FERNÁNDEZ NOROÑA, EL JARRÓN CHINO DE LA 4T
FERNÁNDEZ NOROÑA, EL JARRÓN CHINO DE LA 4T
Ernesto Hernández
Norzagaray
“Claudia ganó por lo que no se le
debe regatear que haya ganado ¡se debe honrar la palabra!”, afirmaba contundente
Gerardo Fernández Noroña ante quienes habían participado en la contienda
interna de Morena y aliados, con excepción de Marcelo Ebrard, quien se negaba aceptar
que no le cumpliera López Obrador una promesa sucesoria de 2012.
A la vista de todos, Fernández
Noroña era el más firme defensor de ese triunfo que luego se refrendaría en la
elección presidencial constitucional y en esa lógica habría de traducirse en
consideraciones políticas.
Ahora, aquellas palabras de
reconocimiento exaltado no parecen tener eco en las decisiones que toman el
presidente López Obrador y la virtual presidenta electa de México.
Hay un repliegue estratégico del
grupo compacto de Morena proveniente del PRI y eso se expresa tanto en
designaciones del futuro gabinete si no, también, en el ámbito político con la
designación de Ricardo Monreal como presidente de la Cámara de Diputados y Adán
Augusto López en la Cámara de Senadores.
O sea, pensar, que los acuerdos
de campaña son inamovibles o, cómo lo reclama el propio Fernández Noroña, como
una falta de “respeto a los acuerdos” o un problema de ética política y
compañerismo, está bien, para un bisoño, pero, no, para un político, como
Fernández Noroña que sabe el ABC de la política y cómo decide López Obrador.
Quizá, es su temperamento, que no
se calla nada, de manera que sale y reparte culpas o, quizá, busca mediante el
ruido mediático elevar el listón en una eventual negociación con Claudia
Sheinbaum que no, con Andrés Manuel quien ha dicho, palabras más, palabras
menos, corrigiéndose “el acuerdo de reparto de posiciones legislativas era con
los aspirantes de Morena, no con los del PT y Verde”. Y para él, que es mucho,
asunto cerrado.
Fernández Noroña tiene una
senaduría pluri en la bolsa, pero, no le basta para su ambición política, siente
el filo de la traición y más duro, cuando viene nuevamente del “compañero
presidente” y refrenda el dicho la propia Claudia Sheinbaum, que mantiene una
rigurosa equidistancia verbal con el todavía presidente.
Y es que Fernández Noroña es de
los exaspirantes presidenciales quien, paradójicamente, más se parece
políticamente a López Obrador en discurso, empatía, garra y pueblo, por lo que
aspira legítimamente a un cargo de primer nivel capaz de permitirle hacer
política en perspectiva de 2030 -Aunque, difícilmente, habrá espacio en el
futuro para un perfil como el que fue López Obrador y basta ver, quienes, han
sido designados para ocupar cargos políticos y administrativos en el siguiente
gobierno.
Ante, esto, ha trascendido que el
todavía diputado federal pudiera renunciar a la pluri del Senado para irse
hacer política de tierra, recorriendo el país, llevando el mensaje de la “izquierda
verdadera”.
En caso de hacerlo sería una
jugada de alto riesgo pues el grupo hegemónico de ex priistas seguramente terminaría
por marginarlo dado el control del relato justiciero de la 4T, por lo que, al
menos, en los primeros años del siguiente gobierno, no queda duda, de que hará
política marginal desde el Senado de la República.
Y es que no le dieron la
coordinación del Senado porque ya está entregada al paisano López Hernández y
sólo, le queda, pedir una secretaria de Estado que le permita contar con
recursos públicos suficientes para recorrer el país con miras al 2030, pero,
para eso, necesita fuerza, que hoy no se le ve.
Esa decisión la deberá tomar
Claudia Sheinbaum con un reojo a Palacio Nacional y haciendo su propio cálculo
político, por lo que le podría representar tener en el gabinete a un activista
político de tiempo completo.
Claudia Sheinbaum, con una
sonrisa ha dicho esta semana que Fernández Noroña es muy querido por la gente,
pero, quizá, en su foro interno, piensa que este es una suerte de jarrón chino
que todo mundo quiere tener, sin embargo, por los riesgos y fragilidad que
conlleva siempre asaltara la duda de donde ponerlo.
Y, por eso, la virtual presidenta
electa, le echa flores y destaca sus virtudes de luchador social y político, su
garra de tribuno, pero, patea el bote de la decisión hacia adelante cuando
afirma que “hablara con él en su momento”.
Y es que debe estar agradecida y buscará
conciliar la ambición de este político hiperactivo con la necesidad de control
político que tiene todo presidente -Que, dicho de paso, estará atenuado de
quien dice que solo, si solo, volverá a la función pública si el país es
“invadido o entra en guerra”.
Un simpatizante de Fernández
Noroña le recomendaba en un tuit que si a este no le satisfacía lo que tiene o
lo que le podrían ofrecer, debería ser radical y hacer una campaña como la que
realizó López Obrador a lo largo de doce años llevando el discurso de su
concepción de izquierda -bolivariana- por todos los rincones del país.
Sería lo congruente por su
trayectoria política solo que esa postura inevitablemente lo llevaría tarde que
temprano a confrontarse con el oficialismo.
Y es que con una oposición débil
su discurso de confrontación no irá más allá de lo dicho hasta ahora, esto es,
la crítica al neoliberalismo y el calderonismo.
No le quedaría de otra que ir a
la crítica de la hegemonía de los ex priistas en la 4T y ahí tiene un problema,
cuando ha exaltado reiteradamente al “compañero presidente López Obrador” y
reivindicado históricamente al “patriota Manuel Bartlett”.
Claro, en estos tiempos que no se
cumplen los acuerdos se dirá que es retórica pasajera y que lo sustantivo es
otra cosa, lo que empata con la historia nacional, la solución de los grandes
problemas y la atención de los mexicanos más desfavorecidos y vulnerables.
En definitiva, el camino de la
transformación está plagado de palabras grandilocuentes y generosas que no
parecen tener las reacciones esperadas y de allí la frustración de un personaje
de leyenda como Fernández Noroña.
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