OVIDIO, GOOD BYE
OVIDIO, GOOD BYE
Ernesto Hernández
Norzagaray
En estos días se ha hablado mucho
del traslado de Ovidio Guzmán, el hijo menor de Joaquín El Chapo Guzmán, a una
prisión estadounidense y han dicho sus abogados molestos que fue ilegal y violaron
sus derechos.
Observadores de la relación
bilateral también han señalado que fue una concesión del gobierno mexicano al
de Estados Unidos para bajar la presión que se ejerce desde las instituciones y
la proveniente de la política mientras el presidente López Obrador rechaza
ambas opiniones, incluso, anuncia en una “mañanera” que tiene previsto volver a
Badiraguato para inaugurar un camino que conectara este municipio con el estado
de Chihuahua.
Estados Unidos, vive en estos
momentos, los estertores de un proceso electoral adelantado que tiene como mejor
imagen la de un Donald Trump detenido, exaltado y malhumorado tras las rejas
por presuntos delitos cometidos todavía como presidente de su país.
Y México, ya lo vimos en los
comicios de 2020, produce votos sobre todo en sectores conservadores y
temerosos que compran los discursos estridentes antimexicanos de Trump.
Trump anuncia que si le beneficia
el voto y gana la elección presidencial de 2024 no descarta intervenir en nuestro
territorio para combatir los cárteles de la droga y eso, en un momento en que
fluyen por el país decenas de miles de migrantes que van en búsqueda del “sueño
americano” es insumo electoral.
Y eso con la detención y
extradición de Ovidio, cómo veremos, ha provocado cambios, especialmente, en la
fracción del Cártel de Sinaloa, que lideran ahora tres de los cuatro hijos del
ya legendario Chapo Guzmán.
El semanario Riodoce informa que
algo ocurrió en está fracción y puede que haya sido una medida de
autoprotección gestionada por el propio Chapo Guzmán o producto de un acuerdo
con personeros del gobierno obradorista.
En la edición del domingo pasado
señala el semanario que hay indicios de que el clan de “Los Chapitos” ha
decidido dejar de producir fentanilo y cómo este clan no solo lo produce en
Sinaloa, han conminado a que el resto de los productores dejen de hacerlo so
pena de muerte de quienes desobedezcan la orden.
Ismael Bojórquez, uno de los
periodistas mejor informados en estos temas en el estado lo dice claramente en
su columna Altares y Sótanos: “Poco después de que aprehendieron a Ovidio…sus
hermanos comandados por Archivaldo Guzmán Salazar dejaron de producir fentanilo
y han estado “exhibiendo pruebas”, de que la orden es inatacable so pena de
pagar con la vida. Los cuerpos que se han encontrado donde a su lado aparecen
bolsas y cajas con pastillas de fentanilo, son el mensaje. Las casas cateadas,
también. Se cuentan por decenas, en Culiacán y en poblaciones aledañas. Y
laboratorios en el monte”.
Sin embargo, todo parece indicar
que la producción y distribución de fentanilo, supera al área de influencia de “Los
Chapitos” porque siguen llegando los precursores al país y el estado cómo lo
señaló recientemente Gerardo Mérida Sánchez, secretario de Seguridad Pública,
quién afirmó que el fentanilo entra a Sinaloa por Mazatlán.
Esto provocó un desmentido enérgico
del gobernador Rubén Rocha Moya rechazando esa aseveración que pone en
entredicho la acción de su gobierno y lastima la imagen del destino turístico y
dijo contundente: "Es una mala nota, indebida,
inapropiada porque no es cierto; ninguna autoridad en el país ha registrado que
el fentanilo llegue por Mazatlán".
Agregó, además, para demostrar que
la afirmación de su subalterno es falsa recordó que en Sinaloa se detuvo el más
grande decomiso de fentanilo con 2 millones de pastillas que procedían del
estado de Nayarit, es decir, en esa lógica, Sinaloa sólo es un lugar de tránsito,
lo que se cae con la detección de laboratorios clandestinos en ciudades y
comunidades rurales.
El tema del fentanilo no solo
tiene un productor sino muchos y dada su rentabilidad perfectamente cualquier otro
cártel podría estar produciéndolo en su área de influencia y, desde ahí,
distribuirlo en el mercado nacional e internacional.
Entonces, si esto es un mercado, adonde
acuden distintos productores de fentanilo, estamos ante un problema mayúsculo
que inmediatamente hace suponer que rebasa al clan de los Guzmán, sin embargo, cuando
el gobierno de los Estados Unidos pone el dedo en está fracción del cártel de
Sinaloa con nombre y apellido busca culpable de un problema que está causando a
su sociedad, nos dice, 100 mil muertes al año, por lo que no es casual el
pronunciamiento de Merrick Garland, el fiscal general de los Estados Unidos, ante
el Comité Judicial de la Cámara de Representantes donde señala que van por el
resto de hermanos de Ovidio.
Ante una producción y una
distribución compartida entre los distintos carteles, poner nombre a uno de
ellos está pensado en clave de tener un enemigo al que hay que perseguir y en
un momento político, como el que se vive en los dos países, deriva en propaganda
en ambos lados de la frontera.
El gobierno mexicano muestra “voluntad”
para combatir a los cárteles que distribuyen esta droga en la sociedad
norteamericana y, del otro lado de la frontera, dirán que es producto de los
esfuerzos de sus agencias y de la colaboración binacional que obtiene resultados
tangibles como es la detención y extradición de Ovidio, algo que el gobierno de
López Obrador, siempre ha negado e insistentemente
señala que estas aprehensiones son producto del trabajo de inteligencia de nuestras
fuerzas de seguridad pública.
La pregunta que ronda en Sinaloa alrededor
de la decisión de “Los Chapitos” de abandonar la producción de fentanilo si fue
resultado de un cálculo de costo beneficio o si fue producto de un acuerdo que
tenía con intermediarios del gobierno mexicano.
Si fue lo primero todo hace
suponer que responde -cómo sugiere Ismael Bojórquez- a la indicación del padre de
los “menores” para apoyar a su hermano en cautiverio y la otra, que el presunto
acuerdo para bajar la presión de los estadounidenses no se respetó y Ovidio fue
sacado repentinamente de su celda para ser trasladado a Chicago donde ya
compareció ante un juez y se declaró inocente.
Esto provocó incertidumbre en los
actos masivos sinaloenses de conmemoración de la independencia de México y un
despliegue de fuerzas de seguridad. Y hasta eso, no pocos cuestionan, ¿por qué se
hizo la extradición en esa fecha llena de simbolismo patriótico? ¿Será que en
materia de cooperación binacional eso no importa?
Al tiempo.
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