LOS 66 DE SINALOA
LOS 66 DE SINALOA
Ernesto Hernández
Norzagaray
Quizá el secuestro de una decena
de familias no sea el caso criminal más mediático hasta ahora, cuando todos los
días, por el país, se acumulan masacres, asaltos, extorsiones, secuestros,
desaparecidos, enfrentamientos, capturas de pueblos y cambios en las rutinas de
las ciudades, pero, quizá, si lo sea, por la “solución” a un problema de
seguridad pública en el estado de Sinaloa.
Veamos. El pasado fin de semana
los medios de comunicación se estremecieron con una noticia que provenía de
Culiacán donde hubo un operativo criminal para secuestrar a familias enteras en
colonias citadinas y pueblos cercanos a la capital sinaloense.
Cuando la información empezó a
circular por las carreteras digitales se fue incrementado el número de hombres,
mujeres y niños que estarían en paradero desconocido, el gobernador Rubén Rocha
Moya, buscó como siempre ocurre en estos casos, tanto en los tiempos del PRIAN como
de la 4T, minimizar el suceso con una expresión que provocó irritación pública:
“Son cosas que lamentablemente suceden”, o sea, en clave de metalenguaje el
gobernador estaba diciendo “para que se escandalizan, si es lo normal”, como
alguna vez también lo dijo Jesús Aguilar Padilla, ex gobernador del estado de
los once ríos, su mentor político.
Y pasados los días y las horas,
grupos de “levantados” empezaron a aparecer unos aquí, otros por allá, hasta
solo quedar pendientes una decena de ellos, es decir, los estaban soltando de
su cautiverio para que volvieran a sus vidas en la ciudad y los pueblos
conurbados mientras al resto le ajustaban cuentas.
O sea, estaban de nuevo no por la
acción de las fuerzas de seguridad sino por decisión de los delincuentes. Ante
la falta de resultados institucionales vino la expresión de de que era “una guerra
entre ellos”, dentro del Cártel de Sinaloa y, cómo tal, no había necesidad de
meterse entre las patas de los caballos. Total, agregaría el presidente, “no se
metieron con la población civil” cómo si esos hombres, mujeres y niños
secuestrados correspondieran a otra categoría.
Al parecer los delincuentes, que
se rumora fue la fracción de Los Chapitos del Cártel de Sinaloa, siguieron una
táctica que se dice utilizaba el ya desaparecido Jesús Aguilar Iñiguez, “Chuy
Toño”, quien fungió como director de la policía ministerial durante los
gobiernos de Juan Millán y Mario López Valdez.
Consistía en que cuando había un
interés especial por un secuestro y se tenía identificado al secuestrador y a
su grupo, iban por la madre, la esposa o algún hijo, del jefe de la banda, para
con sus familiares detenidos presionaban al secuestrador de manera que se
sintiera obligado a soltar a la víctima.
Y esta táctica casi siempre
terminaba felizmente con la detención del delincuente y su grupo. En eso radicaría,
el reconocimiento que llegó a tener el grupo antisecuestro sinaloense a
diferencia de lo que ocurría en otros estados de la federación.
Viene a cuento esto porque el
pasado martes algunos puentes de la ciudad de Culiacán amanecieron con lonas que
señalaban: “No hay guerra en Sinaloa. Esto le va a pasar a todos los rateros de
Sinaloa para que sientan lo que sienten las familias cuando se meten a robarle
sus casas a invadir su privacidad. Aquí no se permite el ROBO, SECUESTRO,
EXTORSIÓN, NI COBRO DE PISO. Ya
saben cuáles son los principios de la organización ténganlo claro. Familiares
de personas que ande en esos delitos evite pasar un mal rato y denuncien
cualquier acto de esa índole. ATTE: IAG”, que al parecer las iniciales se
refieren a Iván Archivaldo Guzmán.
Además, se exhibe la imagen de cuatro
hombres que presuntamente estaban dedicados a los robos patrimoniales (autos,
casas habitación, secuestros) y que habría sido, el objetivo de la operación
del fin de semana. Capturaron a sus familias y los presionaron para que se
entregaran aquellos que no fueron encontrados en sus domicilios.
Es decir, Los Chapitos hicieron tareas
que corresponden al sistema de seguridad estatal que son detener a este tipo de
delincuentes que lastiman patrimonios familiares. Esa sería la novedad. La
“contribución” de este segmento del Cártel de Sinaloa frente la inoperancia o
complicidad de miembros de las corporaciones encargadas de la seguridad e
impartición de justicia.
Algo que no se alcanza a ver si
lo están haciendo otros grupos del crimen organizado en los estados o regiones
donde operan. Quizá siguen actuando bajo patrones muy definidos de mezcla de
actividades criminales, captura de la representación política y control de la
economía, llegada al extremo, cuando ya van hasta la economía informal.
Se podrá decir que la acción de
Los Chapitos es una forma de congraciarse con el gobernante para bajar la
presión que se ejerce sobre ellos desde que se capturó a Ovidio Guzmán,
incluso, con sus paisanos afectados que seguramente ven con buenos ojos que eso
suceda y que su ciudad este libre al menos de robos patrimoniales y fentanilo
-recordemos, que hace unos meses, este grupo, hizo un llamado enérgico, para
que parara la producción de esa droga en Sinaloa so riesgo de que quien no lo
hiciera tenía que atenerse a las consecuencias y al parecer, así sucedió, como
lo ha mencionado, el semanario Riodoce.
El combate contra el segmento “patrimonialista”
del crimen organizado que en Culiacán tiene altos réditos económicos está
buscando tenerlo bajo control y, también, que haya un cambio de su imagen al
estar entre “los más buscados” por las agencias de seguridad estadounidenses y,
sobre todo, demostrar que es su cártel el que tiene el control de la llamada
“capital del corrido” bajo los “principios de la organización”.
En definitiva, el secuestro de estas
familias sinaloenses son un llamado a las autoridades y a las propias familias,
de que, si unas no hacen su trabajo y las otras no contienen a sus esposos,
hermanos e hijos, el Cartel será el encargado de hacerlo y eso es novedoso al
menos en Sinaloa con aquella advertencia de mando: “Aquí no se permite”, y el pedido,
del gobernador, por un canal oficial, para que los sinaloenses disfruten de
estos días de asueto y de la paz que reina en este estado bendecido por la
naturaleza.
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