DIEZ RAZONES PARA VOTAR POR XÓCHILT GÁLVEZ
DIEZ RAZONES PARA VOTAR POR XÓCHILT GÁLVEZ
Ernesto Hernández
Norzagaray
Fui votante de la candidatura
presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2006, 2012 y 2018, incluso, en
2006, como miembro del Consejo local del IFE, junto con otros revelamos las inconsistencias
en el conteo de la elección presidencial, sin embargo, aquel movimiento hoy al
servicio de Claudia Sheinbaum no responde a las expectativas que muchos
mexicanos progresistas teníamos y asoma una regresión democrática.
Primero, con Xóchilt, veo que, en
caso de ganar la elección presidencial, habrá un cambio en el estilo de
gobernador, los mexicanos transitaremos de una narrativa populista, egocéntrica
con poco o nulo respeto por los adversarios a otra, donde, el respeto de la
figura presidencial y abierta a la crítica será la constante en la relación de
gobernantes y gobernados.
Segundo, con ella, veo la
posibilidad recuperar la vía democrática de la negociación y el acuerdo
político interpartidista que se ha perdido con la crispación y polarización del
gobierno de López Obrador y que pretende profundizar el llamado segundo piso de
la 4T en menoscabo de las instituciones de la transición a la democracia.
Tercero, también, con Xóchilt las
coaliciones de gobierno están en su programa electoral y eso, aleja la
posibilidad de un renovado sistema de partido hegemónico o peor de partido
único, abriendo, la posibilidad, mediante la negociación para avanzar como lo
sostenía Porfirio Muñoz Ledo hacia un sistema semi-presidencialista o,
abiertamente, parlamentario, cómo funciona eficazmente en las democracias más
estables del mundo.
Cuarto, asimismo, esta definición
alejaría para siempre la reedición de un gobierno de “un solo hombre”
todopoderoso cuanto podría estar sujeto a un verdadero sistema de contrapesos
con relación a la Unión y el respeto a las minorías políticas y sociales.
Quinto, Xóchilt, impulsará una
reforma de fondo en el Poder Judicial que estaría sujeta a la negociación y
revisión constitucional del Poder legislativo como también de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, nunca, más, por debajo de los consensos
parlamentarios y menos, todavía, con la “gestión de casos” que hizo, el
entonces presidente de la Corte, Arturo Zaldívar.
Sexto, votar por Xóchilt,
garantiza recuperar la interlocución con los actores sociales más vulnerables y
lastimados para definir políticas públicas y acciones de gobierno para resarcir
los daños ocasionados por la violencia criminal, la mala gestión y la
corrupción cómo también impulsar un verdadero federalismo que evite los excesos
de los autócratas de los estados.
Séptimo, votar por Xóchilt, es
garantía de negociación con el Congreso de la Unión los apoyos sociales del
Estado mexicano y estos si se logran los consensos ser mejorados, pero, sin que
esto signifique, restar en materia de presupuesto en servicios públicos de
salud, vivienda, infraestructura, seguridad.
Octavo, con Xóchilt llegará a su
fin la política de seguridad de “abrazos no balazos” y esto habrá de significar
una nueva estrategia de combate al crimen organizado mediante el
fortalecimiento del sistema de seguridad nacional y la llamada política de
seguridad hemisférica con Estados Unidos y Canadá.
Noveno, así mismo, un nuevo
modelo de lucha contra la corrupción que en esta gestión ha sido un fiasco con
una nueva generación de corruptos que pasa por la familia presidencial y
funcionarios que han estado vinculados a las obras emblemáticas de este
sexenio.
Décimo, esta oferta de
restablecimiento democrático tendría grandes desafíos y amenazas especialmente
de parte de los gobernadores morenistas, pero, también, la base esperanzadora
de una ciudadanía convencida de la necesidad de conservar los mínimos de
convivencia social y política.
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