LAS VISAS, LA HEBRA DEL HILO
LAS VISAS, LA HEBRA DEL HILO
Ernesto Hernández
Norzagaray
No hay duda de que Donald Trump
tiene la sartén por el mango y Claudia Sheinbaum tiene cada vez un menor margen
de maniobra política.
Es, si quisiéramos utilizar una
figura bíblica clásica: un símil de la lucha sostenida entre David y Goliat,
donde todo parece estar decidido de antemano.
Significa, entonces, que actuando
con la cabeza fría -cómo, suele decir la presidenta en este ya sostenido
diferendo con el presidente estadounidense- se puede ganar la batalla pues solo
necesita arrebatar banderas y sacudirse a quienes trabajaron o trabajan para el
crimen organizado.
Hacerlo, sin embargo, es una
apuesta de alto riesgo para ella porque la estructura del poder real no está en
sus manos, sino todavía en López Obrador a través de los hombres y mujeres del
gabinete, el partido, el Congreso de la Unión, los gobernadores y alcaldes, y
muy pronto, el Poder Judicial.
Eso, no sólo lo sabe la
presidenta Sheinbaum, sino el propio presidente Trump y de ahí aquella pregunta
maliciosa de la última conversación telefónica sostenida entre ambos mandatarios:
¿En qué podemos ayudarte?
Y la respuesta de Claudia ya la conocemos:
No, gracias, podemos cooperar, coordinarnos, pero nunca cómo súbditos en
nuestro territorio, presidente Trump.
El problema es que la
narcopolítica es central en un país como el nuestro, también, en las relaciones
bilaterales México-EE. UU. y en la oferta política que Trump hizo a las
clientelas republicanas.
Entonces, los mandatarios tienen su juego y toman
decisiones para proteger a su gobierno en está dialéctica de poder y ambos necesitan
mandar mensajes más pragmáticos.
Así que, si Claudia Sheinbaum continúa
haciendo lo que hace hasta ahora protegiendo a gobernadores y legisladores de
su partido cada vez más visibilizados como cómplices de los distintos cárteles
tendrá que radicalizar su discurso lo que podría significar que se ponga la
soga al cuello, y es que si Trump, ahora, atiza la leña de la narcopolítica
puede extenderla a otros ámbitos que complicarían más la situación.
El retiro de la visa estadounidense
a Marina del Pilar Ávila, la gobernadora bajacaliforniana, es la hebra de un
hilo largo, es un aviso, una llamada de que hay más en el archivero, mucho más,
de donde tirar, y que la presidenta Sheinbaum debe tomar decisiones pues de lo
contrario serán ellos, los que las tomen, como sucede con Marina del Pilar y sucedió
con el secuestro y traslado a territorio estadounidense de Ismael “El Mayo” Zambada.
Y, recordemos, lo denunció primero
el gobierno de AMLO y luego el de Sheinbaum, todavía están ahí las peticiones
de la fiscalía sin respuesta y quizá, nunca la haya, no vengan a secuestrar a
un gobernador, aunque quien podría asegurarlo, pero, si señalar como personas non
gratas a decenas de presuntos narcos políticos y a los que, como primera
medida, se les retira la visa estadounidense.
Pero, si ahí acaba, ni modo, los
despojados de su visa tendrán que hacer shopping y vacaciones en México
o en otros países, pero, si viene acompañadas de denuncias formales por haber
cometido delitos directos o asociados al llamado “narcoterrorismo” la cosa
cambia porque dibuja algo más del poder político.
De ocurrir la presidenta
Sheinbaum estaría ante una situación complicada, inédita en las relaciones
bilaterales y tendría que revisar sus lealtades, sobre todo si las peticiones están
soportadas con evidencia documental y testimonial.
Las preguntas que nos hacemos
algunos observadores de esta tensión bilateral son ¿qué tan arriba está
dispuesto a escalar el gobierno estadounidense? ¿y que tanto estaría dispuesto
aceptar el mexicano sin que signifique una ruptura del proyecto de la 4T? ¿Solo
alcanzaría a algunos gobernadores, alcaldes, legisladores o iría por miembros
del gabinete presidencial incluso del círculo cercano del expresidente López
Obrador? Si escala ¿cómo quedaría el gobierno del segundo piso de la 4T cuando los
radicales del gobierno estadounidenses ya lo califican como un narco gobierno?
Mal, muy mal, bajaría las
calificaciones de riesgo país y sería el acelerador del desastre económico,
político y diplomático.
Y, más, todavía, cuando a todas
luces la 4T es un modelo político autocrático que pretende continuar la
construcción de un gobierno dinástico de quien, pese a no detentar un cargo
electo, sigue administrando el gobierno a través de sus testaferros y operadores
políticos y legislativos.
Entonces, los dilemas de Claudia seguramente
le quitan el sueño porque no hay salida barata y es que lo decida define como pasará
la primera presidenta a la historia nacional, incluso internacional, ¿cómo una
mujer que representa el alter ego empoderado de millones que siguen
viéndola como ejemplo de mujer excepcional incluso en los propios Estados
Unidos o como una presidenta incapaz de sacudir la filigrana del poder que
montó una figura omnipresente?
El problema de Claudia, quizá, es
su formación política que oscila entre la izquierda radical -como la balconeo
el presidente Gustavo Petro, al decir que había sido miembro del grupo
guerrillero M-19- y los controles que ejerce sostenidamente el presidente López
Obrador que le impiden verse como una política eficaz, capaz de convertir los
defectos en virtudes.
Y en este contexto de presiones cobra
relevancia que hasta hoy los dos mandatarios no hayan tenido un encuentro cómo
líderes y todo se reduzca a llamadas telefónicas cada vez más tensas y no se vea
cercano uno como el que sostuvieron Donald Trump y Mark Carney, el primer
ministro canadiense, inmediatamente después de las elecciones de abril.
Y el tiempo apremia: sospecho,
que si no se construyen puentes la situación tenderá a empeorar y tendremos
cada vez un panorama más incierto en las relaciones bilaterales.
El gobierno de Claudia debe dar
señales de que va contra la narcopolítica donde este, sea en la oposición o en
el movimiento de la 4T, sino son solo parole, parole, como, alguna vez,
cantó Alain Delon.
Trump, al parecer no tiene prisa,
administra su calendario y lo ejecuta un equipo compacto de políticos leales a
su líder y dispuestos, a que se cumpla para fortalecer sus carreras políticas,
algo, que por cierto no se ve lamentablemente en el gabinete mexicano.
A la vista de todos: es un
gobierno de una sola persona, el de las conferencias mañaneras o el de las
sombras del sureste.
Así que las visas, son eso, un
mensaje encriptado y alguien, tiene la contraseña para descifrarlo.
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