PARA LA PSICOLOGÍA Y LA PSIQUIATRÍA
La imagen de la tarde del pasado
miércoles en Olas Altas era alarmante. Cientos de mazatlecos y visitantes se
reunieron en el Paseo como un acto de soberanía personal, despedida de los días
de confinamiento y quizá, hasta del Covid 19, había que tomar la calle y a
ritmo de tambora decirle airadamente: ¡Nunca vuelvas!
Eran hombres y mujeres de la
tercera edad, jóvenes y niños caminando o corriendo, teniendo como fondo un
atardecer de los que despiertan pasiones y que luego se marchitan con la sombra
de la noche. La gente se veía feliz con cierto aire de desenfado. Volvía a los
suyo.
Por la mañana, las autoridades políticas
y sanitarias habían decretado la apertura de hoteles y playas y se entendió con
el banderazo de salida de todos los confinados. Además, en ese acto que debería
ser simbólico de la nueva normalidad, el alcalde ante el azoro de los presentes
se despojó de la careta de plástico y se mostró sin nada en el rostro para
hablar de los cuidados que todos debemos tener. Del gran esfuerzo de su
gobierno, bla, bla
Vamos, hizo de ese acto público por
medio de un “me disculpan” un mitin político. Ya ven quiere ser el próximo
gobernador. De hacer “lo que he hecho en Mazatlán en todo Sinaloa” así, que lo
tendremos en lo sucesivo en un mitin constante, en actos anticipados de campaña,
violando la ley y desatendiendo su función.
Se trata de muestrearse aun
cuando no sabemos oficialmente y con estudio en mano, si sigue siendo portador
del coronavirus. Se ha resistido, como es su costumbre, no brindar información a
los ciudadanos, descalificar la información de la prensa sería o de los
organismos ciudadanos interesados en la transparencia de la función pública
incluso a la exigencia de la Síndico Procuradora.
Más, cuándo es conocido, que aquello
que en dos semanas se quita el virus es una patraña. Es sabido que personas con
más de un mes sigue estando activos del virus. Esos bichos que dice el alcalde
conocer por sus 50 años de experiencia en laboratorio. O sea, al alcalde no le
preocupa contagiar, le preocupa quedarse fuera de la jugada del 21.
Y si esto hace el alcalde a la
luz del día, el ciudadano medio hace cosas peores, concurre a los espacios
públicos sin mascarilla e interactúa sin la sana distancia. Sin respetar los
protocolos de salud. Es de esperar que las cosas se compliquen este fin de
semana por la llegada de turistas que vienen buscando las playas como un acto
de expiación de virus. El agua salada lo mata todo, dirán algunos, y se echarán
a nadar buscando ahogar al virus.
Eso supera la capacidad de
reacción de los policías encargados de evitar las aglomeraciones en avenidas y
playas. Que la tarde del miércoles se vieron pequeñas e impotentes para detener
el alud de gente que llegaba al Paseos de Olas Altas. Mejor se sentaron a ver a
las chicas que caminaban con donaire y sus hot pants que llamar la
atención a quienes se arremolinaban en torno a una ballena o unos botes de
cerveza.
O sea, esa tarde corrió de todo,
la insolencia contra los protocolos, la bebida y la música. Y Mazatlán qué está
en semáforo rojo quizá se vea en la necesidad de echar reversa en esta
liberación de los espacios públicos. ¿Cómo no?, si está visto que Mazatlán está
en los primeros lugares de contagio del estado y las decisiones que se tomaran
para reactivar el negocio turístico vino acompañado de un llamado a la cautela.
A qué las personas tomen sus
decisiones con responsabilidad, pero está visto que es para la foto y hasta
para hacer actos de precampaña, que la gente decidió hacer lo de siempre hace cuando
hay un problema de salud público, asumir personalmente los riesgos, y eso tarde
que temprano tendrá un costo para un sector de ellos.
Lo real es que tenemos un escaso
respeto a la autoridad, vemos a sus agentes tan ajenos a los ciudadanos y eso
explica problemas de fondo de la relación entre gobernantes y gobernados, entre
autoridades y ciudadanos, quizá sea ya nuestra idiosincrasia, pero lo que es
seguro es lo que se vio la tarde del pasado miércoles.
Y seguro lo seguirá haciendo en la medida que
apriete el calor y este llame más a la calle, a las playas. A sentir la brisa
del mar. A presenciar el ocaso de los atardeceres luminosos del puerto. No
importa que eso implique perdidas.
Total, como me lo dijo con
sabiduría mi amigo Faustino López Osuna, ese comportamiento irresponsable del
alcalde y los ciudadanos mazatlecos es objeto de estudio para la psicología o
la psiquiatría.
¿Sera?
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