legalmente hasta 50 millones de pesos para gastarlo en menos de dos
meses.
Sin embargo, cualquier operativo
cuesta dinero o sea el crimen organizado gastó el suyo y eso nunca se podrá
contabilizar, además, no creo que alguien esté interesado en hacerlo, por
razones más que obvias, ese dinero quema.
Y esa intervención renovada, actualizado
a los tiempos del obradorismo, es lo que ha provocado malestar entre los
últimos izquierdistas que le apuestan todavía al juego limpio, al que se da
bajo la observación eficiente de las instituciones electorales y siguen
creyendo, que la democracia debe ser, kantianamente hablando, algo más de lo
que estamos viendo en estos tiempos de malestar y de silencios que sacuden
principios. Claro.
No obstante, es lo que hay, hay
que apoyar hasta donde de la esperanza.
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