GENTRIFICACIÓN CON ADJETIVOS
GENTRIFICACIÓN CON ADJETIVOS
Ernesto Hernández
Norzagaray
Las estampas y gritos con tintes
xenofóbicos quedaron en muros y en la atmosfera del Foro Lindbergh de la Ciudad
de México con proclamas de reminiscencias anticoloniales: ¡Fuera gringos!, Gringos,
¡go home!
Y por esa manifestación que fue
acompañada contra negocios variopintos de colonias típicamente clasemedieras se
empieza a visibilizar un problema que estaba ahí latiendo y creciendo sostenidamente
en la llamada postpandemia.
Este problema lo identificó muy
bien la socióloga inglesa Ruth Glass en 1964 cuando estudió el proceso de
desplazamiento de la clase trabajadora de los barrios céntricos de Londres y vino
con ello, el subsecuente proceso de capitalización de esos espacios
residenciales, como cualquier otra mercancía que no sabe, ni quiere saber de raíces,
necesidades, historias, barrios, comunidades, identidades, familias,
tradiciones, solidaridad, fiestas, afectos, recuerdos salvo que reditúe en
mayores ganancias.
Este fenómeno global ha provocado
en las últimas décadas diversos movimientos contestatarios en grandes ciudades
de los cinco continentes.
En Nueva York, por ejemplo, ha
habido manifestaciones en los barrios de Brooklyn, Harlem y Lower East Side y han
surgido movimientos organizados como el “Right to the City NYC”, “Anti Gentrification
Project” o el “Crown Heights Tenants Union”; también hay manifestaciones en
Berlín en los barrios de Kreuzberg y Neukolin producto de la acción de los
movimientos “Deutsche Wohnen & Co. Entenignen” y “Bizim Kiez”; en Seúl igual,
los barrios más afectados son los de Ikseon-dong y Haebangchon y la protesta la encabezado redes vecinales y
ONG´s; en tanto, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, las protestas ocurren en los
barrios de Woodstock y Bo-Kaap provocando
el movimiento social “Reclaim the City”.
Vamos, también, está el
movimiento Okupa que se manifiesta en las grandes ciudades europeas y estadounidenses
tiene como objetivo ocupar edificios abandonados para convertirlos en vivienda
especialmente para jóvenes que no pueden pagar una renta de vivienda -Paul
Auster, el escritor neoyorquino ya fallecido, en su novela Leviatán habla
del tema a través de un grupo de jóvenes artistas y bohemios que los setenta ocupan
una casa abandonada en NY.
Y, por supuesto, están las manifestaciones de
la Ciudad de México que en los últimos años han provocado protestas en las
colonias Roma, Condesa, Juárez y Centro Histórico impulsados por los
agrupamientos: “Vecinos Unidos de la Roma-Condesa” y “CDMEX no se vende” e,
igual, en otras ciudades que tienen el mismo problema sin tanta visibilidad
mediática.
Y si bien, la mayoría de estos
movimientos anti-gentrificación, han sido contra las empresas que capitalizan
los barrios y los extranjeros recién llegados, aunque, también, hay que decirlo
existen mexicanos que compran y que en esa lógica desplazan a sus moradores a
zonas precarias de servicios públicos e inseguras.
Vamos es un problema más complejo
porque no solo es un asunto de venta de mercancías donde unos venden y otros
compran, sino, que, en ellos, frecuentemente se articulan consumos legales,
intereses políticos y hasta criminales.
Se ha sabido que empresas
inmobiliarias en su lógica comercial identifican zonas con “futuro” y actúan, con
buenas o malas artes, sobre las propiedades, con poco o mucho dinero, y,
frecuentemente lo logran, con el auxilio de gobiernos de cualquier signo
político que ven en ellos un mejoramiento de las finanzas públicas y hasta personales
a través de permisos de construcción en áreas donde no se garantizan los
servicios públicos.
Y frecuentemente los funcionarios
se hacen de la vista gorda mientras las construcciones se multiplican
impunemente sin una correspondencia en servicios públicos.
En nuestros centros turísticos de
playa e históricos por ejemplo vemos como se transforma la imagen urbana con
las torres de departamentos que se multiplican sin considerar los planes
reguladores del desarrollo urbano y eso, en condiciones normales, encarece
exponencialmente el costo de las propiedades y viceversa, en condiciones
adversas, con la ola de violencia, suelen reventarse las burbujas inmobiliarias.
Y es que en muchos de ellos hay
lavado de dinero sea porque el hijo de vecino hace negocios ilegales que le
dejan ganancias en contado y busca como capitalizarlo a través de la compra de
propiedades -aunque, algunos especialistas, aseguran, que es la peor forma de
capitalizar- o, porque una empresa criminal lava dinero provocando un efecto
inflacionario en los inmuebles de manera que conviven la “ciudad del lavado” y
la “ciudad real” con sus zonas marginales.
Este fenómeno silencioso algunos
observadores ya lo llaman “narco-gentrificación” y sin saberlo podría el
enemigo ser de los grupos anti que en estos casos conlleva riesgos por el
factor violento.
Incluso, se podrá decir que esa
mezcla de intereses ya existe en la Ciudad de México y no ha pasado nada, pues,
se asume como parte de la problemática de una megalópolis y solo, sorprende,
que las protestas vayan dirigidas contra los “gringos” home office cuando
en una ciudad de esas dimensiones podrían existir trabajadores nómadas y remotos
de cualquier lugar del mundo incluso nacionales.
Y es cuando existen dudas sobre
la legitimidad de la protesta anti-gentrificación porque se inscribe en el polígono
de las tensiones que existen entre el gobierno de México y de Estados Unidos.
Quizá, en ello, hay la idea
equivocada de que atizando el antiamericanismo se podría inclinar la balanza
política a favor de nuestro país lo cual es no entender la lógica del
bilateralismo y la globalización.
Quien este animando ese
sentimiento complica el escenario a la presidenta Sheinbaum el diálogo con las
autoridades estadounidenses que, cómo vemos en las acciones y declaraciones,
aprovechan todo, para continuar con la agenda de tener control sobre los
vecinos y devolver la supremacía mundial a los EE. UU.
En definitiva, si bien el tema de
la gentrificación es una manifestación creciente que viven en mayor o menor
grado las ciudades del mundo, obliga a los tres niveles de gobiernos a tener
políticas públicas para satisfacer las necesidades de vivienda y servicios
públicos destinados a los sectores pauperizados de estas sociedades y llama a
regular los excesos e ilegalidades de los desarrolladores inmobiliarios, que
van con todo, para satisfacer sus apetitos de ganancia.
Entonces, dada la complejidad de
la relación bilateral es un crimen contra esa misma sociedad buscar
transformarla en un instrumento de confrontación entre naciones con una
frontera de cristal como alguna vez la calificó Carlos Fuentes.
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