ESTADO A LA BAJA
ESTADO A LA BAJA
Fernando Olguín Quiñonez, mi
profesor de estadística en la UNAM, tenía como epígrafe en uno de sus
celebrados libros que la estadística es un compendio de “mentiritas, mentiras y
mentirotas” y me lo recuerda el reciente balance de Rubén Rocha Moya sobre el
estado de los homicidios dolosos en Sinaloa que de acuerdo con su estadística es
uno de los estados más seguros para los visitantes extranjeros.
Y en alguna forma tiene razón, es
raro el caso de homicidio de este perfil, sin embargo, la acotación es inevitable,
si bien el número de homicidios dolosos comparado con el mismo periodo al que
hace referencia de los gobiernos de Mario López Valdés, pudiera haber una
diferencia a favor, está sigue siendo alta, tan alta que se encuentra en el
lugar 19 de los 32 estados de la federación en donde la mayoría es un serio
problema para la vida de sus ciudadanos.
Pero concedamos sin aceptar. No
hace mucho tiempo Abraham Sanz, periodista de Noroeste, entrevistó a un
académico colombiano radicado en una universidad estadounidense y este
personaje recomendaba tener cuidado con esta estadística por lo falaz ya que se
tenía que hacer comparación con otro indicador: El de los “levantados” y
desaparecidos, que no se contabilizan como homicidios pues sus ejecutores operan
bajo la máxima de “no body, no murder” (no hay cuerpo, no hay muerto).
Una máxima que data del siglo XVI
inglés por el llamado Milagro de Campden que está asociado a la muerte de una
niña y que le costó la vida en la horca a tres infelices que estuvieron en el
lugar y el momento equivocado.
Y no se contabilizan por una
razón muy sencilla: mejora la percepción del ejercicio de un gobierno o, dicho
de otra forma, para que asesinar, si se puede desaparecer a una o varias
personas a las veces con un bajo ruido mediático.
O acaso, ¿no nos dicen nada las
fosas con restos humanos que están sembradas por todo el país y la labor
fatigante de los familiares que con pico y pala buscan a los desparecidos? Es ahí
donde está la otra falla del argumento del gobernador.
Hace unos días Adrián López, el
director de Noroeste, contradijo el argumento oficialista señalando que en el
mismo periodo hubo un incremento significativo de personas desaparecidas y que
pasado el tiempo la amplia mayoría no apareció.
Y, es que de acuerdo con la
estadística que maneja la Secretaría de Gobernación, a través del subsecretario
Alejandro Encinas, se calcula que entre 2006 y 2022, se han acumulado alrededor
de 100 mil personas desaparecidas.
¿Podemos tener la esperanza de
que la mayoría de ellos vuelvan con sus familias? Sólo los más optimistas
podrían pensar que sí. O sea, que el gobernador juega a la estadística, al
engaño con información oficial y parcial, lo que es una ofensa a la
inteligencia de los sinaloenses y, peor, para de las familias que esperan “no
estadística” sino cifras reales acompañadas de políticas públicas que ayuden en
la búsqueda de sus familiares. No hay que explorar mucho para demostrar que las
llamadas desapariciones forzadas es un problema creciente en todos los municipios
y principalmente de jóvenes.
El domingo pasado, el día del
Padre, mientras todos festejábamos a los nuestros progenitores, un padre
mazatleco estaba sin uno de sus hijos, Mario Eduardo Salas Rentería, que había
ido con su novia a un banco a hacer una transferencia y fue alcanzado y
levantado por gente desconocida.
Los familiares, amigos, vecinos y
solidarios salieron este domingo a la calle y se concentraron en la avenida
principal de la llamada Zona Dorada exigiendo que Mario Eduardo volviera con
vida. Y es que hasta ese momento las autoridades no habían hecho prácticamente
nada que condujera a la localización del muchacho.
El alcalde seguramente estaba
viendo lo de los boletos de su nuevo viaje ahora a Miami para traer “gratis”
una planta de tratamiento de basura como si fuera técnico en la materia. Siempre
que se va algo pasa en Mazatlán, la última que se fue a Las Vegas a ver pelear
a su ídolo el Zurdo Ramírez desapareció un profesor que afortunadamente por la
presión de sus compañeros y familiares volvió sano a su casa.
Ante este nuevo levantamiento fue
entrevistado y se comprometió “a tocar todas las puertas” para que el chico
vuelva con su familia. El gobernador en su conferencia semanera del lunes ni
siquiera se mencionó el caso por razones más que obvias. La crítica no se hizo esperar
en las redes sociales por la estadística “a la baja” o la desaparición del
muchacho.
Pero ¿a qué viene el argumento de
que los homicidios dolosos están a la baja? El Departamento de Estado de la
Unión Americana ha lanzado -luego del “liderazgo” de AMLO que se hizo sentir en
clave de ausencia en la Cumbre de las Américas- una advertencia de viaje a sus
conciudadanos para que eviten viajar a México y Sinaloa está entre los primeros
cinco estados de mayor riesgo. Recomiendan si viajan a Sinaloa, o mejor a Mazatlán,
que no se salgan del Centro Histórico y la Zona Dorada, algo sabrán los
servicios de inteligencia que han dado un vuelco a la política exterior para
nuestro país que ha encendido focos rojos.
Entonces, el informe que presenta
el gobernador Rocha Moya no es para el ciudadano común y corriente, usted o yo,
sino para cuestionar los datos que tiene el gobierno norteamericano y que tiene
un efecto sobre los flujos que regularmente llegan por mar, tierra y aire, y
esa es la verdadera preocupación el resto, es doméstico, dirá estamos
acostumbrados, cómo dijo un exgobernador que se le olvidó que no somos solo
nosotros sino es el mundo y no el de las “mentiritas, mentiras o mentirotas”.
Al tiempo
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