¡DI NO AL CARNAVAL!
“Si el pueblo quiere que haya Carnaval, habrá Carnaval, no nos asusta tomar la decisión, pero se me hace justo tomarla, cuando es una fiesta del pueblo”, responde Luis Guillermo Benítez Torres, el alcalde de Morena en Mazatlán, cuando los reporteros le interrogan sobre su postura de celebrar o no en medio de la pandemia la fiesta de la carne, la del bullicio y los ríos de gente en Olas Altas y la Avenida del Mar. No titubea, ni para en nada, y solo lo justifica con el discurso vano del pueblo sabio.
Se ve a leguas que quiere la
fiesta. Por eso en lugar hacer un ejercicio de autoridad responsable, prefiere
hacer una consulta “para ver que quiere la gente”. Renuncia así, tajantemente, a
un principio básico de la política institucional que es la responsabilidad del
gobernante con los gobernados, del gobernante con el interés público, del
gobernante con la salud de los ciudadanos.
La consulta pública –con cargo a
las finanzas municipales, off course- es para que sea el “pueblo” el que
decida si hay o no Carnaval, si hay o no contagios, es una versión tropical de
cierto neoliberalismo de izquierda que se sostiene en la premisa de que en
materia de salud cada cual es responsable de la suya.
Y en esa lógica, el negocio del Carnaval
tendría su propia ruta y no está obligado a tener sensibilidad social. Al
cliente lo que pida. Dicho, en otras palabras, nosotros te ofrecemos el
Carnaval y ya serás tú el que tome la decisión de asistir o no a encontrase con
la multitud. Eso sí, dirán, “estaremos atentos que cada uno traiga su cubre
boca, no queremos provocar contagios”. La salud primero. Este razonamiento ni a
Milton Friedman, el padre los Chicago Boys, se le hubiera ocurrido en una
borrachera carnavalera.
Lo curioso de la decisión es que el
alcalde hizo la solicitud al Instituto Estatal Electoral para que fuera el
encargado de realizar el ejercicio participativo y los consejeros batearon la
papa caliente esgrimiendo muy diplomáticamente que están metidos en la
organización de las elecciones concurrentes y que no tienen tiempo para otra cosa.
Pero, en sentido estricto, los consejeros electorales intuyen razonablemente lo
que estaría en juego en caso de resultar positiva la respuesta que significaría
una carga de corresponsabilidad en caso del rebrote del coronavirus esperado
para el invierno que, cómo estamos viendo en muchas regiones del mundo, le
favorece el clima frío, y eso ha llevado a los gobiernos responsables a llamar a
los gobernados al resguardo hogareño y a evitar las concentraciones normales de
todo fin de año.
Aquí, para no ir muy lejos el
gobernador Quirino Ordaz, llamó a evitar las posadas que son nada frente a la
multitud de un Carnaval, lo hizo como una medida preventiva para evitar los
contagios, y quizá se queda corto el gobernador, porque de acuerdo a la ley federal
de salud es el gobierno federal conjuntamente con el de los estados, los máximos
responsables de la instrumentación de la estrategia de combate a las epidemias
o sea, está en sus competencias, llamar al orden cuando hay desacato a las
políticas nacionales de salud.
Y es que, es muy sencillo, en el
combate a la pandemia los municipios conforme a la ley no tienen competencias
directas salvo aquellas que llaman a la prudencia, a la responsabilidad, a no
estorbar y eso es lo que no está haciendo la administración municipal y, por lo
tanto, al responsable político se le podrían fincar responsabilidades administrativas
y penales porque va en contra de la Estrategia Nacional de Combate contra el Covid-19 -Me dicen que es lo que ocurrió en Veracruz.
Alguien tendría que decírselo. Aun
cuando hay quienes afirman, que cuando al alcalde morenista se le mete una idea
es incapaz de reconsiderar y va con ella, no obstante el riesgo de fracasar y
representar un costo grande al erario público, el año pasado por ejemplo contra
toda racionalidad de gasto público contrató al reggaetonero colombiano J. Balvi
para que cantara dos horas a cambio de un millón de dólares, ¡así se las gasta!
y luego se llevó a Madrid con cargo al erario a una comitiva de casi noventa funcionarios,
regidores y empresarios para asistir a la Feria Internacional de Turismo
(FITUR), con la ilusión de que los turistas europeos dejen de ir a Benidorm, a las
islas griegas, las playas ignotas de Cabo Verde de o la playas mágicas de Rio
de Janeiro, y por supuesto, no ha llegado el primero de esos turistas, quizá se
quedaron esperando el regreso de la comitiva que estaba programado para el
pasado noviembre.
Entonces, la pregunta va más allá
de si la testarudez está en su ADN, el gusto por malgastar el dinero público y
darse ínfulas de rico con dinero ajeno, y más cerca de lo que se mueve en el
Carnaval, los negocios que se hacen con la venta de cerveza, música, glamur.
La consulta ciudadana es una
vacilada que arrojara los resultados que quiere, total ellos mismo la harán, sin
importar el efecto que tendría en la salud pública, salvo, repito, que sean el
gobernador en coordinación con las autoridades federales de salud pública las
que le pongan un freno a esta locura de hacer el Carnaval en medio de la
pandemia.
Y, claro, la gente que este domingo sea
consultada decida expresar su opinión, y diga simple y llanamente NO, no por mi
salud, no por mi familia, no por mis vecinos, no por todos los mazatlecos y los
visitantes, no por la irresponsabilidad y la testarudez.
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