TRUMP, ¿PODRÁ CUMPLIR SUS AMENAZAS?
TRUMP, ¿PODRÁ CUMPLIR SUS
AMENAZAS?
Ernesto Hernández
Norzagaray
A la memoria de
la Dra. Guadalupe Dobler,
víctima de la
violencia en Sinaloa.
Felices fiestas le
deseo al equipo
y a los lectores de
Sinembargo.mx
En las últimas semanas el presidente electo de
los Estados Unidos de Norteamérica literalmente se ha deschavetado lanzando
misiles verbales a diestra y siniestra contra Europa, Canadá, México y Panamá.
Los misiles van en la dirección
de comprar al reino de Dinamarca la isla geoestratégica isla de Groenlandia como
si fuera un traje a la medida imperial, la reducción de contribuciones
económicas estadounidenses a la OTAN y a las ayudas a la Ucrania de Volodin
Zelensky.
Vamos, hasta algo que suena chusco
que es convertir a Canadá en el estado 51 de la Unión Americana y por si esto no
fuera mucho, dice que combatirá desde el primer día a los cárteles de la droga como
“organizaciones terroristas” y buscará la anexión del Canal de Panamá a los
intereses estadounidenses.
Todo esto ha creado una atmosfera
mediática de irritabilidad e incertidumbre que es necesario intentar situar en
su justa dimensión para no aumentar el pánico y formular hipótesis a las
conveniencias conservadoras.
Daniel Inmerwhar, un historiador
que se desempeña como académico en la Northwestern University, da una pauta en
su libro Cómo ocultar un imperio y en una entrevista que recientemente concedió
al diario español El País sostiene convenientemente una duda imperativa, cuando
afirma: “No sé hasta donde son creíbles esas aspiraciones de Trump… si creo que
estamos ante una vuelta a una visión antigua del poder, donde la seguridad se
logra a través de la superficie. Después de 1945, recordemos para entender el
despropósito trumpista, Estados Unidos ha buscado formas más difusas de
influencia, a través de pactos comerciales, asociaciones de seguridad, flujos
de armas y bases militares…”
Y por eso el profesor Inmerwhar agrega algo
medular y oportuno: “Todo esto requiere conexiones estrechas con gobiernos
extranjeros. La visión de Trump de una América fuerte, en cambio parece ser una
gran extensión de tierra, encerradas entre altos muros. Quiere poder sobre el
mundo, pero no presencia en él. Así que, en lugar de obtener beneficio
estratégico en Groenlandia, por ejemplo, operando una base militar o
comerciando con Dinamarca, está tratando de comprarla de nuevo”, como lo
intento fallidamente, Harry Truman en 1946, al ofrecer a la Corona danesa 100
millones dólares. Y ante este nuevo intento de compraventa las autoridades
danesas han dicho que “Groenlandia no está en venta, no se vende”.
Esto cobra sentido domésticamente
en la amenaza de combatir a los cárteles en general de la droga y aunque, no
dijo mexicanos, al buen entendedor pocas palabras. Así lo interpretó correctamente
la presidenta Sheinbaum pues podría ir de la incursión abierta a la velada en
territorio nacional -vamos, de hecho, acaba de ocurrir con la administración “amiga”
de Biden con la detención y traslado a territorio estadounidense del capo
Ismael El Mayo Zambada.
Claro, este ejercicio de intervencionismo
se ve potenciado con la llegada de Trump y me atrevo a pensar que al otro lado de
la frontera norte sus operadores ven a México como eslabón más propicio para mostrar
que los dichos de Trump no solo son palabrería de campaña, sino que hay un
presidente que “cumple” lo prometido de “primero los estadounidenses”.
Y es que por razones geográficas
y capacidades de una y otra nación, hay dos variables poderosas que le dan un
alto sentido de oportunidad por el alto impacto emocional que tiene en los dos lados
de la frontera norte: El de las 100 mil muertes anuales por fentanilo en EU y
la violencia extendida en nuestro país producto frecuentemente de la
connivencia de la política y el crimen organizado.
Ante la manifiesta incapacidad de
las fuerzas de seguridad del Estado mexicano para tenerla bajo control como
sucede hoy en estados como Chiapas, Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Sinaloa o
Baja California.
El sector más conservador y
atemorizado del país ven en Donald Trump una tabla de salvación ante la crisis
de inseguridad y muerte que cada día asola al país.
Pero, no hay que engañarse, si
bien el discurso amenazante de Donald Trump ha sacudido la inercia y el acomodo
de los primeros meses de la administración Sheinbaum es un dardo al residente
de Palenque quien sigue supervisando a pie juntillas las decisiones políticas que
se toman en nombre de la 4T y la administración Sheinbaum lo ha entendido mandando
señales de Estado en los tres temas más urgentes en la relación bilateral.
Uno, ante la amenaza de
deportaciones masivas para lo cual dice Sheinbaum se han reforzado las
capacidades de atención en nuestros consulados como de reingreso al país de los
connacionales o sea saben que viene esa deportación masiva y con un millón de
repatriaciones ya es un problema social mayúsculo pues muchos volverán solo con
la ropa que traerán puesta;
Dos, la migración mayoritariamente
de latinoamericanos buscando llegar a México para trasladarse a territorio
estadounidense es el otro tema que se busca controlar mediante la “atención” de
migrantes para que no lleguen a la frontera norte lo que esto signifique;
Y, por último, la captura de
personajes criminales y políticos menores de los cárteles y los decomisos y
destrucción de laboratorios clandestinos de fentanilo es la respuesta al tema
más escabroso mediáticamente;
Incluso, en otro orden de
política exterior, está la confiscación de mercancías y alza de aranceles a las
mercancías chinas buscando con todo ello y no es poco, tener una carta de
presentación en las futuras negociaciones bilaterales, manifestando que no se
es indiferente a los problemas que Trump esgrime y están en el imaginario
estadounidense para favorecer una agenda consensuada.
En definitiva, el paso que a
gritos ha dado Donald Trump busca una sacudida de fichas del tablero mundial y podría
tener un doble destino: fracasar al encerrarse con una suerte de proteccionismo
político que lo desatienda a EU de su papel histórico con los llamados valores
occidentales, o que lo dicho, sirva para dar el siguiente paso como sucede
frecuentemente entre los tiburones de Walt Street que aprietan para llegar más
fuertes a una mesa de negociación y, quizá, eso explique el silencio de Xi Jing
Ping, que en todo esto, no ha dicho esta boca es mía, a diferencia de Vladimir
Putin, que no ha escondido su simpatía por el regreso de Trump a la Casa
Blanca.
Al tiempo.
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