Puerto Heroico de Mazatlán
Puerto Heroico de Mazatlán
Ernesto Hernández Norzagaray
Hay noticias que dan gusto. La Comisión de Puntos
Constitucionales y Gobernación del Congreso del Estado aprobó trasladará los
poderes del Estado a Mazatlán, para recordar que alguna vez fue sede de esos
poderes y para conmemorar el 158 aniversario de la defensa que se hizo contra
la invasión francesa y otorgar la distinción como Puerto Heroico, que entiendo significaría
que Mazatlán pasaría a llamarse “Puerto Heroico de Mazatlán”.
En abril, de 2014, publique un artículo sobre el tema y reproduzco
partes por el interés que reviste para los habitantes del puerto:
“La mañana
del 24 de marzo de 1864 era digna de la primavera que apenas empezaba a
despuntar. El ambiente era fresco y el cielo tenía un azul intenso sólo
alterado por un ventarrón rebelde y unas cuantas volutas blancas; las gaviotas
y albatros vagaban plácidamente sin destino y unas cuantas personas se movían por
el puerto viejo.
Allá, en el fuerte militar, estaban unos vigías somnolientos, que
oteaban hacia la inmensidad del mar buscando encontrar sentido al oleaje. La
tranquilidad cambió inesperadamente cuando apareció por el poniente de la Isla
de Venados una corbeta con la bandera francesa que se desplazaba con delicadeza
sobre las aguas del trópico.
Se dio la voz de alerta en el Fuerte e inmediatamente se generó barullo.
Los soldados corrieron y tomaron posición de ataque. Pero la corbeta se mantuvo
en las aguas de las Tres Islas hasta el día 26 de marzo hasta cuando los
oficiales decidieron que era el momento de hacer un reconocimiento para cumplir
la orden de Maximiliano de bloquear el puerto.
Echaron al agua unos lanchones y, se dirigieron a la costa norte, pero
unos 400 metros antes de tocar tierra fueron repelidos a cañonazos por la tropa
a cargo del coronel Gaspar Sánchez Ochoa y el capitán Marcial Benítez. Este
ataque fue considerado una afrenta que los franceses no estaban dispuestos a
aceptar y el 28 vuelven con catorce lanchas para cobrarla con los mismos
resultados.
La historia registra este momento de la siguiente forma: “Las lanchas
francesas avanzaron hasta una lengua de la playa y comenzaron a disparar contra
los mexicanos, fuego que fue respondido por Marcial Benítez, quien se auxiliaba
con seis obuses. Entonces once de las lanchas invasoras recibieron órdenes de
dirigirse hacia la playa, donde lograron desembarcar a sus hombres. Ante esto
el capitán Marcial Benítez permaneció atacando las tres lanchas en el mar,
mientras que el coronel Sánchez Ochoa y sus hombres atacaron a los franceses
que se encontraban en la playa. Luego de unos minutos de fuego los franceses se
vieron obligados a huir hacia La Cordeliere llevando sus muertos y heridos”.
Con la derrota a cuesta, el 31 los franceses repiten el intento: “al
intentar desembarcar, a las dos de la tarde del día 31 siguiente, la Cordeliere
inició el bombardeo al cuartel. El ejército mexicano repelió el ataque,
dirigido por el coronel Gaspar Sánchez Ochoa. Al caer el sol el buque francés
había disparado entre 300 y 400 veces, mientras que los mexicanos habían
disparado 158 veces”.
El coronel Sánchez Ochoa y el capitán Benítez eran leales al presidente
Benito Juárez y enemigos de las fuerzas conservadoras fieles a Napoleón III.
Estos buscaban establecer una monarquía en México bajo el mando del archiduque
austriaco Maximiliano de Habsburgo.
Una vez que el archiduque acepta el cargo, este llega al puerto de
Veracruz el 28 de mayo de 1864, a bordo de la fragata Novara, ante el
beneplácito de los conservadores que habían ido hasta el Castillo de Miramar,
en Trieste, Italia, para pedir que asumiera el cargo de emperador de México.
Cumplían su sueño fallido en las postrimerías de la revolución de
Independencia cuando al grito de Miguel Hidalgo (¡Viva Fernando VII!, y ¡Muera
el mal gobierno!), buscaban la continuación del dominio español. Maximiliano nunca pensó que esa decisión le
costaría la vida en el Cerro queretano de Las Campanas, donde fue fusilado el
19 de junio de 1867, junto con los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía.
Mazatlán, en ese entonces, era un puerto con unos cuantos miles de
habitantes y un lugar donde la población se concentraba en lo que hoy es el
Centro Histórico y sus alrededores. Es un momento de cierto esplendor económico
gracias a la diversificación de actividades comerciales y mineras que vinieron
con los migrantes extranjeros y la expansión económica de algunos de los
llamados notables, es decir, mestizos, que tenían poder económico y político
del estado.
Todo esto sucedía bajo el manto protector del Ejército mexicano que
siempre estaba alerta ante una posible incursión de fuerzas extranjeras.
Especialmente de los franceses que buscaban establecer la República de Sonora y,
en esa búsqueda geopolítica y militar, hacían constantemente incursiones al
territorio sinaloense.
La decisión del gobierno liberal de Benito Juárez de suspender
temporalmente las deudas contraídas con el país galo fueron un incentivo para
la actuación de los patriotas liberales. Recordemos el antecedente de la
primera intervención francesa, resultado de la llamada Guerra de los Pasteles,
con el argumento de cobrar con territorio adeudos públicos y privados.
Así se dio el asedio de estas fuerzas en Mazatlán, pero, también, en la
zona del Golfo de México desde 1862, lo que alteraba la tranquilidad de estas
provincias mexicanas. Será, entonces, cuando el gobierno de Juárez, tiene que
salir de la ciudad de México, empezando un gobierno itinerante que provocó que
las fuerzas conservadoras estimularan la llegada de Maximiliano de Habsburgo
para convertirse emperador de México entre 1864 hasta su fusilamiento.
La defensa del puerto fue un acto heroico de defensa del territorio y la
seguridad de los mexicanos. Además, fue el rechazo a la monarquía que Napoleón
III había establecido en México con el segundo emperador Fernando Maximiliano y,
único monarca, del Segundo Imperio”.
¡Enhorabuena!
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