DEMOCRACIA CARA Y DE BAJO RENDIMIENTO
DEMOCRACIA CARA Y DE BAJO RENDIMIENTO
El próximo 6 de junio tendremos las elecciones concurrentes
más grandes en la historia de nuestro país. Se calcula que estarán en disputa los
500 escaños de la Cámara de Diputados y 20 mil 292 diversos cargos locales. Claro,
la amplia mayoría, corresponde a regidores de los 2 mil 457 municipios con que
cuenta el país.
El INE, entonces, se prepara junto con los institutos
electorales de los estados para recibir los más de 94 millones de ciudadanos
registrados en la lista nominal, lo cual consumirá la mayor parte de los 19 mil
523 millones de presupuesto – que sería aún más si se resuelve a favor del INE el
amparo interpuesto contra un recorte de 870 millones-; pero, mientras son peras
o manzanas, de esa multimillonaria cantidad se destinará 7 mil 266 millones a
los partidos políticos nacionales. Habría que agregar, además, lo
correspondiente a los presupuestos de los gobiernos estatales representa una
cantidad igualmente multimillonaria.
Entonces, la dimensión del gasto nos muestra que la democracia
mexicana sigue siendo una de las más caras del mundo simplemente en números
redondos si cruzamos el presupuesto del INE en organización y partidos
políticos, contra los 500 diputados federales, cada uno de estos futuros legisladores
costará al erario alrededor de 40 millones de pesos. Es decir, dos millones de
dólares, aproximadamente. ¿Los valen?
Ahora bien, si esto es escandaloso en un país que invierte mucho
en elecciones teniendo grandes carencias y desigualdades sociales, es más,
cuándo revisamos indicadores de calidad, de rendimiento, en el ya largo proceso
de democratización.
Para darnos una idea, más o menos objetiva, del lugar donde
estamos basta echar un ojo al Índice de Desarrollo Democrático 2020 (https://idd-mex.org/), es decir, “al
proceso por el cual el sistema político, con todos sus actores institucionales
y sociales construye soluciones que le permiten acercarse a los fines de la
democracia”.
Este
indicador politológico creado en 2010 por un conjunto de instituciones académicas
y de investigación, está comprometido con la construcción democrática de
nuestro país, y muestra una fotografía anual de este desarrollo en los estados
de la federación “tanto en sus aspectos institucionales, como en el sistema
político en su conjunto y del logro de un mayor desarrollo para la sociedad local”.
Este índice mide cuatro dimensiones del desarrollo democrático con
una serie de indicadores principales y secundarios:
Primero
se encuentra la llamada democracia de los ciudadanos, que tiene que ver con el voto
de adhesión política, respeto de los derechos y libertades civiles, condicionamiento
de libertades y derechos por inseguridad, el compromiso ciudadano y género en el
gobierno;
La
segunda, vinculada a la democracia de las instituciones, esto es cuál es el nivel
de cumplimiento Estado de Derecho, la calidad y eficiencia institucional que se
mide a través de la percepción de la corrupción, la participación de los
partidos políticos en el Poder legislativo, la desestabilización de la
democracia, el factor de anormalidad democrática y de intervención del gobierno
federal además de accountability legal, política y social; y lo que
estaría referido a los fines y dan sentido a la democracia que tiene dos
dimensiones:
Tercero,
la democracia social y humana, referida a los resultados de gestión pública que
aseguran bienestar y equidad y que se manifiesta a través de desempleo urbano, nivel
de pobreza, desempeño en salud y en educación;
Y,
finalmente, la democracia económica, que se manifiesta en los resultados de la gestión
pública que aseguran eficiencia económica a través de la competitividad en la
relación de Estado-sociedad, el coeficiente de desigualdad de ingresos, PIB per
cápita, la autonomía financiera e inversión.
¿En
dónde estamos cómo país luego de 40 años de la reforma electoral de 1978-1979
que fue la primera gran iniciativa para reformar el sistema político?
El
índice que cubre el periodo 2010-2020, esa decir, los últimos tres años del
gobierno del panista Felipe Calderón; todo el sexenio del priista Enrique Peña
Nieto y dos del gobierno de morenista de López Obrador, lo que significa que el
resultado que se ha obtenido corresponde técnicamente a tres modelos diferentes
de gobierno.
Globalmente
muestra que en 2010 había ocho estados que se ubicaban con un alto desarrollo,
diecisiete con un nivel medio, tres de bajo desarrollo y tres con un mínimo
desarrollo democrático, lo cual podríamos decir que es la herencia de los
gobiernos panistas de Fox y Calderón.
Diez
años después la fotografía mejora los ocho se convirtieron once, los diecisiete
en once, los tres en cuatro y los tres en seis estados en la escala de
desarrollo democrático, respectivamente.
En
suma, tenemos que de los veinticinco estados que estaban en el nivel alto y
medio de desarrollo democrático se redujo a veintidós mientras los estados con
bajo y mínimo desarrollo democrático había pasado de seis a diez, lo que significa
un retroceso en prácticamente en la trasera parte de estados de la federación.
Pero,
entrando en detalle en los cuatro indicadores, podemos tener más clara la
película. En el capítulo de la llamada de democracia de los ciudadanos tenemos que
en 2010 la distribución por niveles desarrollo democrático era de 2, 18, 11 y 1
mientras en 2020 4 de alto, 15 de medio, 8 de bajo y 4 de mínimo desarrollo,
respectivamente.
En
el capítulo de la llamada democracia de las instituciones es donde se ve la
peor caída pues en 2010 fueron 4, 22, 4 y 2 estados y en 2020, ningún estado
entra en el grupo de los de alto desarrollo democrático de tal manera que la
distribución es 5 de mediano de desarrollo 5, y 14 y 13 de bajo y mínimo
desarrollo. Es decir, 27 estados estaban mal calificados sin distingo de
colores de gobierno. Y se supone que una de las inversiones que sean hecho es
en la creación de los órganos ciudadanos autónomos.
En
cuanto al apartado de democracia social en 2010 son 3, 16, 10 y 3 estados,
respectivamente, mientras en 2020 la fotografía cambia es 1, 18, 10 y 3 estados
respectivamente.
Finalmente,
está el indicador de democracia económica la distribución en 2010 es de 6, 11, 6
y 9 en la escala de calificación y en 2020 es esa misma escala tenemos 6,10, 11
y 5 estados, respectivamente, es decir, no mejoramos y si en cambio, hubo un
ligero retroceso.
Grosso
modo, este balance no habla bien de nuestro de desarrollo democrático en el
nivel de participación ciudadana, el saldo en democracia institucional esta pésimamente
calificado y los valores en democracia social y económica se mantienen en un
nivel intermedio.
Y
con este saldo, lo único que se me ocurre para cerrar el texto, es que urge una
gran reforma económica en materia electoral, no es un buen negocio público invertir
cuantiosas sumas de dinero en algo que produce tan pobres resultados.
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